La rapidez con la que mi rostro palideció delataba todo signo de confusión e inquietud ante lo que acababan de escuchar mis oídos.
—¿Que has hecho qué? Estarás de broma —reprendí, deseando que me estuviera tomando el pelo como siempre.
—Ojalá, Nat... pero no. Todo esto es totalmente en serio —murmuró, llevándose ambas manos a la cabeza para resoplar. Ni siquiera se atrevía a mirarme del todo a los ojos.
Toda la furia subió entonces de golpe por todo mi cuerpo, dándome cuenta en ese instante de lo que suponía para mí tener drogas metidas en la mochila.
—¡Pero ¿tú estás loco?! —chillé y seguidamente le propiné un empujón. Había llegado un punto en que estaba saturada por todo lo que me rodeaba. La poca paciencia que me quedaba con él se nubló al momento—. ¡¿Por qué?! ¿Tanto me odias?
Me permití la garantía de darle varios empujones más, mientras me quejaba de lo insoportable e idiota que era conmigo. Él solo los aguantaba dando varios pasos hacia atrás y suspirando, como si hubiera comprendido que se lo tenía bien merecido.
—Nena... lo solucionaremos.... Pero tranquilízate ¿quieres? —dijo con aspereza, pero aquella frase hizo el efecto contrario.
—¡No te atrevas a llamarme así otra vez! ¡Estoy harta de ti y de tus ataques gratuitos!
Odiaba que se dirigiera a mí como nena. Volví a empujarle sin remordimientos, estaba desahogándome por todo lo que me había hecho y todas las veces que se había burlado desde que llegó a mi vida; hacía simplemente tres infernales días.
—Vale, vale... Ya está bien —exasperó y seguidamente me cogió de ambas muñecas para frenar mis constantes embestidas—. Ya he tenido suficiente, ¿no crees?
Me solté rápidamente de su agarre y me crucé de brazos. En todo lo que había dicho hasta el momento, esa era la única vez que tenía razón. Ya había tenido suficiente con mis empujones.
—Es lo que te mereces —me defendí.
—Puede. Yo no he dicho lo contrario.
Miré hacia mi izquierda y ahí seguían los policías junto a sus perros husmeando en la arena, cada vez más cerca de donde nos encontrábamos. Podía observar todo el panorama y las todo tipo de reacciones ante la llegada de los agentes; adolescentes corriendo, algunos que todavía ni se habían inmutado y otros que simplemente acataban las consecuencias de sus actos.
Mientras tanto, ahí seguía mi mochila, intacta sobre la arena cerca de la orilla.
—¿Ahora qué? ¿eh? —increpé gesticulando—. Tú me has metido en este lío, así que tú me sacas de él.
Dereck suspiró y se llevó una mano al rostro para frotárselo. Sus ojos indicaban que estaba intentando encontrar una buena solución a todo el desastre que había provocado.
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Desde que Llegaste. © #1 [COMPLETA]
Novela Juvenil¿Puede haber alguien más insoportable en el mundo? Definitivamente Dereck Hughes es arrogante, maleducado, prepotente y un casanova en toda regla. No suena muy bien ¿verdad? Resulta bastante difícil lidiar con esa personalidad que tiene, pero aún m...