Capítulo 18.- Una noche muuuy larga

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Me desperté sudando mientras mi corazón latía a mil, respiraba con dificultad mientras seguía pensando en esa chica. Me entraron ganas de vomitar y corrí al baño, dejando soltar toda la comida de hoy. Intenté calmarme mientras temblaba por el vómito y malestar, me levanté y lavé mi cara con agua fría, pensando en esa niña.

Tendría que recordarla, tengo que saber quién es y ayudarla, odio vivir así, odio no recordar ¡¡NADA!!

Grité de la furia y pegué un puñetazo al espejo, rompiéndolo en múltiples trozos mientras veía en cada uno mis ojos tan blancos, respirando hondo para calmarle. Necesito calmarme joder. Escuché pasos apresurados e hice que mis ojos volvieran a su color habitual, no quería que se preocuparan más de lo que ya estaban. Vi cómo abrían la puerta por los espejos y al girarme, me miraron la mano con la que golpeé el espejo.

–No te muevas –habló Jeff, nervioso bajando la mirada a mis pies. –Traeré el botiquín, pero ni se te ocurra moverte o te cortarás.

Corrió hacia fuera del cuarto, bajando la mirada y fijándome en 2 cosas, en los trozos de espejo en el suelo amenazando con cortarme si me muevo, y la sangre que salía de mi mano. Mi sangre. Empecé a marearme, cuando maté a esos chicos no sentí ningún mareo, pero al parecer al fijarme en mí sí lo sentía, y creo que me voy a...

–Mierda –masculló Jordi, caminando entre los trozos de espejo mientras lo veía más borroso, hasta que finalmente sólo veía oscuridad.

Noté que me escocía la mano, así quejándome un poco, estoy tumbada así que imaginé que estaba en la cama, me he desmayado al parecer.

–Tranquila, pronto estará mejor –dijo Jordi, susurrando, haciendo que me relajase.

Es verdad que tiene una voz muy tranquilizadora, hace que, aunque sientas terrible dolor, te duermas tan bien, tan cómodo... así volviendo a caer dormida.

Sonó la alarma de las 9 de la mañana que puse hace unos días, hoy iba a ir a recoger las cosas del colegio para dejarlas preparadas para el día en cuestión, pero un detalle se me había escapado cuando apagué la alarma, la mano. Cuando apagué el reloj, me vino un terrible dolor en la mano, quejándome y, para que no sonara tanto, me mordí los labios, pero no estaba sola en mi habitación cuando oí a alguien carraspear su voz.

–¿Qué fue lo de anoche, Emma? –preguntó Jordi, sentado en la silla de mi escritorio, totalmente serio cruzado de brazos.

¿Ha estado ahí toda la noche?

–No lo recuerdo –mentí, esperando a que se lo crea.

–No me lo creo y lo sabes, dispara, no literalmente –bromeó, pero estaba tan serio que ninguno de los 2 reímos.

Durante unos segundos lo pensé, sinceramente no sé ni yo el por qué lo hice, pero finalmente decidí explicarle.

–Me enfadé, tuve un sueño muy... extraño, si eso se puede considerar así, y llegó a tal punto que vomité, seguí enfadada por lo que pasó en el sueño que simplemente le pegué al espejo.

Me miró detalladamente, supongo que esperando algún rastro de mentira que, cómo no encontró, bufó relajándose un poco.

–Tu padre está muy preocupado por ti.

–Lo sé.

–¿Algún día nos dirás de esos sueños?

–Eso no lo sé.

Ninguno de los 2 nos miramos, nos conocíamos bien para saber que estábamos preocupando por la otra persona, pero también sabíamos que, con paciencia, lo diría.

Como diría el dicho; con paciencia y saliva, el elefante se la metió a la hormiga. Me encanta ese dicho.

Sin decir nada más, se levantó de la silla y caminó directo a la puerta, y antes de salir, habló.

–Puedes descansar un rato más, Jeff ya ha ido por tus cosas, sólo... recuerda que tienes un saco de boxeo ahí para pegar, y a nosotros para desahogarte, ¿está bien? –asentí mientras me miraba de reojo. –Bien, descansa pequeña.

Y cerró la puerta detrás de él, dejándome sola en mi cuarto dónde, después de tanto pensar, volví a quedarme dormida.

Me desperté por los gritos de mis padres, estaban discutiendo, era obvio por el tono de voz, aunque no entendiera aún nada de lo que decían. Me levanté de mal humor y caminé hacia la puerta, sinceramente me jode muchísimo que me hayan despertado de esta horrible manera, y pienso dejárselo claro, no, claro no, clarísimo. Cuando fui a abrir la puerta, me di cuenta de lo que estaban hablando.

–Pero ¿¡No ves que tu hija está loca?! –gritó Jeff, tomándome por sorpresa, impidiendo que me moviera de mi sitio y siguiera escuchando.

–Deja de gritar, te va a oír –habló Jordi en un tono más bajo, pero no funcionó.

–Oh vamos, tiene que estar en un hospital, está empeorando y tú lo sabes, ella siempre ha estado mal.

–Cálmate ¿de acuerdo? Ella lo ha pasado mal, no tienes por qué hablar así de ella, bueno, ni tú ni nadie –se hizo un silencio antes que volviera a hablar, sólo que cada vez más fuerte. –Ah no, ¿otra vez te han hablado tan mal de nuestra hija que te lo crees? Por favor, es nuestra niña.

–Ella es un monstruo y sabes que desde que ha estado con nosotros todo ha empeorado, ¿o me lo vas a negar? –se hizo un silencio, dejando claro que la respuesta era sí. –¿Ves? Ni siquiera puedes negarlo.

–Pero es nuestra hija, para lo bueno y para lo malo, y no pienso dejar que alguien cómo tú hable de ella de cosas que no son.

–Y entonces ¿Por qué no nos cuenta sus cosas? ¿Por qué oculta tantas y nos deja de lado eh? Nos ha mentido y ocultado muchísimas cosas, así que...

–Habla por ti –interrumpió Jordi. –A mí me contó todo, que no se pueda confiar en ti no significa que no cuenta cosas, maldito infeliz, y te diré algo, cómo toques o hagas algo contra nuestra hija, créeme que acabarás en una tumba y no muerto, sino que estarás ahí sufriendo todo, por todo lo que te mereces –amenazó, dejando claro todo lo que le dolía. –y sé lo que hablaste con la policía para dejar de buscarla, así que ni se te ocurra hacer nada o ya sabes lo que pasará, quedas avisado.

Se oyeron pasos alejándose, así yo volviendo a la cama para que no me pillasen. Fingí estar dormida y escuché cómo pasos se acercaban y se abría la puerta, pero no sabía quién era. Caminó con pasos lentos, hasta que se sentó a los pies de la cama.

–Sólo espero que algún día me perdones, hija –sollozó Jeff, acariciando mi pierna.

Lloró durante unos minutos, y en cuanto se fue dudé de todo. ¿Perdonarle? ¿Qué ha hecho? Y, si me pedía perdón y estaba llorando, ¿acaso debo creer esto o debo pasar olímpicamente?

~Ahora sí!! Hola a todxs!! Bienvenidos a estas 2 partes nuevas de 'Quien eres'. Se me apeteció subir dos nuevos capítulos y aquí están, espero que os agrade. Vengo a anunciar que he creado un Grupo de WhatsApp dónde informaré sobre todas mis historias y así podemos conocernos todos más abiertamente (si desean link, pedírmelo en comentarios o al priv. Muchas gracias por leer y bye!!~

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