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P.O.V MAGNUS

Mientras preparo la cena, Alexander está en el sofá leyendo un libro de fantasía, ya que dice que son los mejores.

Ayer cenamos pasta y hoy no hemos podido comer porque estábamos en casa de Cat, así que he decidido preparar una tortilla de patatas ya que creo que lo mejor es empezar a darle comidas más pesadas pero ricas para que empiece a subir de peso.

Media hora más tarde, dejo la tortilla hecha en la mesa y voy hacia Alexander.

Aún está sentado en el sofá, con la pierna en alto. Pero ya no está leyendo si no acariciando a un presidente acostado en su pecho.

-Alexander. La cena ya está lista

- De acuerdo. ¿Me puedes ayudar a levantarme porfavor? -pregunta en un susurro, como si estuviera avergonzado.

-Claro que si hermoso - veo como Alec enrojece profundamente mientras coge a presidente suavemente y lo quita de su pecho.

Agarro las muletas que está usando Alexander, se las doy y a la vez lo ayudo a levantarse con extremo cuidado. Lo último que quiero es que se haga más daño.

Poco a poco ayudo a Alexander a ir hacia la mesa, ya que es la primera vez que usa muletas. Una vez que hemos llegado, lo ayudo a sentarse en un taburete alto. Lo bueno es que se ha roto la parte inferior de la pierna, por lo tanto puede sentarse sin dolor alguno.

Alexander corta la tortilla y se lleva un trocito a la boca, sonriendo debido al sabor.

-Está muy rico Mags. Gracias por hacer la cena. -sonrío ante el apodo. ¿Como alguien puede ser tan adorable?

- No hay de que Alexander, cocinar me gusta mucho y me preocupo por ti.

Después de cenar acompaño a Alexander a su habitación y lo ayudo a estirarse. Coloco un cojín debajo de su pierna, ya que según Catarina es la mejor forma para que no se mueva mucho por la noche.

Alexander se queda dormido al poco tiempo. Me quedo un rato observándolo, dándome cuenta de que también tiene una cicatriz en la ceja y otra en la línea de la mandíbula. Aún no me puedo creer que su padre le hiciera eso... Sigilosamente salgo de la habitación y entro a la mía. Me desvisto y me pongo unos pantalones holgados. Empieza a hacer frío, pero al ser un alfa lo resisto mejor, incluso tengo un poco de calor.

Me estiro en la cama y cierro los ojos, pensando en lo que ha pasado en los últimos dos días. Es demasiado para mí. Ese omega me preocupa demasiado y no quiero que se vaya de mi vida para nada del mundo. Me gustaría mucho pedirle que fuera mi omega, por muy extraño y pronto que parezca...

Creo que mi instinto de alfa quiere protegerlo por el resto de nuestras vidas, amarlo y conseguir que nunca más sufra. Pero no creo que eso sea posible, no creo que Alexander quiere algo con nadie.

Estoy quedándome dormido cuando escucho un grito desgarrador en la habitación del lado.

El amor no tiene escape (malec omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora