Pasado

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Pido disculpas por el retraso nuevamente.

Nota: contenido sensible 

¡¡Disfruten la lectura!!


Era cierto que Xiao no era ni la mejor ni la peor persona, era un adicto, que se automedicaba porque hacía años que no asistía a sus terapias. También era verdad que trabajaba en Wangshu Inn, todas las mañanas repartía los pedidos y mercancías que le pedían, era rápido, pues conducía su motocicleta desde los quince años, era eficiente y por eso seguía ahí, el resto de la tarde se dedicaba a vagar por las ciudades cercanas, algunas veces buscando quien le vendiera drogas.

Tenía una casa, o más bien, un viejo apartamento, en la zona más remota de la ciudad de Liyue, siempre olía desagradable y las ventanas estaban selladas con periódicos viejos, tenía un par de cosas, como una cama, un sofá y una vieja computadora, solía tener más cosas, incluso vivir en un lugar mejor.

Tenía un gato o más bien el gato lo tenía a él, siempre que llegaba, el gato sin avisar se escabullía  a su pieza y se comía todo lo que Xiao le dejara a su alcance para luego ronronear y desaparecer. Las sirenas de patrullas y los gritos era algo habitual en aquella zona, sin embargo, fue ahí donde intentó cometer suicidio y estuvo a nada de llegar a su cometido, hacía ya tres meses.

Se había cortado las venas después de un ataque psicótico, donde las voces y los recuerdos de todo su pasado lo atormentaron durante días, los cortes fueron profundos en su brazo, se había derrumbado llorando y observando la sangre correr. Se había desmayado por la pérdida de sangre y creyó que sería su fin, pero despertó de nuevo, la sangre se había estancado y permanecía con una dura costra y un dolor que lo hizo vomitar, estaba pálido, confundido, no sabía mucho que hacer, abrirse la herida de nuevo le provocaba miedo, sin más, vendo su brazo con su ropa vieja antes de salir tambaleándose por las escaleras, ¿Por qué no morí? Se preguntaba.

Había caminado lo suficiente como para caerse varias veces antes de llegar a la casa de Hu Tao, cubierto de rasguños, moretones y tierra, ella lo había visto llegar y supo que algo andaba mal, él no se arriesgaría a ir nunca.

La chica de cabello negro y unos ojos rojizos había bajado las escaleras y ayudado a Xiao a entrar a escondidas de los sirvientes, cuando él le mostro los cortes, ella le dio la cachetada más dolorosa de su vida. Este era ya su intento número cuatro de suicidio y el mas cercano a la muerte.

Y pese a que Hu Tao lo quería patear con todas sus fuerzas, había traído un botiquín y suturó los cortes, le dio vitaminas y lo alimento a escondidas por tres días, cuando Xiao se marchó, prometió jamás volver incluso si estuviera al borde de la muerte como en esa ocasión y Hu Tao había llorado, ella nunca hacía eso y Xiao sintió que se había quebrado un poco más.

Recordó todos los buenos momentos, cuando vivían juntos en esa misma mansión, y corrían por los pasillos, con el habitual carácter explosivo de Hu Tao y Qiqi, incluso cuando Yanfei los visitaba. Habían estudiado juntos, Xiao siendo un poco más mayor entrando a la universidad primero, pero fue Hu Tao quien finalmente se tituló de forense y tanatologa. Lista para atender la funeraria en la que vivían.

Yanfei, ya era una reconocida abogada en liyue y Xiao, bueno, se había hundido en aquella miserable persona que caminaba con zapatos rotos e intimidaba a las personas por placer, incluso su ex novio, un chico de amplia sonrisa, cabello negro con bordes azulado y un talento natural para la música, lo había llamado un completo desastre antes de cortar con él, después de los incidentes de aquel verano.

Nunca había amado suficiente a aquel chico, ni siquiera le había agradecido por soportarlo, incluso le pagaba las terapias, que Xiao ignoró y terminó cayendo aún más profundo. "Hay barcos que no se pueden salvar" fueron las últimas palabras de aquel chico de ojos verdes y Xiao lo sabía.

Posteriormente había conocido a más personas del barrio viejo, a Beidou, una mujer de carácter fuerte, se dedicaba a comerciar en su barco y a tatuar en sus ratos libres, su barco podía transportar desde vegetales hasta polizones, como Kazuha, quien era un extraño fugitivo de la ley, que recitaba poemas cuando se embriagaba.

Entre muchas caras que ahora le parecían borrones, las cicatrices de aquel intento aún estaban frescas, de vez en cuando las rascaba con tanta desesperación hasta hacerlas sangrar, eran horribles, pero no más horrible de lo que él había hecho.

Tenía una deuda que solo con su muerte podía pagar.

Beautiful MadnessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora