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P.O.V MAGNUS

Ambos subimos al coche, Alexander sentándose a mi lado. Parece feliz, muy diferente al Alexander de anteayer.

El parece darse cuenta de que lo estoy mirando y se sonroja violentamente, pero no deja de sonreír.

- ¿Porque estás tan feliz Alexander?

-S-solo es que mi pierna está bien.... Y ahora ya no tendrás que ocuparte tanto de mí.

-Alexander, por favor. Ya te he dicho muchas veces que no eres una molestia para mí. Si tengo que llevarte a cargas para el resto de mi vida, lo haré. ¿Lo entiendes?

El solo asiente con la cabeza, totalmente sonrojado.

Enciendo el coche y empiezo a conducir por la ciudad, esquivando a unos niños que cruzaban la calle corriendo. A los diez minutos, Alexander me mira extraño.

-Magnus, por aquí no se iba a tu departamento.

-  Lo se pequeño. Vamos a un sitio especial.

-¿Especial? ¿En qué sentido?

-Es una sorpresa.

Alexander no comenta nada más en los 5 minutos que tardamos en llegar. Ambos bajamos del coche y nos dirigimos hacia la tienda.

El se queda quieto antes de entrar, mirando fijamente la pastelería.

-¿Esto es...? -pregunta asombrado. No ha dicho nada, pero yo lo he entendido perfectamente.

-Si Alexander. Es la pastelería de la que te he hablado esta mañana. Te prometí que comptaria más. Así que aquí estamos. Entra y escoge todos los que quieras.

Le cojo la mano a Alexander y lo arrastro hacia el interior. No hay nadie, solamente dos dependientas.

Hay algunas mesas distribuidas por el local, pero lo que llama la atención de Alexander son las paredes. Hay dos que están recubiertas de neveras y están llenas de pasteles. El ambiente es magnífico, huele a chocolate con fresas.

Alexander se acerca a una de las paredes y empieza a observar los diferentes tipos de pasteles expuestos. Tiene una sonrisa adorable en la cara y está sonrojado (supongo que de felicidad). Sus ojos brillan demasiado. Se puede ver en el la más grande de las ilusiones.

Viene hacia mí dando pequeños saltitos.

-¿Has escogido cuales quieres?

El solo asiente con la cabeza y señala un par de pasteles pequeños. No puedo evitar fijarme en que son los más baratos.

-Alexander, sabes que no hace falta que escojas los más baratos. ¿Verdad? Recuerda que soy rico y no me importaría gastarme una gran cantidad en ti.

El deja de sonreír y vuelve a mirar los pasteles.

-Entonces quiero el de frutos del bosque y el de melocotón. Recuerdo que Maia una vez me trajo frambuesas. Estaban muy ricas.

-Entonces esos dos serán.

Le muestro a la dependienta los pasteles que queremos y ella nos los envuelve en dos cajas. Pago y salimos del local para ahora sí, ir a mi departamento.

Cuando estamos en el coche le tiendo a Alexander una pequeña cajita. El la abre lentamente y sus ojos brillan de la emoción al ver lo que hay dentro. Poco a poco se empieza a comer las trufas de chocolate.

Cuando nos paramos en un semáforo Alexander me toca el hombro. Me giro hacia el. No tengo tiempo de reaccionar cuando una trufa aparece en mi boca. La muerdo suavemente, el sabor del chocolate deleitando mis papilas gustativas.

El amor no tiene escape (malec omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora