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Apolo se echó a reír como si le hubiera contado el chiste más gracioso de la historia.

—Está bien, está bien. —Levantó los brazos en señal de rendición—. Ya estoy grande y puedo caminar solito.

—Nos vemos en tu casa, hay muchos lugares que queremos visitar —dijo el otro, fichando el trasero de un muchacho que pasaba en su skateboard.

—¿Todavía piensan quedarse? —pregunté cruzándome de brazos—. Estamos un poco llenos, no tendrán donde dormir. -No quería entrar en detalles sobre la situación con Yumiko, era mejor que se mantuvieran al margen.

—Nos las arreglaremos. —Sonrió el rubio—. Además…

—Hermes es nuestro pasaje de salida y…

—No sabemos dónde está. —Terminaron en conjunto.

Me abofeteé la frente y suspiré. Ahora tenía algo más de lo que preocuparme. Miré por sobre mi hombro, los chicos se estaban acercando a nosotros.

—Argh, hablaremos de eso después, ahora lárguense. —Sacudí las manos invitándolos a retirarse lo más rápido posible.

Giré sobre mis talones para darme la vuelta y forcé una sonrisa.

—¿Quiénes eran? —cuestionó Caz con curiosidad mientras Parker estiraba el cuello con el ceño fruncido tratando de encontrarlos nuevamente entre la multitud de gente.

—¿Y por qué parecía que no querías que nos vieran? —La chica de cabello bicolor arqueó una ceja finamente cortada y ladeó la boca, ganándose una breve mirada de odio de mi parte.

—Mis primos —respondí con sequedad comenzando a caminar hacia el estacionamiento, ignorando la pregunta de Yumiko, con suerte me creerían, aunque Dionisio difícilmente podría pasar por algún familiar mío—. Estaban muy ocupados para quedarse conversando, mi tía se había dado cuenta de que la dejaron sola para desempacar las cosas y le puso precio a sus cabezas. 

Lo más disimuladamente que pude me puse a escanear el terreno en busca de Hermes, lo que menos quería en ese momento era tener que aguantarlo revisando cada uno de mis movimientos y regañándome por concentrar todos mis esfuerzos en un solo proyecto. Él tenía la capacidad de hacer correr los chismes a la velocidad de un parpadeo, lo que le daba el tiempo necesario para agregar detalles que distorsionaban las situaciones hasta que ya ni tú sabías qué era lo que habías hecho realmente, y si existía otro dios que adoraba el cotilleo ese era mi hermano, a quien prefería lejos de mis asuntos. 

—¿Y cómo es que yo nunca los había visto antes? De hecho, ni Zach ni tú mencionaron alguna vez tener primos. —Parker con la boca llena, en algún punto del camino se había detenido a comprar una salchicha con mostaza, y había terminado por mancharse la camiseta y la comisura de los labios.

Le agarran el hilo a una de tus mentiras y ya te vuelves el pastorcito del cuento. 

—La última vez que nos juntamos teníamos como cuatro años, ni siquiera yo me acordaba de tenerlos, nuestros padres tuvieron una fuerte discusión porque su madre está… —Me llevé un dedo a la sien y empecé a hacer círculos—. En fin, no importa. —Me encogí de hombros—. ¿De qué hablaron mientras me esperaban?

—Estaba invitando a las chicas a que me vieran competir el miércoles en atletismo. —Hizo un bollo con su servilleta y la tiró al suelo cerca del tacho de basura—. Hace un rato me llegó un mensaje del entrenador diciendo que nos toca ser anfitriones, creí que sería divertido, podemos ir a comer algo después, no importa cuál sea el resultado.

—Dices eso porque sabes que saldrás primero —rió la hippie tomándolo del brazo, Yumiko y yo intercambiamos miradas y dimos un paso al costado para alejarnos el uno del otro.

Anticupido [ANTI 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora