Capítulo 46.- Una historia acaba, otra empieza.

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Después de veinticinco horas de espera al fin estaba despertándose Anthony, lo habíamos atado al interior de una fábrica abandonada que había quebrado hace algunos años y, cómo nadie quería ese lugar, preferimos darle un muy buen uso. Con lentitud se fue moviendo y analizando sus ataduras tanto en brazos cómo piernas, aunque con dificultad ante la poca iluminación a propósito, quedando petrificado en la mesa de metal dónde se situaba, completamente desnudo y, por el momento, sin ninguna herida.

–¿Dónde...? –empezó a preguntar, pero le interrumpí encendiendo la luz, cegándole por unos segundos.

–Veo que has despertado –hablé tranquila, acomodándome en la silla mientras tomaba un sorbo al vino tinto que me había servido.

–Estás cometiendo un error Emma, cuando vengan acabaran contigo y con todos los de tu alrededor.

Solté una carcajada corta y mantuve mi lugar unos segundos, hasta que de un trago me terminé lo que quedaba en el vaso y me levanté, caminando hacia él a pasos lentos mientras resonaban mis tacones, notando cómo se tensaba y se llenaba de nervios. Oh chico, si supieras que no iban a ser nervios lo único que te va a llenar.

–Bueno, creo que será hora de que sueltes por esa boquita lo que sabes sobre Alix Meyer.

Empezó a reírse con fuerza y yo sólo esperé a que terminara, se estaba divirtiendo y tomándoselo de cachondeo, pero ¿dónde está el chiste? Al minuto dejó de reírse y me miró divertido, mientras yo mantenía mi seriedad absoluta que, al ver que tampoco me reía, empezó a ponerse más nervioso.

–Nadie va a venir a por ti, Anthony –afirmé, ahora sonriéndole mientras disfrutaba del miedo que le estaba causando, y no sólo con mis ojos blancos, que también-. Y será mejor que te prepares, querido, porque pienso hacer que te sientas... cómo en casa.

Le di la espalda tomando unas pinzas conectadas a las baterías mientras que Tomoe le dio una 'pandereta' (que es cómo decimos aquí a un doble guantazo, así quedando cómo sándwich) y le hablaba.

–Oh querido, estás taaan tenso –rió maliciosa, mientras yo me giraba y juntaba las pinzas, saltando chispas y él quedando pálido al volver a mirarme.

–Estoy de acuerdo hermanita, creo que vamos a tener que reanimarle –bromeé, riendo cómo psicópatas mientras él suplicaba.

–No, por favor, vamos a hablar las cosas, Emma, estate quieta.

Nos miramos y arqueé las cejas, fingiendo confusión.

–Oh, acaso... ¿no sabes el daño que has producido? ¿Te refrescamos la memoria?

Y antes que volviera a hablar, mi hermana le puso un cinturón en la boca para que pudiera morder y, ante el contacto de las pinzas a una potencia media, empezó a combustionar y soltar gritos cortados por el cinturón, que a los pocos segundos apartamos de su cuerpo y se lo quitamos para que siguiera hablando.

–¿Te viene algo a la memoria? –pregunté apoyada con una mano sobre la mesilla mientras mantenía mis ojos blancos sobre él que, ante la contraluz, brillaban más que nunca.

–T-tú no eras así antes –tartamudeó, mientras se le caía la baba y temblaba-. No debiste haber cambiado.

Me reí ante el comentario cómo él hizo antes, aunque era más una risa por no matarle de un puto disparo porque quería que hablara, y lo quería ahora.

–¿Qué yo he cambiado? –pregunté, incrédula, borrando la risa poco a poco hasta quedar en una sonrisa macábra-. Yo no he cambiado, por el amor de dios, no se trata de eso, no se trata de como demuestres al mundo lo que se supone que eres, sino... de quien eres en realidad.

Volví a coger las pinzas y fui haciendo entre ellas, pero sin juntarlas en forma de amenaza.

–Volveré a preguntarte, ¿qué sabes de Alix Meyer? –se quedó en silencio unos segundos, tomando cómo respuesta y volviéndole a posar otros pocos segundos, esta vez sin el cinturón, así chillando con fuerza mientras me cabreaba más.

