Desde que Llegaste. © #1 [COMPLETA]

33. Daño Gratuito

—Fuck, víctima equivocada —rechistó Abby por lo bajo al ver que habíamos empapado a Sam

—¡¿Qué se supone qué es esto?! —gritó la afectada, mirándose el cuerpo. Su mueca delataba todo su desconcierto y enfado. No tardó en localizarnos con la mirada y supe que, si esos ojos tuvieran cuchillos... ya estaríamos muertas.

—Han sido las zorras de Abigail y Natalie. ¡Como siempre! Te dije que eran malas, Sam. —Candace entró en el apartamento y nos miró a ambas con los ojos entrecerrados, no sin antes echar un rápido vistazo a toda la entrada y los invitados, como intentando mentalizarse de que se encontraba en pleno apogeo de una fiesta universitaria—. ¡Habéis montado una puta fiesta de... monstruitos y, no contentas con eso, ¿empapáis a Sam también?! ¡¿Os parece gracioso?!

Su chillido se extendió por todo el apartamento, casi por encima de la música y atrayendo más miradas curiosas de quienes disfrutaban de nuestra fiesta. Abby reprimió una carcajada.

—¿Que si nos parece gracioso...? Sinceramente, no lo suficientemente gracioso porque ese cubo iba para ti, no para Sam —replicó mi amiga y esta vez me reí yo al ver la cara de perplejidad de Candace—. Pero bueno, ha sido divertido... ¡bienvenidas a nuestra fiesta, por cierto! ¡Feliz Halloween!

El rostro de Candace era la réplica exacta de un volcán a punto de erupcionar y parecían faltar escasos segundos para que explotase en gritos.

—¡Todo esto es por tu culpa, ¿sabes?! —recriminó con rabia, poniendo su dedo índice acusatorio sobre mí—. Después de que te mudaras, las cosas entre Abby y yo estaban bien, ¡pero de un día para otro le has comido la cabeza! ¡la has vuelto contra mí! ¡Eres una manipuladora!

—¿Comerle la cabeza...? Por favor, Candace... no me hagas reír —dije, rodando los ojos. Estaba harta de ella—. Solo supérame de una vez. Olvídate de mí.

Candace acabó atendiendo a su amiga, quien no había parado de quejarse por haber mojado su conjunto nuevo. Finalmente, decidieron irse a sus respectivos cuartos. Mientras tanto, Abby no paraba de comentar lo gracioso que había sido todo y describir con detalle las caras de nuestras examigas. A la conversación se nos unieron también Susan y Sean, quien este último no tardó en preguntarnos si su trampa había funcionado. Estaba orgulloso de ella.

—Así Candace va a aprender rápido a no meterse con mis chicas —dijo Susan, pasando ambos brazos por nuestros respectivos hombros, a modo de abrazo colectivo.

—Conociéndola, esto solo acaba de empezar... —Suspiré.

Susan prosiguió hablando de la opinión que tenía de ella y de su maldad, pero cuando en mi campo de visión entró repentinamente Dereck, mi mente se fue de esa aburrida conversación. Solo la escuchaba por encima. 

Estaba con un grupo de amigos, a varios metros de mí y uno de ellos no me fue muy difícil de identificar cuando se giró. Se trataba de Marlon. Parecía que, a pesar de esos constantes rifirrafes de los que yo misma había podido ser testigo, Dereck y Marlon seguían siendo amigos. Además, me sorprendía cuando me percaté de que Dereck se había desmaquillado el rostro. Había dejado de tener pinta de Joker.