🦋Capítulo 56

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~Mariana~

Hay demasiado movimiento. Enfermeras entran y salen. El doctor que entró hace más de veinte minutos, aún no ha dado explicaciones.

¿Qué estará pasando? No lo sé.

¿Mi hermano tendrá otra crisis? No lo sé.

Si tiene otra crisis, ¿podrá salir de esta? ¡No lo sé! No lo sé porque nadie dice una mierda. Pasan frente a nosotros, pero cuando le preguntamos, no dicen nada, y siguen su camino.

Me estoy desesperando.

Arturo está con mi padre, tratando de conseguir información, pero por sus caras, supongo que no lo están logrando. ¿Dónde está Esteban? Él es el único que podría ayudarnos en este momento.

Valentina mueve su mano por mi espalda, tratando de calmarme, mas no lo consigue, sigo mordiendo mi labio superior, al tiempo que muevo las piernas. Necesito saber qué está sucediendo, la incertidumbre me está matando. No hago más que pensar en distintos escenarios, todos trágicos, y donde las lágrimas llenan nuestro rostros, y no de felicidad. Lo sé, soy pésima para dar buenas vibras. O para pensar positivamente. Lo siento, es hereditario.

Inhalo.

Exhalo.

Inhalo.

Exhalo.

Esto de la respiración es un asco, no sirve para nada. De hecho, estoy más nerviosa.

Trueno mis dedos, tanto, que cuando quiero seguir, ya no se escucha el sonido placentero de las articulaciones al crujir. ¿Tanto les cuesta detenerse dos segundos, y decirnos qué carajos está pasando? Si no viene nadie en los próximos diez minutos, creo que me voy a desmayar de los nervios que estoy pasando. Y juro que no estoy exagerando.

—¿Saben algo? —su voz me hace bajar las revoluciones, y prestarle atención.

—Aún no. No se sabe nada —responde mi mejor amiga.

—Mi padre me dijo que era normal, que pronto van a salir, y les van a dar noticias.

Su voz me transmite más tranquilidad de lo que cualquier ser humano es capaz de transmitir. ¿Eso es bueno o malo? Ni idea, pero lo disfruto.

Me levanto de mi asiento, y lo abrazo. Necesito tenerlo cerca. Para mi buena fortuna (algo que no tengo muy seguido), él me envuelve con sus brazos, y me aprieta contra sí. Oculto mi rostro en su pecho, inhalando su fragancia cítrica. No ha cambiado su perfume.

—No me sueltes Lucas —murmuro. Ejerce más presión en mi espalda, apretándome más contra él. Si antes había algo de espacio entre nosotros, acaba de desaparecer.

—Tranquila, mi rayito de luz, no voy a cometer el mismo error dos veces.

Sonrío. Por primera vez en el día, sonrío. No sé qué estarán pensando a nuestro alrededor, ni me interesa. Ahora solo me estoy permitiendo disfrutar de este momento lleno de calma y amor. No sé si las demás personas hayan sentido lo que yo en este momento, es como estar recostada en la playa, vacía, y solo escuchar el murmullo del agua, los pájaros cantar, el ondeo de los árboles por el viento, y el sol en tu cara. Es como si el mundo se detuviera en ese instante, y no saber qué va a suceder luego, pero tampoco te importa, porque estás en un nivel tan alto de relajación, que el cerebro está dormido, en pausa.

Es como si todos tus demonios y dolores se esfumasen por unos minutos. Por unos minutos que te gustaría que fueran más prolongados. Eternos.

Lucas no solo es la persona a la cual amo, también es quien me llena de calma, de paz, de esperanza. Él es el único por el cual siento que la palabra «amor» tiene sentido. A lo mejor esté mal, y no debería pensar así, pero no puedo, ni quiero, evitarlo. Con él a mi lado, siento que todo es como debería de ser, como quiero que sea.

🦋Perfectamente Imperfectos🦋Donde viven las historias. Descúbrelo ahora