–Oye hermana, esto no funciona, lo tienes en un nivel muy bajo –habló Tomoe cuando alejé las pinzas algo menos que un metro, mientras se acercaba a la batería y movía el interruptor a más potencia-. Creo que tendremos que poner a más potencia ¡NO! Mejor a la máxima.

–Oh sí, me parece tremenda idea hermanita –solté con furia, mientras él movía su cabeza diciendo que no mientras sollozaba con fuerza.

–Sólo sé que iba a encargarse del plan Ultra –soltó, rompiendo a llanto mientras miraba a Tomoe, acercándose a mí y susurrando en mi oído.

–Es el plan definitivo, el que se supone que nos iba a remplazar cuando obtuviéramos el mayor poder posible, pero al parecer se va a adelantar.

–¿Cuándo iba a hacerlo?

–Se supone que, en unos meses, máximo un año, pero cómo nos tiene de enemigas supongo que tardará mucho más.

Lo pensé unos segundos y si creaba a una máquina de matar, entonces sí sería el final de esto y ella ganaría, pero sin nosotras tardará bastante por lo cual tenemos más margen de error, aunque no demasiado.

–¿Algo más? –le pregunté a Anthony, negando con la cabeza así que sonreí-. Buen chico.

Dejé las pinzas en el suelo y lo apagué, así él bufando, sin esperarse que cogiera un cuchillo carnicero y con todas mis ganas le cortara de un golpe el tobillo más cercano, seguido del otro y su miembro viril, rajando sin querer parte de los muslos continuando con cortar cada dedo en trocos pequeños, mientras gritaba y me subía a horcajadas de él, viendo cómo se había petrificado ante el dolor tan seguido en diferentes zonas de su cuerpo.

Observé cómo su cuerpo reaccionaba, tembloroso ante el temor, el dolor y el no poder hacer nada para poder evitarlo, aprovechando para acariciar su pecho con el afilado cuchillo que también afectaba a su cuerpo, tensándose al instante y él seguía su mirada hasta que llegó a su ombligo, introduciéndolo y apretar hasta que entró la mitad, sacándonos y volviendo a hacer el mismo cuchillo hasta sus labios, manchándole de sangre y, con mis dedos, sacándole la lengua y cortándosela, volviéndola a poner dentro de su boca para que la tragara, arrastrando el cuchillo hasta su ojo derecho, con esos colores marrones y sus pupilas tan poco dilatadas llena de lágrimas, siendo interrumpida.

–Hermana, ya déjale, vámonos por favor –la miré de reojo y al ver que hasta ella estaba temblando, bufé cerrando los ojos.

Y sin hacerle nada.

Me bajé de su cuerpo y encendí un soplete que estaba justo debajo de él, creando un fuego que llegaba hasta su camilla, calentándola rápidamente.

–Nos veremos en el infierno Anthony –me despedí, caminando hacia una bombona de gas y acariciándola con la punta de mis dedos.

Empecé a caminar a la salida mientras veía todas las bombonas que habían, hasta la que acaricié, siendo imposible que sobreviviera mientras escuchaba jadeos y forcejeos detrás de mí, cada vez menores hasta quedar en nulo y a bastantes metros del edificio, saqué la pistola y apunté hacia la primera bombona, recordando cada paso dado.

La amnesia, mis recuerdos, mis amigos, el instituto dónde conocí a Asher, cuando me salvó de tirarme por el barranco, el cariño de todos, los ataques de ansiedad, todo... hasta terminar en pensar en mis padres. Muertos, y aun así protegiéndome.

Con lágrimas en los ojos y furia, apreté el gatillo finalmente, explotando el edificio y sobresaliendo las llamas, fundiendo todo a su alrededor y terminando el primer obstáculo que impedía la venganza. Mí venganza. Esto aún no ha terminado, y cueste lo que cueste será al fin cumplido.

~Hola a todxs!! Aquí el nuevo y último capítulo. Primero que nada, muchísimas gracias a todxs los que habéis llegado hasta aquí, a sido una pasada el pasar tiempo con esta historia, conmigo misma y, sobretodo, con ustedes. Enseguida añadiré esos agradecimientos que os debo, hasta ahora babys <3~

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