12. Desastrosa Disculpa

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Llegué exhausta a casa tras haber recorrido dos manzana de los alrededores de nuestro apartamento

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Llegué exhausta a casa tras haber recorrido dos manzana de los alrededores de nuestro apartamento. Siempre que había necesitado pensar y despejar la mente de problemas me animaba correr, incluso más que la comida. Dejarme llevar por las piernas y superarme a mí misma cada día me hacía sentir viva. Pero esa vez, como estaba algo desentrenada y distraída, no alcancé ni la mitad de los kilómetros del anterior día.

Entré en la cocina y cogí un botellín de agua para hidratarme con los pensamientos todavía en la inesperada conversación que había tenido con Ralph esa mañana. De poco me había servido correr para despejar la mente si aún seguía pensando en ese estúpido.

Crucé la puerta que daba al salón que extrañamente se encontraba apagado y le di al botón de la luz. Pero me detuve al escuchar una voz femenina que se quejaba y movimiento en el sofá.

—¿Interrumpo algo...? —pregunté sin pensar.

Alguien refunfuñó unas palabras que no pude identificar y al instante encontré a Vanessa con el pelo completamente alborotado abrazada a Dereck. Estaban tumbados en el sofá, frente a la brillante televisión en la que parecía estar puesta una película.

«Oh, sí. Y tanto que interrumpes...»

—¿No decías que estábamos solos en casa?

—Sí, estábamos —respondió la ronca voz de Dereck—. Pero ya no.

—Pues vaya gracia —protestó ella.

Ambos se incorporaron del sofá y noté los ojos de Dereck posarse en mí. No pude evitar recorrerle con la mirada y al momento me di cuenta de que no llevaba camiseta, podía ver perfectamente sus pectorales y parte de sus abdominales desde mi sitio. Él pareció darse cuenta de mi fortuito repaso al dedicarme una mirada llena de suficiencia, lo que me obligó a apartar la vista y forzar una mueca de apatía.

—Eh... bueno, yo... —balbuceé avergonzada—. Ya... ya me iba. No sabía que estabais aquí, perdonad.

¿Se lo estaban montando en el sofá? Esperaba que, por respeto a todos nosotros, no fuera así. Giré sobre mis talones dispuesta a irme, pero las palabras de Vanessa me detuvieron.

—Tu tranquila. Parece que es imposible tener un poco de intimidad en este apartamento, así que tú compórtate como en tu casa Natalie. —El tono de Vanessa tenía cierto retintín, por lo que no sabía si tomarme ese comentario como uno amigable o todo lo contrario.

—Bueno técnicamente es su casa, Vanessa —intervino Dereck para mi sorpresa—. Tiene derecho a estar aquí.

—Eh... bueno, sí. —Reí con nerviosismo—. Tengo derecho estar aquí, pero no...

—No... ¿qué? No pasa nada, quédate —dijo mi compañero de piso con una sonrisa, lo que me dejó descolocada—. Puedes hacernos compañía, será divertido.

—¿Cómo? —saltó su novia, claramente—. ¿Qué te crees que haces? Estarás de coña.

La miró con cierta burla en sus ojos, lo que me indicó que estaba tomándole el pelo a su novia a mi costa y ella le fulminó con unos ojos a punto de asesinarle. Si yo fuera ella, ya le habría pegado varios guantazos. Se los merecía.

Desde que Llegaste. © #1 [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora