Capítulo 3.- Libertad

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Después de dos días de observación, más pruebas y estar mejor, al fin salí del hospital. Eran sobre las 9 de la mañana y fuimos directos a la cafetería para desayunar un poco, me moría de hambre.

Ayer hablaron mis padres con el policía y accedieron a que me diera clases, pero que, por si acaso, mirarían de poner a alguien que me cuide, sólo al menos hasta que sepa defenderme bien del todo. Eso me hacía bastante feliz ya que me animaba a seguir mejorando personalmente. Al terminar de desayunar y hablar de cosas triviales, nos montamos en el coche, así mientras íbamos hacia supongo era a casa, fui buscando gyms cercanos de dónde vivía para apuntarme hasta que encontré uno que vi que estaba genial para mí, marqué el número y esperé a que respondieran.

–Gimnasio Don Palomares, ¿en qué podemos servirle? –preguntó la chica del otro lado del teléfono.

–Hola, buenos días, quisiera apuntarme a su gimnasio, pero quisiera preguntarle algo, ¿podría apuntarme a boxeo y piscina? ¿Qué horarios tendría? Y finalmente, ¿qué requisitos tendría?

–Claro, puede apuntarse a todas las actividades que desea, sobretodo hay un vote completo que si se une a esos dos, pagaría lo mismo que al usar las máquinas gimnasio, normalmente está abierto el gimnasio de 6 de la mañana a 8 de la noche, cerrando de 12 a 3 por descanso de comida.

–¿Y podría haber cambios en el horario? Digo, ¿que sea más tarde o más temprano?

–Usualmente no, peeero, ya que usted lo pregunta y es por así decirlo la única, le diré que si habla con la directora del centro podría obsequiarle el permiso en la tarjeta del recinto para que usted pueda venir a la hora que desee.

–Eso me gusta más, gracias por decírmelo, entonces me inscribiré.

–Claro, nombre y DNI, ¿por favor?

Le di tanto mi nombre y DNI, esperando unos segundos a que terminara de teclear en su ordenador que lo escuchaba.

–¿Podría repetir su nombre?

–Emma Brigitte Stronge –repetí dejando salir las palabras mientras bufaba.

–¿Emma qué? –preguntó, al cual ya terminé de ponerme nerviosa.

–Déjelo, ponga sólo Emma Stronge.

–De acuerdo, ¿Stronge con j o g?

Bufé e inspiré profundamente para mantener la paciencia. Gracias a esta llamada ya sabía que de paciencia, poca.

–Con g, de gato.

–Bien, un momento.

Tecleó en su ordenador bastante, más de lo que yo creía hasta que se hizo un silencio de unos segundos que se me hicieron eternos y cuando creía que iba a hablar, volvió a escribir. ¿Es en serio? ¿Tanto tarda en escribir un nombre y el DNI que le dije hace un rato? Bueno, podría ser que estuviera ocupada haciendo cosas de su trabajo que pues sería lo lógico, aunque no tendría que tenerme esperando tanto, ¿o sí?

–Listo señorita, ya ingresé su nombre y DNI, su tarjeta llegaría en unos 2 días, podría pasarse a recogerla y venir desde entonces.

–Claro, muchas gracias, entonces me pasaré de aquí poco.

–Por si acaso pasara algo, ¿podría darnos el número de teléfono, o es con el que nos ha llamado?

–Con el que os he llamado estaría bien.

–Vale, deme nos segundos.

–Claro, tranquila.

Esperé unos segundos escuchando cómo tecleaba y entonces dejó de escribir, para volver a hablar.

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