T R E I N T A I S I E T E

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19 de enero de 1963

Una expresión fantasmal se adueña de mi semblante. Al oír la voz de su padre, Sophia intenta zafarse de mi agarre y salir a verle, pero yo la retengo y la agarro fuerte de los hombros, juntándola a mí todo lo posible. Estamos contra la pared, justo al lado donde se encuentran los dos hombres, y somos capaces de oírlo todo. Pero por unos segundos lo único que puedo escuchar son los latidos desbocados de mi corazón por todos lados: en el cuello, en los oídos, en los dedos... Siento las palpitaciones hasta en los párpados.

―Ah es usted el marido de mi antigua empleada. Hace tiempo que dejó el trabajo en el periódico y desde entonces no he sabido nada de ella ―Taehyung habla con una voz grave y cálida, cargada de solemnidad, sin un atisbo de inseguridad. Mi marido no sabe que fuimos juntos al velatorio de mi madre, de haberlo sabido no lo hubiese permitido. ―De todos modos, no es apropiado venir a la casa de su empleador a preguntar tal cosa. ¿De dónde ha sacado mi dirección?

―No te las des de soberbio conmigo, Kim Taehyung. Sé mucho más que tu dirección. Ahora dime, ¿dónde tienes escondida a mi mujer? ¿Me la quitaste tú o fue ella la que vino a ti?

―No sé de qué está hablando. Si su mujer ha desaparecido hable con la policía ―dice Taehyung con la finalidad de dar por terminada la conversación. Se escucha un sonido seco y rápido, e imagino que Barclay ha frenado la puerta que se cerraba en sus narices.

―Soy militar y estadounidense, puedo hacer mucho más de lo que podría hacer tu estúpida policía. Te estoy dando la oportunidad de que me la entregues. Nadie tiene por qué enterarse de esto ―escucho desesperación en su voz, una lucha por mantener el control de la situación. Su mujer ha huido de casa y no quiere que nadie lo sepa. Quiere mantenerlo privado porque su careta de hombre educado, impoluto y servicial se caería al suelo en el momento en que se supiera que es un infiel que maltrata a su mujer y que ella le ha dejado.

―Creo que no sabe bien con quién está hablando. Soy un hombre con muchos recursos y tengo en mi poder la dirección del periódico más relevante del país. Podría publicar toda esta historia mañana mismo. Yo que usted tendría cuidado a quién amenaza ―las palabras de Taehyung son más intimidantes que su voz, que sigue en calma y contundente. Apostaría a que incluso le ha sonreído.

―Sé quién eres Kim Taehyung. He tardado en darme cuenta pero ahora lo sé. Eres el niño patético que le mandaba cartas a mi mujer. ¿Sabes lo que hice cuando me enteré? Las destrocé todas y la di una buena paliza a esa zorra que ahora intentas proteger. Espero que sepas que solo la estás haciendo más daño. Todo lo que la pase cuando vuelva conmigo, porque volverá, cargará sobre tu conciencia.

―He tenido suficiente con sus amenazas, si no se va ahora mismo tendré que llamar a la policía ―resopla, el primer signo de que está perdiendo la paciencia. Le he tapado las orejas a Sophia para que no escuchara nada pero yo también necesito que alguien me las tape. Me muerdo el labio inferior con fuerza mientras un par de lágrimas recorren mi rostro.

―Alguien vio a mi mujer ayer entrando en este edificio ―añade Berclay, su voz más lejana. ― Sé que está contigo y con mi hija. Si no me las devuelves vendrán a por ellas y a ti te meterán en la cárcel por secuestro. Toma las decisiones correctas, esta historia no es la tuya, esa niña no es la tuya y desde luego esa mujer tampoco lo es.

―Que tenga un buen día, teniente ―finaliza Taehyung y cierra la puerta. Sophia y yo nos quedamos quietas, acurrucadas contra la pared como estábamos. No puedo evitar temblar, muerta de miedo. Siento auténtico terror por ese hombre, por las cosas que hará si volvemos a su lado y por lo que le podría pasar a Taehyung si no lo hacemos. Siento que no tengo escapatoria, que haga lo que haga estoy condenada. Las lágrimas se me agolpan en los ojos y respiro entrecortadamente por la boca. Sophia se gira a abrazarme.

Taehyung aparece un momento después en la puerta de la cocina. No hay restos del hombre que acaba de hablar hace unos segundos. Está tenso, pálido y nervioso.

―No nos podemos quedar aquí ―dice, y su voz sigue sonando tan segura y solmne. No sé cómo lo hace para comportarse así, con esa seguridad en sí mismo cuando mi marido acaba de amenazarnos a todos. Sé que Taehyung tiene dinero y contactos, pero mi marido tiene mucho más que eso. Podría hacer que se presentara aquí toda la policía de Seúl, o podría presentarse él mismo con sus hombres. Harían lo que él quisiera. Solo podemos hacer una cosa: escapar.

Tras la Guerra || KTHDonde viven las historias. Descúbrelo ahora