Caminaba entre las salas llenas de gente, resonando entre los pasillos mis tacones altos mientras llegaba a mi destino, mi estúpido e insignificante destino. Al llegar a la sala ahora llenada por mí, me senté en mi silla correspondientes mientras me ponía las gafas y encendía el pequeño ordenador para buscar información sobre los nuevos comerciantes que entraban esta semana y cómo aumentaban los pedidos.
Era muuuuy interesante saber hacer eso, ¿no? Porque, sinceramente, para mí era una auténtica mierda. No lo digo a malas (eso digo delante de mi superiora), pero es toda una porquería tener que estar trabajando cómo gerente y directora comercial con 17 años mientras estudio en casa y, por ser tan adelantada, acabar ahora la universidad para supuestamente ser soldada en el ejército. Tonterías. Un trabajo de tiempo completo que sólo hace arruinarte la vida ya que es lo único que puedes, obedecer. De esto se trata mi vida, una insegura, tóxica, asquerosa, inútil y mala vida.
Sonó que alguien tocaba la puerta así que le hice entrar.
–Pasa por favor –fingí una voz amable y una sonrisa que, al ver que se trataba de Robert, la borré y bufé. –Coño, pensé que eras cualquiera de estos imbéciles estúpidos que no saben ni darle a un botón –me quejé, dejando mi cabeza caer en mis manos.
–Yo también te quiero –bromeó en sarcasmo, aunque sabía que, en muy en el fondo, de verdad me quiere. –Toma anda, tu chocolate calentito para que subas esta moral.
Cómo si me pasara una corriente eléctrica pasara por todo mi cuerpo, me levanté de la silla exageradamente rápido para tomar la taza de chocolate y volverme a sentar mientras disfrutaba del tan buen olor que generaba.
–Mmmmm, chocolate –susurré mientras sonreía, parecía una niña pequeña con un caramelo que deseó durante tanto tiempo que ni se acordaba de él hasta que lo tuvo.
–Tomoe, ¿estás segura en aceptar el cargo de directora general? –soltó de golpe preocupado, mientras yo seguía disfrutando tranquila de mi precioso momento de tranquilidad. –Es mucho trabajo y, bastante tienes con todo lo que haces –empezó a caminar de lado a lado exagerando la situación mientras movía las manos cómo un gorila (no bromeo). –Es que me parece injusto que, entre que haces el trabajo de todos más el tuyo mismo, ahora tengas que hacer todo eso, ser la responsable de absolutamente TOOODOS los trabajos, tener que ir a las conferencias, hacerte cargo de todos los malentendidos, y encima entre...
–Robert, deja de deprimirme más, si quisiera estarlo sólo me miraría en el espejo –dije manteniendo la calma.
Manteniéndola por fuera. Por dentro estoy llorando, gritando, queriendo pegar hasta matar a quien se le haya ocurrido la grandísima idea de encargarme de prácticamente todo, irme del país y luego de ver las hermosas vistas de su puta madre en una tumba, entonces morir.
–¡QUE NO DIGAS ESO! –se quejó mientras cogía lo primero que encontró su mano (un boli) y lo tiró hacia mí, fallando por mis grandísimos reflejos. –Eres hermosa joder, una persona increíble que hace todo por los demás y que está mal en su parte porque debería de cuidarse a ella misma.
–Mira cariño, otra cursilería de esas y te mando al ataúd que tengo detrás de esa puesta –indiqué a mi puerta de la derecha, que normalmente eso sería un baño.
Normalmente.
–No me vas a engañar, ¿quién tiene un ataúd en estos días? –preguntó mientras se reía, al ver que yo no lo hacía, ya bufó y empezó a caminar hacia esa sala- Tomoe Meyer, ¿no hay un ataúd en esa sala que debería de ser el baño, verdad que no? –empezó a reír nervioso, asimilando cuál era la posibilidad de su respuesta.
Al no responder se asustó y abrió la puerta, ahí empezando a estallar en carcajadas.
–¿¡EN SERIO CREÍSTE QUE TENDRÍA UNO AHÍ?! –respondí entre risas, mientras me miraba con una mirada de pocos amigos.
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Quien eres ✓
Детектив / Триллер||Libro #1 BÍLOGÍA 'MEMORIAS'|| Cuando olvidas tu pasado y tienes que volver a ser la de antes, ¿qué te impide cambiar? Emma es una chica de 17 años que el único recuerdo que tiene es la palabra "Geda". ¿Quién será? ¿Porqué tiene importancia esa pa...