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—Nix, colega, creo que me pasé un poco con lo que dije antes, salió todo mal, yo no quería… —dijo Parker incómodo jugueteando con el cierre de su chaqueta.

—No pasa nada —suspiré echándole llave a las puertas del gimnasio—. Supongo que es normal que te dejes llevar por esas conversaciones, a veces olvido que soy yo el bicho raro que no ve futuro en esa gente.

Acomodé mi mochila en el hombro, mirándolo de soslayo.

—Eres único, no raro. —Tiró de la manga de mi camiseta, luego bajó la vista hacia mi mano, como si estuviera pensando en tomarla—. Y yo soy un gilipollas que no sabe expresarse —"Que tiene miedo de hacerlo” Comenzó a caminar y sus pensamientos se escaparon con él—, fue cosa mía, nada más. Tienes derecho a enojarte conmigo.

Es mi culpa por pensar que lo entendías.

Que nada había cambiado.

Cuando es muy obvio que ya nada es lo mismo.

Porque yo lo arruino todo.

Caminamos por los pasillos en silencio. Por lo general los silencios que compartíamos eran algo pasajero, porque ya no había nada de qué hablar, este en cambio, era de esos que ninguno quiere romper, ya sea por pena o por orgullo. Sin embargo, sabía que su mente estaba reprendiéndolo de alguna forma peor de la que podría hacerlo yo.

Y eso me dejaba intranquilo.

—No estoy enojado, tontorrón. —Sacudí su cabello, mi mano perdida por un instante entre la mata castaña con una pregunta perdida en el aire enarbolada por un “Qué pasaría si…”—. Solo fue el calor del momento, estoy muy irritable últimamente. —Descarté el llavero en el agujero.

—Eso había notado. —Le sonrío a la secretaria antes de que esta se diera la vuelta—. Pero por lo que dijiste tú y Yumiko se la pasan follando, ¿eso no te ayuda a liberar la tensión?

—Es una persona, no una pelota antiestrés.

—Ya, y los cigarrillos sí, ¿no?

—Existen diferentes tipos de estrés. —Puse las manos en los bolsillos, acariciando los alfileres de los que poco a poco me estaba olvidando.

Tragué saliva, no me había dado cuenta de que mi corazón había acelerado sus palpitaciones hasta que estas llegaron a mis oídos.

—Sea lo que sea puedes hablarlo conmigo. —Sostuvo la puerta para un grupo de chicas de primer año que nos miraron con adoración—. Me preocupa que vuelvas a colapsar por guardarte las cosas.

—No te preocupes, mi hermano ya se está ocupando de eso. —Esas palabras tenían un sabor extraño, no sonaban naturales en mí. Pero él sabía que los temas familiares estaban fuera de su jurisdicción.

—Ah. —Rodó los ojos con amargura—. Está bien, mientras lo hables con alguien… Hey, ¿ese de ahí no es tu primo? 

Señaló a un muchacho alto que parecía haber vuelto de navegar en un lujoso yate con el cabello rubio recogido en una media cola y grandes lentes de sol de diseñador que estaba apoyado sobre mi auto. Apolo era una obra de arte traída a la vida, no había humano que se le comparara, y él tampoco hacía el esfuerzo de mezclarse con ellos, no lo había hecho en Grecia, no lo haría en Filux. Pero las obras de arte no pertenecían a los estacionamientos descuidados de las secundarias.

—¿Qué hace aquí? —Parker verbalizó mis pensamientos con el ceño fruncido.

Definitivamente el dios del sol no era santo de su devoción.

Anticupido [ANTI 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora