C A T O R C E

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1 de abril de 1953

Hay una frase que solía escuchar mucho de pequeña. Al menos eso creo. La memoria no es ni remotamente fiel a la realidad, así que es probable que la hubiese escuchado tan solo una o dos veces y que me hubiese dejado tanto calado que ahora me resulte tan repetida. 'Lo que amamos, lo mencionamos'. Tiene sentido si lo piensas: cuando tienes predilección por algo –una cosa, una persona, un lugar, un tema –hablas de ello sin parar. Lo mencionas tantas veces porque es lo que más presente tienes en tu cerebro, lo más accesible y lo más propicio a traducirse en palabras. Como cuando llega el verano pegajoso y acalorado y no puedes parar de repetir "qué calor hace", hasta el punto de convertirte en un ser repetitivo y cansino.

Usualmente no nos damos cuenta de este fenómeno, así que me quedé algo sorprendida cuando el oficial Fernsby hizo hincapié en ello.

―Ese chico, ¿Taehyung? Debe ser muy importante para ti. Casi tanto como un hermano, ¿verdad? ―pregunta de pronto, después de que yo le haya mencionado casualmente una de mis muchas preocupaciones. ¿Dónde estará? ¿Estará bien? ¿En primera línea de fuego o en la retaguardia? ¿Tendrá amigos con los que pueda ser él mismo?

―Exactamente, no lo sé ―me encojo de hombros, sintiendo de repente la necesidad de cerrar la boca e impedir que mis pensamientos fluyan sin filtro. ― Nunca he tenido un hermano. Pero sí, es muy importante para mí. Por eso no puedo dejar de pensar en cómo estará. Al fin y al cabo es una guerra, hay razones para elucubrar de forma negativa.

En la plaza, un niño pequeño llora en los brazos de su madre y me distrae por un momento. Mientras tanto el oficial Fernsby deja su gorra de plato a un lado del banco en el que estamos sentados y se gira completamente hacia mí.

―Tus preocupaciones son mis preocupaciones. Moveré algunos hilos a ver si puedo averiguar en qué regimiento está destinado.

―¿De verdad? ―mis ojos se agrandan con incredulidad y me inclino hacia él instintivamente. ―¿Podrías hacer eso?

―Por supuesto. Cualquier cosa que te haga feliz será mi principal cometido. ― El oficial sonríe. Me he dado cuenta de que la mayoría de veces lo hace solo de un lado, como si fuera una sonrisa traviesa y coqueta.

Espero pacientemente dos semanas hasta que un día me trae las buenas nuevas: Taehyung está en un selecto grupo perteneciente al Mando de Transmisiones cuya función, según el oficial, es prestar apoyo de sistemas de información y telecomunicaciones a unidades menores como regimientos y batallones. Al parecer es un trabajo seguro, que no implica demasiada exposición al peligro más que el esperando estando en guerra. Las noticias me serenan y me agradan tanto que me paso los siguientes días exudando una felicidad irreconocible.

Mi pensamiento, por lo tanto, está tan enfocado en Taehyung que dejo de tomar consciencia de lo que tengo a mi alrededor. El aire caliente y cargado de nuestra habitación en la pensión se me hace más llevadero, los días de hambre y penurias se me antojan más cortos y los paseos junto al oficial Fernsby me resultan amigablemente entretenidos. No me llego a cuestionar por qué pasamos tanto tiempo juntos, ni por qué se preocupa por mí ni por qué me pone su abrigo por los hombros para calentarme cuando tengo frío. Estoy tan aislada dentro de mí que no sé cómo reaccionar cuando finalmente sucede.

El oficial Fernsby camina a mi lado por el parque que atravesamos varios días a la semana. No es demasiado grande pero tiene muchos árboles que, en esta época del año, empiezan a florecer tímidamente. La mayoría tienen tan solo capullos, diminutas explosiones de color que anuncian la llegada de una nueva estación, de un cambio, de una nueva etapa. El oficial, como es muy alto, da unas zancadas enormes, así que tiene que contenerse para caminar a mi ritmo.

―Será el primer verano que pase en Busan. Al parecer la humedad aquí es desalentadora pero estos parques tienen que verse preciosos. Imagínalo, en un par de meses pasearemos por aquí y todo a nuestro alrededor serán delicados pétalos de vivos colores e insectos revoloteando a nuestro alrededor. Habrá tanta vegetación que no se podrán ver los edificios bombardeados a los costados ni las carreteras llenas de deshechos. Será todo tan bonito.

―Si tú lo dices, seguro que lo será ―dice coquetamente y yo suelto una risita. ― Pero no estaré aquí para verlo. Los altos mandos han decidido que mi trabajo aquí ha terminado, vuelvo a Boston el próximo cambio de quincena.

―Oh ―exhalo haciendo un mohín con los labios. Agacho la cabeza asimilando sus palabras, viendo como mis pies siguen dando los mismos pasos como si mi corazón no se sintiera pesado por la noticia. El oficial Fernsby es mi única compañía, es agradable y atento, además de ser una gran ayuda.

―Hyori ―me llama, agarrándome del brazo sutilmente, y me paro a mirarle. Sus ojos claros siempre me dan una extraña sensación, son demasiado punzantes y fríos. Me cuesta mantenerle la mirada. ― Quiero que vengas conmigo.

―¿Huh? ―frunzo el ceño confundida y él se inclina hacia mí y me toma de las manos. Las suyas son grandes, varoniles, pálidas y de nudillos rojizos.

―Quiero que me acompañes a Boston porque quiero que te cases conmigo.

Tras la Guerra || KTHDonde viven las historias. Descúbrelo ahora