Epílogo

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DERECK

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DERECK.

Un mes después.

Cerré los ojos. Las gotas recorrían mi rostro y empapaban todo mi cuerpo. Una ducha fría siempre sentaba bien y más cuando el calor que hacía en Miami era abrasador. El aire acondicionado de la suite en la que me alojaba, además, se había estropeado por segunda vez y ya me había cansado de llamar al equipo de reparaciones.

Cuando salí y envolví mi cadera con una toalla, agarré mi móvil para ojear las notificaciones. Desde primera hora de la mañana no había parado de sonar, turbando el poco sueño que había podido coger. Frank y Adam me habían estado bombardeando a mensajes y llamadas y parecía que hasta que no diera señales de vida no iban a parar. Les respondí de mala gana, con unos simples monosílabos para que supieran de una puñetera vez que ya estaba despierto, preparándome, y que no iba a volver a llegar tarde como el pasado lunes.

Resoplé. Eran unos pesados.

Por pura inercia comencé a revisar esa larga lista de chats, hasta que me topé con el suyo. Con ese contacto que hacía poco más de un mes siempre había sido mi primera opción para enviar mensajes, pero que ahora estaba de lo más inactivo. Miré su foto de perfil, ampliando la imagen para visualizar bien esa sonrisa y esos pardos ojos que tan brillantes estaban de alegría. En esa foto salía con Abby y Trevor. Parecía reciente y estaba claro que se encontraba con ellos en Seattle. Se podía ver claramente la panorámica de la ciudad a sus espaldas y la emblemática torre tan característica de allí: Space Needle. El mirador al que le había prometido que iríamos juntos.

Se lo había prometido, joder. Le había prometido un viaje en el que nos dolieran las piernas de tanto andar y en el que no habría día en que no riéramos juntos. Pero no, en vez de cumplir mis putas promesas, había acabado por perderla.

La había perdido. A ella. A la única persona con la que había encontrado mi sitio, mi hogar, con quien de verdad me sentía yo mismo y con quien no importaban cuáles fueran mis inseguridades. La única que había conseguido ver más allá de lo que me permitía mostrar, con la que había compartido hasta el peor de mis miedos.

Después de todo, tenía lo que me merecía. Le había hecho demasiado daño, la había decepcionado y había pronunciado esas palabras tan hirientes. Ella tenía todo el derecho del mundo a querer olvidarse de mi existencia. A ser feliz, aunque fuera sin mí. Y sabía que así era mejor. 

Estar separados era la mejor opción. Necesitaba convencerme de ello.

Sacudí la cabeza en cuanto vi la hora que era y bloqueé el móvil. Debía cambiarme cuanto antes. Salí del baño y cuando me encaminé hacia el salón de la suite para ir hacia mi habitación, me encontré con la misma escena de toda las mañanas. Ya se hacía repetitivo y hasta diría que ya era una muy mala costumbre. Una chica se encontraba recogiendo sus cosas tras haber pasado una noche desenfrenada en una de las habitaciones de la suite y estaba a punto de salir por la puerta cuando... me localizó. Ahí en medio, mirándola.

Desde que Llegaste. © #1 [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora