23. Fingir ser Fuerte

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El resto de la tarde me mantuve con mis pensamientos enfrascados en la tareas de la universidad, intentando no pensar en el día que era ni en el capullo de mi compañero de piso

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El resto de la tarde me mantuve con mis pensamientos enfrascados en la tareas de la universidad, intentando no pensar en el día que era ni en el capullo de mi compañero de piso. Cada vez que nos encontrábamos en alguna de las estancias comunes del apartamento, hice el esfuerzo de pasar olímpicamente de él, mientras que él no parecía molestarse demasiado en entablar alguna conversación conmigo.

Después de cenar, me quedé sola en el apartamento. Tal y como habían dicho hacía unas horas, mis tres compañeros de piso habían decidido salir de fiesta ese martes noche.

La soledad parecía ser una buena compañera y amiga, así que en cierta manera agradecí tener espacio para mí sola en el apartamento justamente ese día. Podía hacer lo que quisiera, tener tiempo para mí sin que nadie me molestase. Me senté en el sofá junto a mi suave manta favorita y decidí poner Netflix en la televisión junto a las chocolatinas que increíblemente Ralph me había regalado esa mañana. Era paradójico pensar que ese día Ralph se había comportado de manera tan encantadora y Dereck, en cambio, había decidido seguir con su prepotente actitud.

Mientras veía una película de comedia para levantar mi ánimo, no podía remediar que de vez en cuando mi mente se trasladara a esos años felices en mi familia. A esa infancia en la que aún éramos cuatro miembros en la familia. A pesar del tiempo, el dolor nunca se había desvanecido, seguía igual de presente como el primer día. Simplemente tuve que aprender a convivir con ese sufrimiento día a día y, no solo eso, tuve que adoptar el papel fuerte lo cual lo hacía más duro todavía. A la edad de catorce años había tenido que madurar antes de tiempo, mostrarme fuerte para mi padre y mi hermano. Cuidar de ambos, quienes estuvieron con ella en sus últimos segundos antes de morir, quienes tuvieron que ver cómo se disipaba el último aliento de vida en su cuerpo.

A pesar de ser una comedia, acabé la película entre lágrimas y pañuelos usados. Me sentía alicaída, sin ganas de hacer nada y mis negativos pensamientos me abrumaban.

Recogí todos los pañuelos y envoltorios de chocolate al que me había atiborrado y apagué la televisión en cuanto comenzaron los créditos. Tras ponerme el pijama, me lavé los dientes e intenté despejarme echándome agua fría en la cara para hacer desaparecer las secuelas de las saladas lágrimas en mi rostro.

Sin embargo, parecía que ese odioso día aún no había terminado para mí.

Antes de que pudiera tan siquiera pisar mi habitación para irme a dormir de una vez, Dereck, Sean y un aletargado Thomas hicieron su aparición en el apartamento. Eran aún las once y media de la noche, por lo que habían llegado antes de lo previsto. Demasiado temprano.

—Nat... ¿puedes ayudarnos a llevar a Tom...?—me pidió Sean.

Entre Dereck y él, estaban sujetando a Thomas por los brazos y entonces fui plenamente consciente de por qué estaban tan pronto aquí, así como del porqué del aparente desequilibrio de mi hermano.

Para ser exactos, mi hermano se encontraba completamente ebrio. En esa fase en la que todo a tu alrededor te da vueltas, sientes náuseas y prácticamente no puedes tener en pie por ti solo. Pero lo peor de todo no era su estado... sino el porqué de su estado.

Desde que Llegaste. © #1 [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora