🦋Capítulo 20

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~Mariana~

Hoy me desperté más tarde de lo normal, por lo que llego unos varios minutos tarde a clase. Todo el fin de semana me invadieron recuerdos de Valentina, pero el que más me dolió, fue en el que nos prometimos que siempre íbamos a estar juntas. Ella lo dijo en palabras, y yo aferrándome a su abrazo con todas mis fuerzas. Aferrándome a ella. El lado bueno (si es que hay uno en todo este sufrimiento), es que no tuve pesadillas, solo fueron imágenes de ella.

Apenas pongo un pie dentro del salón, me quedo de piedra.

—¿Va a entrar, o se va a quedar ahí parada, interrumpiendo mi clase, señorita Cervantes?

Uy... Sí, lo peor no es llegar tarde, no. Lo peor es tener que soportar la primera hora con la profesora Martínez. No solo odio a la profesora, también a su materia. ¿En serio tienen que poner Historia tan temprano? Mi cerebro no funciona a esta hora. Ignorando a la profesora, camino hacia mi lugar. Mientras lo hago, mi mirada conecta con la del chico tacleador, él me regala una preciosa sonrisa con cariño. Yo lo imito. Luego, mi mirada pasa a la de Bruno, él también me mira. Sin emitir sonido, le digo: «Gracias». Porque sé que esto, es gracias a él. Sé que Val está sentada ahí, gracias a él.

Bruno, en respuesta, alza la comisura izquierda de su boca, a la vez que asiente sutilmente con la cabeza. Tomo asiento en mi lugar. La profesora optó por ignorarme y seguir dando la clase. Empiezo a sacar mis cosas, con la atenta mirada de Val sobre mí.

Al levantar la cabeza, veo de reojo que se muerde el labio superior, y mueve la pierna derecha, cosa que hace siempre que está nerviosa. Una pequeña sonrisa crece en mi rostro, sé que quiere hablarme, pero tiene miedo, por lo que la ayudo. Me inclino hacia la izquierda, donde está sentada, al lado mío, y le susurro:

—¿Luego... te gustaría hablar?

Me mira, con una pequeña sonrisa tímida, agradecida.

—Me gustaría. Sí —asiente.

Bueno, creo que esta semana no está empezando nada mal. Espero poder arreglar mis casas con ella, de verdad que lo espero.

La clase continúa, y la presión en el pecho que he tenido durante tres semanas, va disminuyendo. Con Valentina todo es más fácil.

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Tras soportar una interminable clase de Historia, en donde estuve a nada de dormirme (repito, ¿a quién mierda se le ocurre poner esa materia a primera hora de la mañana? ¿Dónde está la empatía por los alumnos?), por fin nos dan un respiro. Suena el timbre del recreo, y se crea una avalancha, literalmente, para poder salir. Como no me gusta el contacto físico, espero muy paciente a que todos terminen de salir.

Ya en el patio, me siento en un banco de hormigón, bajo un árbol, al lado de una nerviosa Valentina. Ella muerde su labio inferior y entrelaza sus dedos para jugar con ellos, mientras observa con toda su atención esos movimientos. El aire fresco pega en mi rostro, y un aroma a lavandina llega a mi nariz, paso la mirada para encontrar el origen, y veo a una trabajadora de limpieza limpiando el trapo de piso en la canilla que se encuentra en el patio.

Cuando vuelvo mi mirada a mi amiga, ella sigue con la mirada baja, sin emitir sonido, haciendo el mínimo ruido a la hora de respirar.

—Val, si no podés hablar, puedo empezar yo...

—No —se aclara la garganta, y sus ojos verdes chocan con los míos—. Dejame empezar a mí, ¿sí? —asiento con mi cabeza un par de veces, aceptando que ella necesita largar lo que tanto la atormenta— Yo... En esos días no estaba bien. Me sentía patética, me sentía utilizada; sentí que nadie me quería. El día que vinimos con Bruno a ver las listas, nos cruzamos a su amiga... la pelirroja —la chica fuego, Melissa—. Ella lo apartó hacia un castado, sin siquiera reparar en mí, y comenzaron a hablar, hasta que ella se puso a llorar. Bruno había quedado conmigo para después de eso ir a pasear, tomar un helado, pasar rato juntos, en fin. Pero... —¿como que siempre hay un pero, no?—. Cuando volvió a acercarse a mí, se disculpó, y me dijo que no podíamos salir porque tenía que estar con su amiga. Y te juro que lo entendí, claro que lo entendí, yo haría lo mismo por vos.

🦋Perfectamente Imperfectos🦋Donde viven las historias. Descúbrelo ahora