26. Lluvia de Pasión

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La lluvia había aterrizado en el cielo de Los Ángeles aquel sábado tarde, removiendo todos nuestros planes

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La lluvia había aterrizado en el cielo de Los Ángeles aquel sábado tarde, removiendo todos nuestros planes. Podía escuchar las gotas impactar con frenesí contra el cristal de la ventana del salón, mientras todos los presentes en la estancia se quejaban del mal día que hacía.

Menos yo.

A decir verdad, los días lluviosos para nada me disgustaban sino que me relajaban. Estaba acostumbrada a ellos y me recordaban en cierta manera a mi hogar en Seattle, donde el tiempo no se asemejaba en nada al de Los Ángeles.

—Bueno, pues esta es la ocasión perfecta para hacer una tarde de juegos... —habló Susan, poniendo algo de ganas e ilusión a la situación—. No podemos controlar el tiempo, pero sí nuestra diversión.

—Estoy de acuerdo con Su —dije con una sonrisa—. Que el tiempo no nos pare.

Pero fue Sean quien rodó los ojos y quien más susceptible parecía estar a los nubarrones que se habían formado desde primera hora de la mañana.

—Pero no es lo mismo. Podríamos estar ahora en la playa, preparándolo todo y jugando con la pelota de vóley. Pero no, estamos aquí amargándonos —se quejó y Tom le dio varias palmaditas en la espalda con la intención de animarle—. Es que... tío. Qué rabia en serio.

Nuestro plan inicial había sido pasar el día en la playa, hacer una pequeña fiesta con aperitivos y una barbacoa como cena, ya que Sean había conseguido comprarse una red portátil de vóley-playa y unos postes para instalarla donde quisiera. Ya se había hecho a la idea de que iba a estrenarla hoy... pero el tiempo había decidido no jugar a su favor.

A pesar de las negativas respuestas de su novio, Susan no dudó un segundo en apilar en una pequeña montaña sobre sus manos tres diferentes juegos de mesa que acababa de sacar de una bolsa y los dejó sobre la mesita que había frente al sofá.

—Alegra esa cara tonto. —Sonrió Susan—. Ya haremos el plan de la playa, será que no hay días de sol.

Así que ahí nos encontrábamos los cuatro: Sean asqueado por la situación, Susan debatiendo con Thomas sobre si jugar al Monopoly o al Cluedo, y yo... esperando a que decidieran ellos. Mientras tanto, estaba mirando el móvil y acababa de ver un mensaje de Trevor diciendo que no iba a poder asistir a esa improvisada reunión, debido a la tormenta que estaba cayendo en la zona de su casa.

—Pues yo diría de jugar al de las ventas de calles ese. El que tiene el muñequito del perro —propuso Sean aún sin despegarse de ese malhumor—. Al Monopoly.

—Pero ¿ya estamos todos? ¿Y Trevor? —inquirió mi hermano.

—No viene al final.

—¿Y qué hay de los demás?

—Que yo sepa, tampoco vienen. Estamos todos —respondió Susan frunciendo los labios a modo de sonrisa.

Abby no venía ya que había decidido ir a visitar a sus abuelos, Vanessa seguía mala con su catarro y el tiempo que hacía no acompañaba a que se pusiera mejor y... Dereck no había salido de su habitación en toda la tarde, por lo que me preguntaba seriamente si se encontraba en casa o habría salido.

Desde que Llegaste. © #1 [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora