Capítulo 13.- ¡Sí capitán!

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Era día 7 de septiembre sobre las 10:40 de la mañana. Os preguntaréis, ¿qué ha pasado en todo este mes que ha pasado tan rápido? Veréis, simplemente estuve haciendo lo de siempre cada día. Entrenar, estar con mi familia, algunas veces con amigos para que intentara recordar algo, y desde esa noche quedarme despierta hasta que sin darme cuenta ya me encontraba dormida. Sigo pensando en esa chica, esa dulce chica que estaba rota y que me había reconocido.

Cualquiera diría que era un simple sueño, pero para mí no lo era. Sentí que esa chica me importó mucho en el pasado, pero por alguna razón no le encontraba nada, y eso que empecé a recordar algunas cosas, tal cómo era mi vida pasada, pero que ya no quería seguir esa vida que tenía. Era aburrida, me sentía vacía y a la vez preocupada de tantas cosas que sinceramente era una mierda, y eso que no me acuerdo de la gran mayoría.

Ahora me sentía más poderosa, más hambrienta de nuevas experiencias y sobretodo, más peligrosa que antes. Miré por la ventana del cuarto sin puerta mientras suspiraba, le daba tantas vueltas al mismo tema que sin embargo sólo creaba más preguntas que respuestas. Decidí que ya era hora de salir de ese cuarto, sinceramente me la he pasado encerrada unos 5 días y sólo salía para ir a ese bosque a escondidas de mis padres así que, ¿por qué no salir ahora?

Me levanté del sofá y me dispuse a salir por la ventana, dejando en el camino el ordenador en una mesilla que había ahí y preparando la cuerda para no caerme (ya que, si me caigo, muero segurísimo pibe). Después de 10 minutos de vestirme con ropa cómoda y esconder mi pistola en la parte de atrás de la cadera (sólo para emergencias), salí del cuarto, bajé las escaleras así despidiéndome de mis padres y avisándoles que en unas horas volvería y salí.

La calle estaba tranquila, normalmente estaría llena de gente, hablando felices mientras unos se cogían de las manos, otros intentaban controlar a los niños pequeños, o simplemente hacían tonterías y ocupaban toda la calle. El viento era fresco y menos mal que me llevé la chaqueta puesta, sino estaría cómo un helado ahí to tieso (no diré cómo me parezco a algo tieso), y los pájaros estaban volando, el sol daba un poco de calor que agradezco muchísimo y más cosas que da pereza explicar de forma cursi.

Sinceramente, no me considero cursi en lo absoluto, y menos por alguien de mi edad o mayores. A los niños, puedo ser la más infantil, cariñosa y mejor amiga que pueden tener nunca, eso sí, dame a cualquier simio que se me parezca o sea mayor y le doy 3 putazos que los mando a La Palma a que la palmen (badum tss). Pedazo chiste me acabo de meter en un momento oye. Un niño llorando me llamó la atención, estaba en el suelo sentado agarrándose la rodilla, pero ningún adulto estaba con él, ¿y sus padres y/o responsable?

–Ey –llamé su atención, acercándome rápida mientras que inspeccionaba la herida desde lejos. –¿Estás bien pequeñín?

–No, me he caído –respondió entre lágrimas, mientras la boca se le llenaba de mocos.

Iugh.

Saqué un pañuelo de mi bolsillo y se lo di para que se limpiara la cara, mientras veía que era una simple herida y que no sería nada grave, por suerte.

–Bien, creo que con curarla y ponerle una tirita estará bien –dije notando cómo se relajaba un poco. –¿Cómo te llamas?

–Ethan, ¿y tú?

–Yo me llamo Emma, ¿sabes dónde se encuentran tus padres?

Vi que miró a sus alrededores, pero al parecer por cada segundo que pasaba, más incómodo y tenso se veía, hasta que se me ocurrió una idea.

–Mejor guíame dónde está tu casa, ¿sabrías decírmelo? –le sonreí para calmarle.

–Es que no puedo.

–¿Porqué?

–No se les habla a los desconocidos.

Un niño listo, pero no en este momento.

–Pero no están tus padres, aparte ya no somos desconocidos, aunque suene cómo si te fuera a secuestrar, pero no lo haré, no te preocupes –respondí algo insegura.

El niño no es tonto, ya se le ve, pero podría ayudarme a que lo encuentren sus seres queridos, ¿no?

–Está bien, no suenas cómo una puta psicópata –sonrió, pero al darse cuenta de la palabrota que dijo y mi cara de sorprendida, me miró asustado. –No le dirás a mis padres de esto ¿verdad?

–Prometo no decirles nada, igual yo creo que lo hacía, creo –pensé, aunque no recuerdo mucho de pequeña la verdad.

Alzó los brazos dándome a entender que lo subiera y eso hice, empezamos a caminar mientras me indicaba con la mano. Esa mano tan pequeñita que era una monada, encima tenía unos cachetitos monísimos, ay me enamoré de este niño, ojalá tener un hijo así de mono, que maravilla sería eso.

–Deja de mirarme así –mencionó de la nada, poniéndose de pucheritos.

Que monada por favor, me lo cómo (no literalmente).

–¿Mirarte cómo? –pregunté, sin entender a qué se refiere.

–Pues como si fueras a comerme a besos, se ven esos brillitos en tu mirada, que asco.

Fingió arcadas haciendo que me riera, la verdad es que se veía muy gracioso.

–Deja de reírte ¡TE LO ORDENO!

–Uy, sí capitán –me puse cómo los soldados, sacándole una risa al fin.

Así sonriendo estaba mejor, mucho mejor.

–¡EY TÚ! –escuché una voz detrás de mí, que al girarme vi a alguien correr enfadado, como si fuera a liquidarme.

Si supiera que tengo una pistola y que he matado a alguien, creo que no correría así.

–¿Me dice a mí? –le pregunto sin inmutarme, hasta que caigo en cuenta de quién és.

Oh, ¿en serio?

–¿Quién eres y porqué...? –no terminó de hablar hasta que vio quién era, mientras yo levantaba la ceja y sonreía.

–Vaya, vaya, vaya –aplaudí lenta, mirándole con una sonrisa. –Pero si no es más y nada menos que el hijo del director, Asher Philips, o cómo yo le llamo, la máquina de afeitar, qué interesante encuentro.

–Hola idiota, ¿por qué tienes a Ethan en tus brazos?

–Pues al parecer se había caído y nadie estaba con él –le eché en cara, cayendo en cuenta de cómo iba vestido, si es que se le puede llamar así, porque estaba despeinado, con chupetones, la ropa puesta a lo rápido y lo único decente eran sus manos. –Y ya veo porqué.

Se dio cuenta de lo que he pensado y sólo se cruzó de brazos, gruñendo. No sabía que era un animal en forma de humano, otra nueva forma de conocer animales, vaya que sí.

–Bueno, ¿me devuelves al niño? Tengo prisa –respondió, alzando los brazos para cogerlo, pero, sin embargo, yo lo aparté.

–Ni de broma, antes tendrás que hacerme... Un favor –hice un pequeño silencio mientras sonreía con superioridad.

~Hola a todxs!! Aquí está el siguiente capítulo de este libro, espero os esté gustando y dejádme saber con comentarios y dándole a la estrella. Sólo os diré que tengo hechos hasta el capítulo 21 y estoy súper emocionada de todo lo que va a haber, sólo espero que, cómo me gusta a mí, os guste a vosotros. Un beso a todos y espero estéis genial y, sin más que decir, bye!!~

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