La flor marchita de un jarrón roto

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Mas drama nos espera, una actualización mas 

¡¡Comenten o me deprimo!!


Cuando Albedo regreso a mondstadt, sus ojos se cubrían de una niebla espesa, como una tormenta anunciada, no había tenido una respuesta visible de Morax, sin embargo, no toda la esperanza estaba perdida, suspiro el fresco aire nocturno, la ciudad lucía tan relajada como siempre, pero algo picaba sobre la nariz de Albedo, un poco de culpa.

se preguntaba siempre, el porque aquellas sensaciones no se disipaban, tal vez debió de insistir un poco más, pero, no quería verse como un psicópata, incluso en aquel instante se preguntó porque no fue hasta la puerta de Xiao, sabía cómo llegar, era bueno memorizando, pero incluso si lo hubiera hecho, ¿Qué le reclamaría?

Jamás fueron nada, pero solo tenia aquel terrible nudo en la garganta, quería gritarle, posiblemente golpearlo y finalmente pedir aquella respuesta, quería saber porque simplemente se fue, porque lo abandonó después de todo

-¿realmente no signifique nada?– se preguntaba mientras el lápiz se movía sobre su cuaderno, una parte de él se negaba a pensar que Xiao no logro sentir aunque sea un poco de apego por él, pero por el otro seguía enumerando las posibilidades

–las personas con trastorno límite, suelen ver a las personas en fase del sentimiento que les provoca y cuando esa emoción se acaba, simplemente se marchan- anotaba en su libreta

–los límite son- se interrumpió a sí mismo rayando su propio escrito

–no soy un psicólogo para justificarte- la hoja fue arrancada de su libreta para luego ser arrojada al cubo de basura

–no puedo solo dejar de pensar a dónde vas– se murmuró con frustración frotó su cabeza, se levantó y recogió la hoja de la basura, desarrugándola con cuidado

–me niego a no entenderte– había reído con pesadez, una vez que guardó la nota arrugada en la libreta

–¡hey, Albedo!- fue interrumpido por un carismático chico de cabello azul y piel morena

–hey, Kaeya- regreso el saludo cuando el hombre al fin estuvo cerca

–¿qué haces por aquí tan tarde?- pregunto el chico, las luces parpadeaban a la par del viento

–trabajo de campo- respondió Albedo guardando su libreta en su maletín

–mas bien, "tortura de campo" por lo que veo- Kaeya se hecho a reír

–no es trabajo si no requiere parte de tu energía- respondió calmadamente

–¿podría invitarte una copa?, iba camino a con Diluc- Albedo pareció pensarlo, hacía tiempo que no bebía, tal vez una copa de vino para acompañar los postres, pero en aquel momento, su mente revoltosa necesitaba un ligero toque de "déjame respirar"

–porque no- respondió mientras sonreía ligeramente

–excelente- sonrió Kaeya

no tardaron mucho en llegar a la taberna de Diluc, el ambiente era bastante ruidoso a comparación de otros días, repleto de personas levantando sus tarros a la par de la música, a Albedo le tomó dos notas musicales para saber el porque, el bardo de la ciudad era el alma del lugar, Albedo se arrepintió un poco, al menos hasta que el apuesto dueño de la taberna les sirvió dos tarros y le torció los ojos a Kaeya

Para cuando el quinto o sexto tarro llegó a las manos de Albedo, el ruido del bar y energía explosiva de Kaeya dejaron de importarle, observaba a todos con aquella cara tan boba y Kaeya no paraba de reír de como su semblante serio no combinaba con su cara, el chico moreno no paro de reir, bailar y de vez en cuando tomar a su medio hermano por los hombros para molestarlo.

Finalmente Albedo llegó a su primer límite cuando las piernas parecían osadas a responderle y sus manos temblorosas dejaron el tarro vacío, tal vez no debió de beber tan deprisa, se sintió un poco mareado

–tomamos un poco de aire- emitió Kaeya al darse cuenta de la aparente disociación de Albedo

Ambos caminaron hasta la parte trasera del bar, las mejillas de Albedo se colorearon aún más de rojo cuando el viento frío lo golpeó

–demonios, estoy ebrio- Kaeya se partió de risa nuevamente de solo ver a Albedo hacer su observación obvia

–ya lo creo genio– ambos se sentaron en las escaleras

Aunque la embriaguez amortiguo la mente de Albedo, aún sentía el vacío de su pecho y sus ojos no dejan de mirar el cielo con esa nostalgia que no se podía ocultar, pese al tiempo que había pasado, poco más de seis meses, no podría dejarlo, y con certeza cada día era mas intenso

–me duele verte así- la risa de Kaeya seso y su voz profunda sacó a Albedo de su propio momento

–¿como?- se atrevió a preguntar sin entender mucho

–todos hablan por aquí y por haya de lo bien que estas, de todo lo bueno y cómo superaste toda esa mierda, pero, sigues teniendo esa jodida mirada triste que no combina contigo- Albedo trago un poco ante las palabras de Kaeya, en ellas había frustración, incluso enojo y desesperación

–estoy bien- mal formuló Albedo

–no, podrás mentir tan bien, te sale tan bien, pero no me mientas a mi quieres- Albedo lo miro, nunca o casi nunca había visto a Kaeya de esa manera

–es solo un conflicto que solucionare– finamente suspiro Albedo mientras desataba su cabello para que el viento lo acomodara

–no creo que haya ser humano que sea capaz de rechazarte- Albedo tosió un poco

–no se de que hablas– trato de reír

–incluso yo podría tratar de quitarte esa mirada de rechazo que tienes– Kaeya le acomodo un mechón de cabello

–¿Quién rechazó a la Cecilia más bonita del mondstadt?- Albedo solo negó nuevamente

–nadie– rio un poco

–vamos, no me atrevería a coquetearte de nuevo, si me dices que no hay espacio en ti para alguien más- Kaeya soltó una genuina risa y Albedo suspiro

–tienes razón, tal vez si fui rechazado- Albedo sonrió con melancolía

–dime su nombre y yo mismo le partiré la cara por eso- Kaeya hizo una mueca de matón y Albedo negó

–incluso si las cosas son así- Albedo se puso de pie acomodándose la ropa, estando un poco más recompuesto

–no me importa ser la flor marchita de un jarrón roto- la luna iluminó la escena y Kaeya sonrió con melancolía, Albedo era divino, con su cabello cenizo revuelto entre el viento su palidez y sus ojos como profundidades y curiosamente en aquel momento, la melancolía parecía irle tan bien para coraje de Kaeya

–podrías tenerlo todo y decides estar llorando por alguien que te rechazó, que tan intenso debe ser el amor, me hace sentir pequeño- Kaeya imito a Albedo y se puso de pie

–tenía que intentarlo algún día, espero que no dejes de ser mi amigo- Kaeya se apoyó en el hombro de Albedo

–no me molesta ser tu amigo- Sonrió Albedo

–me alegra escuchar eso y enserio, quiero golpear a quien sea ese jarrón roto- ambos comenzaron a caminar

–podrías matarlo a golpes y un así, seguiría perdido, supongo que al tercer o cuarto golpe solamente dejaría que lo mataras o la culpa lo haría- Albedo sonrió con tristeza

Kaeya no podía entender quién era esa persona que se robó el corazón de Albedo con tanta intensidad y a la vez, ser tan patético de solo dejarlo.

esperaba que no fuera aquel delincuente de Liyue, pero algo dentro de Kaeya lo sabía y le dolía, pero no podía hacer mucho, quería conservar su amistad con Albedo por el resto de sus vidas.



Beautiful MadnessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora