Capítulo 10.- Locuras

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Emma Briggitte:

Mierda, mierda y más mierda. Joder, ¡¡que me he olvidado de comprar el pan!! Joder entre que me he comprado mi nueva pistola gracias a mi padre, la he estrenado con unos gilipollas que acosaban a un grupo de personas que creo que el que besé en la frente me sonaba de algo, pero ni al caso (sólo le besé en la frente porque quería tranquilizar-lo, aparte que verme en esa situación... No da buena imagen, la verdad, y si algún día me lo encuentro, que al menos no me vea tan mal), con todo eso se me olvidó hacer lo que me pidió mi padre ¡COMPRAR PAN! Jo, con lo que me gusta tostadito, con una buena hamburguesa, jamón dulce y un huevo frito (ioremos).

Me encuentro volviendo a la tienda corriendo porque es la hora de la comida y cierran, comprándola al fin (y aprovechando para comprar un chocolate por capricho) y muriendo lentamente. Osea, ¿Qué me pasa? No sólo olvido toda mi vida, sino que, hasta lo más importante, la comida. Después de volver a casa al fin para comer, dejo el pan en la encimera mientras mis 2 padres me esperaban.

–Anda, a todos nos pasa eso de olvidarnos comprar por estar distraídos –intentó animarme Jeff, mientras yo resoplaba y me dejaba caer en la silla.

–Ya, pero no pensé que eso me haría distraer, putos anormales –solté derrotada.

–Ay, pero si mi niña ya tiene su primer juguetito –mencionó Jordi, emocionándome de golpe.

–Ay sí, al fin lo tengo, cuando podamos te enseño a usarla ya que sé cómo va.

–Esa es mi hija, estoy muy orgulloso de ti.

–Ejem –carraspeó Jeff, llamando nuestra atención. –¿Qué 'juguetito', cariño?

Mierda.

Nos miramos Jordi y yo un momento a los ojos y, cómo si nos leyera la mente, Jeff se levantó de golpe intentando detenernos.

–¡NI SE OS OCURRA! –gritó, pero ya era tarde porque nos levantamos corriendo y corrimos hacia el piso de arriba, más específico a mi cuarto.

Qué bien viene eso de ser gallinas ante el miedo y leopardos cuando sentimos peligro. A eso salí a mi padre.

Cerramos la puerta tras de nosotros y, cómo si ya lo hubiéramos hecho antes, salimos por la ventana a un cuarto que no había puertas y sólo se accedía por la ventana de mi cuarto. Espera, ¿qué mierda hace ahí un cuarto sin puertas? ¿Para los fantasmas? En todo caso, nos declaramos fantasmas universales que podemos tocar objetos y no flotamos, por mala suerte.

–Espera –me paró mi padre, dándose cuenta de algo. –Acabas de hacer el mismo camino que yo hasta este momento sin yo ni decirte nada, ni pararte a pensar.

Lo pensé durante unos segundos, dándome cuenta que era cierto.

–Pues eh verdáh –respondí, así riéndonos por lo mal que hablé.

–Vale, explícame cómo funciona.

Le expliqué al detalle cómo se utilizaba, tanto a la hora de cargar, apuntar y guardar, y por suerte fue fácil de enseñar porque algunas cosas las seguía recordando y también me aconsejó a mí. Al terminar nos quedamos un rato más en ese cuarto que la verdad es muy acogedora.

Tiene un sofá súper grande dónde nos encontramos sentados en este momento, una tele con todo tipo de videojuegos, luces led y muñecos Pop, decorado con algunos peluches, algunos que eran súper tiernos y que más bien me hicieron recordar algunos momentos de mi infancia muy bonitos, y otros que daban miedo pero que sin duda me encantan de tan creepys que son.

–Oye cielo –me sacó de mis pensamientos, llamando mi atención. –¿Quieres que probemos tu juguete mañana mismo? ¿O de las ganas ya no aguantas de probarla? Si te soy sincero, quiero probarlo ¡Ahora! –exaltó eufórico, haciendo que me riera bastante.

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