🦋Capítulo 6

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~Lucas~

Ha pasado un mes desde que llegó la nueva niñera a casa. Al principio Ami no la quería, decía que prefería a Luciana, pero poco a poco, Carla se la fue ganando. Los primeros días Amaia no la dejaba ni entrar, cuando llegaba la hora en que venía la niñera, ella escondía las llaves. Pataleaba, gritaba, lloraba; hizo de todo para que se fuera. Pero Carla tuvo mucha paciencia, y se la ganó.

A mi hermana se la habrá ganado, pero a mí, no. No sé, no me da buena espina. Y es raro, a mí nunca me pasó esto, nunca nadie me ha caído mal. Soy una persona bastante sociable, mas hay algo en ella que no me agrada. Es algo difícil de explicar, que no acabo de entender. A lo mejor me equivoco... o no.

Durante todo este mes, fui todos los días a la casa de Bruno, a saludarlo, a hablar un rato, a jugar a la play... A mirar por su ventana para encontrarme con Mariana, pero no, nunca la vi. Y eso me frustró más de lo que jamás creí que lo haría. Es como si aquella noche, en donde nos conocimos, hubiera sido producto de mi imaginación, y en realidad, ella no existe.

No he dejado de pensar en ella, en sus iris tan negros como la oscuridad, en sus ojitos tristes y mirada perdida. Nunca me ha gustado la noche, la oscuridad (de niño le tenía pánico), pero ese negro es distinto, ese negro no sale de mi cabeza, ese negro me parece tan perfecto. Pero como ya dije, no la he vuelto a ver, ni siquiera a su amiga, la drogada. ¿Acaso yo era el drogado, y cree una situación que nunca sucedió?

Suspiro. Hoy mis padres iban a pasar todo el día con Amaia, pero surgió un imprevisto en el hospital, por lo que llamaron a la niñera para que venga a cuidar de mi hermanita. Claramente no sabía esta información, porque de lo contrario, nunca habría hecho planes. Desde que esa mujer llegó, cuando está en mi casa, yo no me les despego ni un segundo, no confío en ella.

Cuando le digo a Bruno que no voy con él, por poco me mata.

—No te vas a echar para atrás, hoy no. Llevás todo un puto mes sin ir a una fiesta. Vas de tu casa a la mía. ¡Necesitás salir! Te vas a pudrir acá dentro. 

No creo que falte mucho para eso.

Ni yo.

Somos la misma persona, estúpido.

Bueno, bueno. Menos agresividad.

—Qué exagerado que sos —bromeo—. Además, es una fiesta como cualquier otra, no es para tanto.

Mi amigo me mata con la mirada (si es que se puede. Y aunque no se pudiera, él se las ingenia para poder), y yo, lo único que le doy como respuesta, es un encogimiento de hombros.

—No es una fiesta cualquiera, ¡es la fiesta del año, estúpido! —pongo los ojos en blanco ante su comentario. Lo peor es que quería ir. 

—¿La fiesta del año no era la de Fátima? 

—Eso no fue una fiesta, eso fue una mierda —hace una mueca de asco, que luego cambia por una sonrisa—. Lo único bueno fue conocer a Valentina y a Mariana. Lo malo es que no las volvimos a ver. Yo todavía no lo puedo creer, cómo fui tan estúpido de no pedirles el número de celular, o el Instagram por lo menos —emite un suspiro, a la vez que niega con la cabeza.

Desde que Bruno llegó a mi casa, nos instalemos en la sala. Él sabe que no me agrada Carla, pero dice que son imaginaciones mías, que si hubiera algo malo en ella, el Doctor Sosa nunca la hubiera recomendado, ni contratado en un principio. Puede que tenga razón (okey, sí. La tiene), pero de todas formas, no me convenzo, no puedo.

Nuestra conversación se ve interrumpida por mi celular, el cual me avisa que me están llamando, al mirar la pantalla no lo dudo, atiendo, con una sonrisa en el rostro. 

🦋Perfectamente Imperfectos🦋Donde viven las historias. Descúbrelo ahora