Capítulo Nueve

2.1K 244 35
                                    

NARRA LIAM

-Trato hecho, vaquero... -Murmuré riendo como un niño pequeño que estaba por hacer una maldad.

-Eres malo, ¿Lo sabías?. -Indagó con una sonrisa, al fin había notado el gran atractivo que tenía ese chico.

-Mis amigos dicen que soy Lucifer personificado. -Bromeé con una amplia sonrisa.

-Entonces cuando me des tu número te agendaré como "Príncipe de las Tinieblas". -Aseguró riendo mirándome a los ojos, sus orbes grises me hipnotizaban por completo.

-¿Y quién te dijo que iba a darte mi número?. -Cuestioné acercando levemente mi rostro al suyo.

-Oh, ¿Eres tan malo cómo para negarte a darme tu teléfono? -Arqueó una ceja pasando su mirada de mis ojos a mis labios, como si yo no pudiera notarlo.- ¿Y si quiero llamarte o enviarte una foto?

-No quiero ni tus fotos, ni tus llamadas, ni nada. -Seguí la broma con voz segura.

-Bien, tendré que convencerte de eso entonces... -Susurró acercándose peligrosamente a mis labios.

-Casi te sale, pero no. -Reí alejándome un poco y volteando el rostro.- No soy una de tus conquistas, no lo olvides.

-Lo sé, no voy a olvidarlo...

Murmuró depositando un suave beso en mi mejilla haciéndome sonrojar levemente. Es innegable el hecho de que es un chico inigualable, no tiene comparación con otro que haya conocido, pero a su vez no puedo quitar de mi cabeza quien es en verdad, ¿Será el chico amable y dulce que conocí hoy? ¿O será el coqueto chico popular que sale con gente diferente cada semana?. Supongo que averiguaré mañana. Un zumbido molesto interrumpió el lindo momento que teníamos, para mi mala suerte era mi teléfono, al sacarlo noté que era un mensaje de mi madre. "Liam, en veinte minutos estará la cena. ¿Vendrás?". Reí levemente al ver la hora, ya eran casi las ocho. Suspiré bajo y contesté avisando que llegaría en unos minutos, levanté la vista notando que el castaño no paraba de mirarme. Fingí ignorarlo y lo miré con una dulce sonrisa.

-Ya son las ocho, debo irme o mi madre va a matarme. 

Solté con una pequeña sonrisa notando que el mayor hacía una pequeña mueca. Suspiré bajo mientras juntaba de a poco mis cosas, algo en mí me obligaba a hacer las cosas con lentitud porque, a decir verdad, me estaba divirtiendo. Una vez que tenía todo listo me levanté mirándolo.

-¿Me abres?. -Pregunté sin dejar de sonreírle.

-Oye, hace frío afuera así que... 

Se levantó rápidamente y comenzó a buscar entre sus cosas para luego darme una chaqueta de cuero algo grande. Me sorprendí gratamente mientras la tomaba de entre sus manos y veía como él se colocaba un suéter con líneas azules y rojas de forma horizontal. 

-¿Qué haces?. -Cuestioné confundido.

-¿Crees qué seré tan despreciable como para dejar que vayas solo?. Claro que no, es tarde y vas retrasado por mi culpa. Lo mínimo que puedo hacer es acompañarte, ¿No crees?. -Su voz sonaba tan sincera que me estaba enloqueciendo, ya no sabía que pensar con respecto a él.

-No es necesario, ni que fuéramos amigos. -Bromeé con una sonrisa poniéndome la chaqueta de cuero.- Pero está bien, al fin y al cabo ni siquiera terminamos de aclarar algo con respecto a la tarea. 

El mayor asintió con una amplia sonrisa para luego caminar hacia la puerta. Salimos de la casa y notamos que realmente se había hecho tarde, hacía mucho frío y el cielo estaba oscuro, me abracé a mí mismo por el gélido viento que recorría las calles. A los pocos pasos sentí un brazo rodeándome el cuerpo, volteé un poco la cabeza mirando de forma sorprendida al castaño, pero preferí guardar silencio. Una vez que llegamos al pórtico de mi casa, el de ojos grises alejó su brazo de mí con sutileza para luego mirarme con un pequeña sonrisa. 

-Bien... Te veo mañana, Raeken... -Murmuré con una sonrisa ladina.

-Te veo mañana, Dunbar... -Devolvió con voz suave y acercándose un poco hacia mí.- Entonces, ¿Mañana en tu casa o en la mía?. -Preguntó sonriente.

-La tuya está bien, es linda y cómoda. -Aseguré soltando un pequeño suspiro, estaba por voltearme cuando recordé algo importante.- ¡Oh! Tu chaqueta, casi lo olvido... -Murmuré avergonzado comenzando a quitármela.

-De acuerdo. -Contestó poniendo dulcemente sus manos sobre las mías captando toda mi atención por completo.- Quédatela y úsala mañana, te queda realmente bien...

-¿Estás seguro?. -Pregunté mirándolo directamente a los ojos.

-Muy seguro... -Susurró acercándose peligrosamente a mis labios.- Yo... Bueno... ¿Podría...

Sonreí levemente para acortar la distancia entre nosotros, un beso no le hace daño a nadie, ¿No es así?. El beso fue corto, rápido pero electrizante, pude sentir un escalofrío recorrer cada parte de mi cuerpo, pero aquello me encantaba, no entendía que es lo que tenía ese chico que me enloquecía tanto. Quizá eran sus penetrantes ojos grises, o su brillante sonrisa, tal vez la forma dulce que tenía al hablarme, no lo sé, lo único que sabía es que era algo maravilloso y lo detestaba. Detestaba querer besarlo, incluso tener un mínimo contacto con el Rey del Narcisismo, porque sabía que, tarde o temprano, todo terminaría al igual que pasaba con todas las chicas y chicos que intentaron salir con él. Ahora los entendía, ¿Cómo no caer ante ese chico tan atractivo y amable?. Era imposible. Me separé con rapidez, sonriente, para lugo caminar hacia la puerta de mi casa, saqué las llaves de mi mochila y la abrí volteándome. Miré a Theo suspirando, alcé la mano suavemente en el aire para saludarlo, él me devolvió el gesto acompañado por un guiño. Luego de eso, por fin, entré a mi hogar. Mañana sería otro día, por hoy ya había tenido suficiente de todo esto.

Amor a primera pelea ||THIAM||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora