Capítulo 29.- Tu p*ta madre zorra

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Asher Philips:

Estaba tardando en aparecer Emma. La verdad que me estoy preocupando mucho. Me encuentro ahora mismo en el lugar dónde mi Emma siempre viene, en casa no ha aparecido y encima cómo me quedé dormido en la biblioteca, pues ni sé si se fue por algo, y espero que aparezca, y si aparece pienso echarle la bronca por dos motivos: no dejarme dormir por ser tan sensual (un movimiento sexy, 'sexy', puta canción) y por desaparecer sin decirnos nada ni avisar. Miré por milésima vez el reloj del móvil y sólo ha pasado un minuto desde que lo había visto, que asco, son las putas cinco de la tarde y no aparece la muy...

–Hola Asher –escuché una voz femenina detrás de mí y, al darme la vuelta, vi que era Emma.

¡EMMA! Espera, que...

–¿Cómo que tienes marcas en tus muñecas y un rastro de sangre en la boca? –le pregunté, entrecerrando mis ojos para intentar leer su mente mientras me cruzaba de brazos, esperándola.

–Digamos que ocurrió algo, me ataron...

–¿¡TE VIOLARON?! –interrumpí rápido, asustado y exagerando. –Ah espera, que tú eres la que violas, ¿le diste duro al menos? –bromeé fingiendo estar más calmado.

Intento hacer bromas, pero estoy preocupado por ella, aunque de un miedo de cojones.

–No, sólo me encontré con una chica, tuvimos una conversación normal, y no bromees sobre eso hombre, que es serio –sonrió pareciendo algo alegre y restándole importancia.

No me encajaba esa sonrisa, por cómo lo dijo creo que es mentira y no han hablado, aparte, ¿quién va a hablar con alguien y vuelve con marcas de estar atada en las muñecas y sangre? Porque yo a veces. Pocas, pero a veces.

Emma Brigitte Stronge:

–No, sólo me encontré con una chica, tuvimos una conversación normal –sonreí alegre, mientras recordaba la pequeñísima escena que tuve antes.

'– ¡VEN AQUÍ PEDAZO DE ZORRA! –grité mientras le cogía de los pelos y la arrastraba hasta la pared, empujándola para que se hiciera daño y empezar a golpear su rostro y abdomen.

¡DÉJAME MATARTE DE UNA VEZ IMBÉ...! –no terminó de hablar cuando un gruñido suyo la interrumpió, mientras intentaba detener mis movimientos y yo aumentando la fuerza.'

Sí, una conversación la mar de tranquila. En resumen, básicamente cuando se acercó a mí pude desatarme y pues le arañé la cara, le di una patada e intenté salir corriendo, pero me detuvo, me hizo caer, se subió encima de mí (no malpenséis) y me golpeó el rostro con tremendo puñetazo que, por cierto, augh. Tiene fuerza la muy cabrona, normal, la herencia familiar es lo que tiene. Bueno, después de eso la empujé, ello intentó coger una silla, pero entonces dijimos esa pequeña conversación amistosa y luego me empujó e hicimos una tregua.

'–Que quiero comer chuches joder –grité masajeando mi rostro, rompiendo por completo el ambiente y ella bajando la guardia, aturdida por tremenda frase.

La frase del año señores, no me aplaudáis de golpe.

–¿En serio? –preguntó incrédula, mirándome sin comprender mientras recuperaba el aire. –¿En serio en mitad de una puta pelea se te ocurre decir que quieres chuches? –alzó la voz, sin podérselo creer ella misma.

–Sí, tengo hambre, haberme secuestrado después de comer, que no piensas –hablé, haciendo movimientos con mis manos y empecé a dar vueltas por el cuarto. –Osea, es que no piensas lo que haces, normal ya que yo también hago eso, pero ¡No así! Yo hubiera secuestrado después de comer, ya que así me ahorro el dinero de comer y, sinceramente, no le deseo a nadie padecer de hambre porque eso es lo peor que puede existir, más que una tortura larga y profunda cómo viene siendo cortar miembros del cuerpo cómo los dedos, polla, tetas, pezones, tobillos, muñecas, no las hinchables –bromeé, notando cómo sacaba una risa nasal que, al darse cuenta, volvió a ponerse seria e interrumpiéndome haciéndose la enfada.

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