16. Atrayente Error

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Parecía mentira, pero esa mañana Dereck estaba actuando de manera más sensata

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Parecía mentira, pero esa mañana Dereck estaba actuando de manera más sensata. Había pensado en todo y en lo mejor para mí, mientras que yo simplemente estaba sacando a relucir mi parte insoportable, la niñata que no aguantaba hacer las cosas mal. Claro estaba que las mañanas de resaca no me sentaban nada bien, tanto física como psicológicamente.

Cogí la bolsa en la que parecía estar mi ropa y, efectivamente, había unos cómodos zapatos, mi pequeña neceser para asearme y ropa limpia. Thomas había elegido ropa de hacer deporte, lo que me hizo suponer que había tenido problemas en decidirse por qué prendas coger de todas las que había en el armario y no quiso jugársela, optando al final por lo seguro.

Me fijé con detenimiento en la estancia que me rodeaba. Los colores que abundaban eran el gris, el negro y el rojo. Saltaba a la vista el afán que Dereck tenía por la música puesto que había una estantería con numerosos discos y vinilos de todo tipo de estilos, un reproductor de música de alta calidad, así como una guitarra posada en una esquina, la cual ya había cogido algo de polvo por su falta de uso. Aquello me hizo tener unas inmensas ganas de oírle tocar puesto que nunca había tenido el placer de ello y me pregunté si sabría cantar.

Pero sacudí la cabeza y me obligué a darle la espalda a esa curiosidad. Por desgracia, apenas tenía tiempo de cotillear en su interesante habitación, así que cuando encontré mi móvil y miré por encima las notificaciones, me metí con rapidez en el baño y comencé a regular el agua de la ducha. Todavía eran las nueve y media, por lo que podía respirar algo más aliviada. Las clases importantes las tenía a partir de las once.

La ducha fue rápida pero igual de refrescante, consiguió relajarme hasta el punto en que hizo desaparecer el abrumador agobio que tenía en la cabeza. Me sentía limpia. En mi cabello, además, ya no había ni una pizca de olor a tabaco sino que en él se había fundido el aroma del champú de Dereck.

Tras vestirme y lavarme los dientes, me miré al espejo. Por suerte, ya no tenía tan mal aspecto y me sentía mucho más despejada, aunque seguía teniendo las mismas ojeras y el negro de la raya de ojos aún no se había desvanecido del todo. Parecía que no quería irse así como así e increíblemente las 24 horas de duración de las que se presumía en la caja del maquillaje, resultaba que no era simple propaganda.

—Natalie ¿cómo vas? ¿has terminado? —Oí entonces a Dereck al otro lado de la puerta, tras dar tres toquecitos en ella—. ¿Puedo pasar? Solo quiero peinarme.

—Eh, sí... claro, pasa. Está abierto.

Dereck entonces entró y, tras pasarme una fugaz mirada por el cuerpo, comenzó a rebuscar en su bolsa de aseo que acababa de sacar de un pequeño armario.

—¿Vas a la universidad o a correr una maratón? —se burló de mi vestimenta y se puso a mi lado para mirarse al espejo.

Rodé los ojos, ya estaba tardando en meterse conmigo y ser el Dereck de siempre.

Desde que Llegaste. © #1 [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora