4. Verde Pistacho

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Me colgué la mochila al hombro y salí del edificio principal

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Me colgué la mochila al hombro y salí del edificio principal. Como todos los días mis amigas solían esperarme en la parada del bus, aunque esa vez tenía mis dudas de que se encontraran allí.

Me resultaba extraño pensar que cuando llegara a casa, todo sería distinto a lo habitual. No estaría junto a mis amigas y sus locuras sino con dos chicos y mi hermano, el cual desde la noche anterior no veía.

Me paré un momento para sacar el móvil y enviarle un mensaje a Abby para asegurarme de que nuestro plan de tomar helado seguía en pie. Mientras esperaba su respuesta, de pronto noté que alguien me tocaba el hombro.

—Natalie... ¿podemos hablar? —dijo cuando me giré y al momento quedé helada al encontrarme unos profundos ojos miel. Aquellos que habían conseguido ilusionarme como ningunos otros pero que acabaron siendo mi mayor decepción.

—¿Ahora...? —pregunté dubitativa.

La última vez que hablé con él fue cuando decidió cortar conmigo, cuando me dijo aquellas palabras tan hirientes. Tras ello, a lo largo de esa semana, había sido como si fuera invisible para él, como si nunca hubiese estado en su vida. No se había siquiera molestado en preguntar cómo me encontraba ni mandarme un simple mensaje de texto diciendo: "¿Cómo lo llevas?".

Acabé suponiendo que ese tipo de rupturas; en las que se sigue manteniendo un contacto cordial con quien ha sido tu pareja, solo pasa en las películas o novelas románticas.

—Te he visto en la cafetería con... Candace. Lo que estabais diciendo y, bueno, yo... —empezó a decir, ni siquiera me miraba a la cara. Parecía avergonzado. Yo también lo estaría si estuviera en su piel; me avergonzaría de ser tan gilipollas—. No sé ni qué decirte. Toda esta semana está siendo muy rara....

Sin embargo, el claxon de un coche le interrumpió. Miré hacia la derecha, donde se encontraba la carretera y al momento identifiqué un Audi descapotable aparcado. Parecía recién pintado, los matices de su color grisáceo resplandecían a la luz del sol de Los Ángeles. Era un cochazo, para ser exactos. Pero ignoré aquel pitido porque obviamente no conocía a nadie con tal coche y volví a mirar a mi exnovio.  

—¡Natalie Olsen...! ¿Te vienes? —dijo una voz, lo que me hizo girarme de nuevo en esa dirección. Al segundo me encontré a Sean que salía de un salto de la parte trasera del coche para aproximarse a mí y sin poder remediarlo esbocé una sonrisa.

Observé los asientos de delante del coche y en el asiento del conductor localicé a Dereck hablando con una chica que estaba de copiloto.

—Vamos a salir un rato, pero antes pasaremos por el piso. Si quieres podríamos acercarte —me dijo entonces.

—Anda, pues... —Miré un segundo a Ralph quien se había cruzado de brazos y dedicaba a mi compañero de piso rubio una mueca de desconfianza más que notoria.

—Nat, reina... Sabes que siempre te puedo llevar yo —objetó Ralph.

Mis cejas se dispararon hacia arriba al oír aquel mote. No podía creer el cambio tan repentino de actitud que estaba teniendo Ralph frente a la presencia de Sean e incluso noté que se había acercado mucho más a mí de lo que estaba antes. Solo le faltaba poner su brazo sobre mis hombros y decirme que éramos novios de nuevo sin yo saberlo.

Desde que Llegaste. © #1 [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora