Capítulo 5.- Agujetas

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Esa reacción que estaba teniendo el policía no cuadraba, aunque lo más raro es esa mirada, osea me estaba mirando entre pánico, miedo y asombro. Una mezcla que podría considerarse normal pero no para exagerarlo de esa forma. ¿O sí?

–Casi me hace dar un cabezazo –se quejó mi padre, al igual yo también estuve de acuerdo.

–Y respondiendo, no, sólo me lo comentaron mis padres –me sobé el pecho ya que por el cinturón me dolió un poco.

Vi cómo se puso en su sitio de nuevo y suspiró.

–Que mal –susurró, escuchándolo por poco.

–¿Qué? –pregunté para ver su reacción, al cual él se puso serio.

–Nada, vayamos mejor, debo enseñarte a defenderte.

–Sí, sobre todo a eso –hablé borde.

Tardamos en llegar unos diez minutos, la verdad que me encontraba emocionada ante la idea de disparar y defenderme. Entramos y, después de pasar por la entrada y entrar a una sala, habló.

–Bien –empezó Bruce. –Por ahora iremos a las máquinas para saber cuánto duras, ¿de acuerdo?

Asentí y me monté en la máquina de correr, empezamos suave, pero a medida pasaban los minutos subía más y más, hasta estar casi a toda potencia y yo empezar a sudar.

–Vaya, aguanta más de lo pensaba –susurró Bruce para sí mismo, enterándome por tenerlo al lado- Emma, baja y ahora haz abdominales –ordenó levantando la voz.

Paré la máquina y aproveché para tomar aire, empecé a hacer los abdominales, aunque me doliera bastante y me quejara.

–Oh vamos Emma, ¿acaso esto no es lo que querías? Venga, no te detengas y sigue. –animaba Bruce, haciéndome recordar algo.

'–Emma, vamos, más rápido, tienes que seguir! –decía una voz que no reconocía.

No puedo –susurré, pero al darme cuenta de la poca voz que salió, la levanté más. –¡No puedo joder! No pue...

No terminé de hablar cuando recibí un golpe que hizo que soltara un quejido sonoro, me escocía, me dolía mucho ese golpe casi igual que el resto del cuerpo, se salieron unas lágrimas traicioneras que no quería que salieran.

No sirves para nada maldita puta, tienes que esforzarte joder –exclamaba desesperado, no me atrevía si quiera a mirarlo.

Oí cómo resoplaba y murmuraba cosas que mi mente no quería recordar.

Emma...'

–¡EMMA! –exclamó mi padre, despertándome de un susto.

¿Me he desmayado?

–Por dios, Emma, estás bien –respiró aliviado, abrazándome con fuerza. –Pensé que te pasaba algo –se separó de mí cogiéndome de la mano y haciendo fuerza para levantarme. –Vamos, vayamos al hospital, debemos hacerte revisiones y...

–No –interrumpí, asimilando lo que creía haber recordado y soltandome de su agarre. –Estoy bien papá, sólo me he desmayado, ¿sí? Será mejor continuar con el entrenamiento –le sonreí para que se tranquilizara, quitándole importancia.

Me miró inseguro, abrió incluso la boca para quejarse, sin embargo, accedió. El resto del entrenamiento no hubo más inconvenientes, sólo había quedado agotada de tanto deporte, pero nada más. Según Bruce, estaba físicamente mucho mejor que muchísima gente, y era raro en mí ya que normalmente los que han sido secuestrados y han vuelto con vida se encontraban desnutridos, sin fuerzas y mentalmente horribles.

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