~Mariana~
Las calles están desiertas, los únicos sonidos que se escuchan son nuestras pisadas, mi risa junto a la de Val, y la voz de Federico contando chistes demasiado malos. Horribles.
Caminamos, caminamos, y caminamos. Pero no llegamos. El camino se está haciendo eterno.
A las cuatro de la mañana la fiesta llegó a su fin, aunque con los chicos nos quedamos media hora más, para ayudar a Tomás a recoger las cosas. Sí, esa no era la casa de un amigo suyo, es de él. La alquiló en el momento que decidió venir a vivir nuevamente a esta ciudad.
Sin embargo, cuando nos subimos al auto de Bruno, no llegamos ni a la esquina, porque directamente no arrancó. Así que él decidió dejarlo en el garaje que Tom tiene en su casa, luego de que mi amigo le garantizara que lo cuidaría hasta que lo fuera a buscar, y nosotros, volvemos a pie.
Suerte que me puse mis Vans.
A las cuatro y cincuenta comenzamos a caminar hacia la casa de Val, pero ya son las cinco y cuarto, y siento que el camino se hace eterno.
Lucas y su mejor amigo caminan detrás de nosotros, supongo que hablando, aunque no estoy muy segura. Por lo que tengo entendido, los chicos se van a quedar en la casa de Bruno, ya que les queda más cerca, y de pasada me dejan a mí. Por fortuna vivimos en el mismo barrio con Bruno, sino ellos tendrían que caminar más.
De pronto siento unas manos en mi cintura, mas no me altero, el aroma cítrico que desprende su perfume, me relaja. Lucas me pasa un brazo por la cintura, colocándose a mi lado. Besa mi frente, y me aprieta contra su castrado.
En el tiempo que he pasado con él, descubrí que cuando se pone tan cariñoso es porque quiere besarme, pero se controla. Le sonrío, y seguimos caminando. Bruno toma de la mano a Valentina, y van a nuestro lado, Fede tiene toda su concentración en su celular, y en no caerse mientras escribe mensajes.
Me gusta lo que he formado en este último año, de estar todo el día encerrada en mi habitación, y solamente hablando con Val, pasé a tener un mejor amigo, un hermano del alma, y un novio. Nunca pensé estar rodeada de tantos hombres, pero ellos son especiales, ellos hacen que cualquier día nublado se vuelva soleado, con solo sonreír.
Es lindo tenerlos en mi vida, y creo que todos necesitamos un amigo, que sin pedírselo, nos preste su hombro, como Bruno. Una persona que te saque sonrisas, y te haga sentir bien contigo misma en tus peores momentos, como Federico. Una amistad que ni el tiempo ni los miedos logran romper, como la amistad de Tomás. Una persona que estará contigo aún sin saber que la necesitás, como Valentina. Y una persona que te hará ver los distintos colores de la vida, que te mostrará otros aromas, que te pondrá a prueba una y mil veces (aún si vos desconocés que lo está haciendo), que te enseña que a pesar de las heridas que tengamos por dentro, todavía nos quedan fuerzas para un último intento; como Lucas.
Me gusta poder decir que me siento cómoda en mi propia piel, es raro, pero así lo siento, y no es para nada desagradable.
—¿Y cómo vas con el libro que estabas leyendo? El día que dejó de llover en África, ¿no? —me pregunta Fede, sacándome de mis pensamientos.
Parpadeo, una, dos, tres veces. Intento, juro que pongo todo de mí, pero la carcajada se me escapa sin poder retenerla por mucho tiempo más. El día que dejó de llover en África, ¿eso existe?
Lucas ríe por lo bajo, ocultando su risa, y claro, con la mía siendo el centro de atención, la suya pasa desapercibida. Juro que me duele la panza y las mejillas de tanto reírme, sin embargo, no puedo parar.
La parejita nos miran confusos, no entienden nada, ellos estaban muy perdidos el uno con el otro.
Fede entrecierra los ojos, y frunce el ceño, pobre, debe estar alucinando.
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🦋Perfectamente Imperfectos🦋
Romance[COMPLETA] 🦋🦋🦋 Mariana Cervantes, es una chica que odia estar rodeada de personas. Sobre todo de hombres. Lucas Ruiz, es un chico sociable, siempre está rodeado de personas, ama pasar tiempo con su familia y amigos. Mariana aprendió desde muy chi...