Capítulo 17.- Conocidas

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Emma Brigitte Stronge:

Llegué a casa en la madrugada del 8 de septiembre, él se ofreció a llevarme, pero no necesito que alguien me cuide, mejor dicho, yo cuidaría de él en todo caso (cosa que se rió cuando le dije eso) y, la verdad, creo que me empieza a caer bien. Sentí cosquillitas en el estómago, supongo los nervios de conocerlo y caernos mejor. Tampoco es que recordara si con alguien más me había pasado esto, pero no quería arruinar esta felicidad que traía en el cuerpo. Me siento bien. Mejor que antes, desde luego, y con una carga menos.

A veces viene bien eso de 'desahogarse'. Lo típico ¿no? Algunos les dan por gritar, otros por pegar, y a mí me dio por saltar de un acantilado y que un chico que no conozco de nada me salvara. Espera un momento, ¿qué hacía allí? Joder, me vienen las preguntas importantes tarde. Y encima hasta el día de clases no puedo volver a encontrármelo, genial.

Subí las escaleras de puntillas para no despertar a mis padres y al entrar a mi cuarto, cerré con mucho cuidado. Al menos si no se despierta Jeff mejor, no quiero recibir una riña de qué horas son estas o algo. Me sequé con una toalla que estaba en el baño y me tumbé en la cama, pensando en Asher, su mano se sentía suave y la verdad que era muy cómoda. Se sentía genial cómo te acariciaba, era cómo... no sé, sólo sé que se siente bien y bueno, no es algo para negar. Sonriendo cómo tonta, me quedé dormida, volviendo a un sueño que ya era hora de volver.

'Me encontraba en el vacío negro, tumbada boca abajo mientras abría los ojos con un poco de dificultad, me dolía bastante la cabeza y me encontraba cansada, pero hice fuerza con mis brazos para sentarme y mirar a mi alrededor, cómo esperaba no había nada, sólo una chica abrazándose a ella misma. Veía un poco borroso, pero si... Es la misma chica que esa vez, sólo que... de niña. Nerviosa me levanté y corrí hacia ella, chocando con la pared invisible y cayendo de culo, auch. Mi nariz. Lo sobé un poco mientras cerraba los ojos con fuerza, intentando pensar para que desapareciera el dolor.

–¿Em...ma? –preguntó, sin poderlo creer, una voz femenina.

Abrí mis ojos sorprendida y, al levantar la mirada, pude ver aquella chica, tan sorprendida cómo yo, sólo que sin esos ojos rosas que vi la primera vez.

–¿Cómo... cómo sabes quién soy? –pregunté insegura, la verdad que no me sonaba de nada, aunque de nada servía intentar recordarlo ya que he perdido la memoria, pero bueno.

–Soy... –iba a seguir, pero se dio cuenta de lo que iba a decir y se cayó, poniéndose seria y apartando su mirada de la mía. –Eso no es importante.

La miré fijamente, había llorado recientemente y tenía un moretón en el cuello, y eso no es un chupetón.

–¿Alguien te ha herido? –pregunté furiosa, sorprendiéndome de mí misma.

–No te importa, no ahora.

–Responde, ahora –soné más dura.

No entiendo por qué estoy actuando así, pero lo que sí sé, es que hago bien en preocuparme.

–Bueno, cómo si conocieras a los que te voy a decir –respondió en sarcasmo, mirándome con los brazos cruzados y yo levantando una ceja y acomodándome, en señal de que siga hablando. –¿En serio? –asentí, así ella bufando y sentándose de espaldas a mí contra la pared imaginaria y yo repitiendo. –Bien, pues tengo mucha faena en el trabajo y si no lo hago, me castigarán, ¿contenta?

–Ni de coña me trago eso –hablé de mala manera. –Dime la verdad idiota.

Lo pensó unos segundos, lo notaba. Finalmente, suspiró y habló.

–Bueno, no pasará nada, total eres parte de mi imaginación y ni siquiera he visto tu cara.

–Yo sólo he visto tus ojos –interrumpí, pensativa.

–Yo igual, tus ojos... blancos. Me gustan.

–A mí me gustan los tuyos.

Sonreí, y podría jurar que ella también sonrió, pero supongo eso sí eran imaginaciones mías porque no podía verla.

–Siento una gran responsabilidad en mi vida –empezó, poniéndola atención. –Aquí puedo ser yo misma, quién quiero ser, o, mejor dicho, quien recuerdo ser –rió sarcástica, notando la tristeza en ella. –la verdad que hace años no soy como quiero ser, y de tanto fingir, me transformé en la que juré destruir, y lo odio mucho porque hago cosas que no quiero y pronto haré algo horrible, y sé que mi yo adulta no se arrepentirá hasta que te recuerde y...

–¿Me recuerde? –pregunté sorprendida, girándome a verla. –¿Quién eres pequeña?

–Lo siento –sollozó, refugiándose en sus brazos.

Abrí mi boca para hablarla, pero caí otra vez en un vacío, viéndola llorar mientras desaparecía entre la oscuridad.'

~Seguir leyendo que esto no ha acabado jeje~

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