Mi cumpleaños no es una fecha que me cause particular felicidad o emoción como a la mayoría de la gente, es otro día más en el que mi existencia es casi erradicada por la presencia del precioso querubín de ojos azules que lleva a todos a unirse en relativa paz y tranquilidad. Son pocos los que siquiera se toman la molestia de saludarme antes de perderse en una conversación más interesante. Desde que se instaló la festividad de San Valentín en los calendarios humanos, opté por pasar esas fechas encerrado en mi habitación con las mantas sobre mi cabeza, ese era mi regalo para mí mismo. Sin embargo, en las raras ocasiones en las que coincidía con mis visitas al Olimpo, la historia era otra.
Apolo y yo nos escabullíamos con un plato de uvas y la primera botella de cualquier cosa que encontráramos en la fiesta que echaban para mi hermano, y pasábamos todo el día a la vera de un río charlando con las ninfas que lo habitaran. La mejor parte de eso es que cuando a alguno de los dos se le escapaba inevitablemente que era mi cumpleaños nos invitaban a nadar con ellas, y a hacer otras cosas...
—Tengo frío. —Se quejó Yumiko dirigiéndose a nadie en particular abrazándose a sí misma con la mirada fija en el frente donde Parker envolvía a Cassandra por la cintura mientras ella llevaba su chaqueta sobre los hombros y estaba muy concentrada en su teléfono. Un top de red y un short corto no eran la opción más sensata para pararse en una de las esquinas más ventosas de la ciudad.
—¿Y qué esperabas? Es febrero, no julio —respondí tras exhalar un poco de humo. Yo no era alarma para recordarle que debía llevarse la chaqueta cada vez que salía.
Me mostró el dedo medio.
Habíamos tardado más de lo esperado en llegar porque las chicas decidieron que era el día perfecto para practicar cuarenta combinaciones de maquillaje distintas solamente para terminar decantándose por las que usaban siempre, Parker aprovechó ese tiempo para hacerme una interminable serie de preguntas sobre las serpientes y acariciar a Fiorella como si se tratara de un perrito, tuve que recordarle varias veces que la única razón por la que lo “abrazaba” era porque lo veía como una nugget gigante, pero no le importó. Esa sería otra noche de ser la niñera de todo el mundo y ya estaba agotado. La única razón por la que iba era para mantener a raya a Eros, que para variar, esa era la fecha en la que peor se ponía.
Desde donde nos encontrábamos ya podían observarse los reflejos de las luces iridiscentes del interior y sentirse las vibraciones de la música en el suelo. Nuestra fila era diferente a la que usaba el público común de The Splat, tenía mucha más seguridad, y más que una fila parecía un conjunto de pequeñas rondas de adolescentes que no paraban de chillar cada vez que veían llegar a un miembro nuevo. La temática de la noche era el oro, cada uno de los invitados debía llevar al menos una prenda dorada para poder identificarlo como parte de la fiesta, ese era su ticket de entrada, por lo cual no era de extrañarse que gente que ni siquiera iba a nuestra escuela hubiera aprovechado la ocasión para colarse y las peleas no tardaron en desatarse. Antes de que las puertas se abrieran ya había alrededor de cinco chicos sentados en la acera, esperando un Uber, porque estaban demasiado borrachos para que el establecimiento quisiera hacerse cargo de ellos.
—¿Crees que nos van a dejar entrar? Siento que casi ni se nota que me esforcé por seguir el tema —preguntó de repente Cassandra, quien parecía estar usando todos los collares que había comprado alguna vez y sonaba como el llavero de una madre soltera cada vez que se movía—. Además Phoenix no trae nada.
—Mi cara es suficiente, y no es como si quisiera estar aquí de todos modos. —Me llevé el cigarrillo a la boca—. Estando conmigo podrían pasar incluso vestidos como vagabundos, vengo aquí todo el tiempo. —La última acotación pareció sorprenderlos a los tres, especialmente a mi amigo— ¿Qué? Está cerca de casa y tiene buenas hamburguesas.
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Anticupido [ANTI 1]
Teen Fiction¿Quién diría que el hermano de Eros sería capaz de odiar el amor? ▪︎▪︎▪︎ Eros y Eneas están destinados a reencarnar durante toda la eternidad para mantener un balance en las emociones de los mortales, y vivir a la sombra del dios del amor no es nada...