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La última vez que mi magia se mezcló con la de mi hermano hubo una guerra que destruyó la mitad de Europa y desbalanceó la economía global. La locura hereditaria ya no era peligrosa, pero la adquirida era un juego de buscaminas, pincha a la persona incorrecta y verás el mundo derrumbarse.

¿Qué buscaba Eros con estos tres adolescentes de futuro mediocre? ¿Había algo en ellos que yo no había visto? ¿Y por qué no me contestaba el teléfono?

Había tenido que salir del hospital cuando terminó la hora de visitas porque iban a bañar a todos los pacientes y yo no iba a ser quien insistiera para quedarse a ver el show, decidí que volvería todos los días a la misma hora para ver cómo evolucionaba ese desastre. Quizás tuviera salvación, quizás su vida no estaba condenada...

Quizás solo quieres intentar controlarlo.

Hasta compré un cuaderno donde anotar las palabras que salían de su boca y descubrir si tenían algún sentido, por suerte cada tanto lo hacían, en esos breves momentos de sobriedad se sorprendía de verme allí. No sabía si nadie más lo visitaba y si era por eso que era tan fácil fingir que éramos buenos amigos o si simplemente la seguridad del hospital era un asco. ¿Cuántos pasteles podía comer alguien que estaba dormido la mayor parte del día? Ninguno, por eso ya estaba empezando a asquearme de lo dulce.

Las redes sociales siguieron saturadas el resto de la semana hasta que paulatinamente todo pareció estabilizarse y la atención de las masas migró a otro individuo, uno que sí parecía ser culpable de sus supuestos crímenes. En la cultura de la cancelación todos tienen sus quince minutos de fama antes de caer en el olvido, no sucede como antes cuando la gente hablaba de ti hasta que tenías que abandonar la ciudad o morir para que vuelvan a santificarte. Hoy en día todos buscan quedar bien en el momento con la esperanza de que así no serán los siguientes.

La parte más terrible de mi historia, la de Rochelle, fue desmentida por Naveena, de quien realmente no lo esperaba en lo absoluto, y creo que esa fue la razón por la que la gente detuvo la catarata de mensajes de odio. Yumiko no paraba de hablar de lo mucho que se habían inflado sus números a raíz de los rumores, pero a ninguna de esas personas le interesaba el contenido que intentaba compartir, solo querían saciar su propio ego fingiendo que les importaba su seguridad para mendigar un poco de información sobre cualquiera de los otros dos rumores que seguían circulando.

—Años tratando de ser alguien en internet solamente para ser conocida como la novia de Phoenix Forelsket. —Infló sus mejillas con aire y lo soltó para mover las puntas de su flequillo, dejando el celular a un lado de su plato de cereales.

—De nada —dije sentándome sobre la barra mientras mordía una manzana verde.

—Quiero terminar. —Escupió una hojuela de maíz sobre mi camiseta.

—Estoy comiendo, pero si me lo pides así... —Me dí la vuelta para agarrar una de las servilletas del rollo y mientras la cortaba añadí:—Puedo hacerte hasta olvidar tu nombre, Bella. —Lamí el papel sucio causando que se revolviera en su asiento del asco.

—Encantador como siempre. —Volvió a tomar su teléfono, alejando la comida unos centímetros hacia el otro lado de la mesa—. Ugh, juro que Caz me agrada a pesar de todo, pero sus estados parecen repost de una de esas cuentas de frases "relatables" de Twitter, ya, amiga, usa tus palabras.

Escondí detrás de mi mano una risa corta.

—A ver, lee alguna. —Tiré el corazón de la manzana a la basura.

—"Quien te ha fallado una vez, te fallará otras mil." "Aquí sigo... Digo, por si te quieres disculpar." "Es como hablarle a una pared, solo que hasta ellas saben que tengo razón." "La elección es clara una vez que abres los ojos." Y hay como otras treinta.

Anticupido [ANTI 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora