Capítulo Treinta Y Ocho

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NARRA THEO

El comienzo de la cena fue tranquila, me preguntaron por mis padres, si tenía hermanos, las cosas típicas supongo. Se sintió bien hablar sobre mi hermana y mis sobrinos sin sentir un nudo en el estómago o intentar fingir que éramos la familia feliz, fui sincero, por primera vez en toda mi vida pude decir que no tenía mucha relación con mi hermana pero que estábamos arreglando las cosas de a poco. Los Dunbar eran personas muy dulces, amables y comprensivas, me hacían sentir parte de su familia cuando a penas y los había conocido hacia unas horas. Junto con la sobremesa, llegó la hora de que expongan a Liam, al igual que mis padres y Scott hicieron conmigo. definitivamente iba a disfrutar esto.

-Ahora entiendo porqué nuestro hijo hablaba tanto de ti, Theo, eres un joven grandioso, con valores y muy educado.-Comentó el hombre con una amplia sonrisa.

-¿Liam les había hablado de mí? -Indagué fingiendo grata sorpresa acompañada de una amplia sonrisa.

-Directamente no, pero sí lo oímos en repetidas ocasiones hablando solo en su cuarto diciendo  cosas como "Púdrete Raeken, tú y tu hermosa sonrisa. Te odio." -Contestó su madre riendo.- Y debo admitir que sí tienes una linda sonrisa. Al principio creíamos que sólo le caías mal, pero luego de un tiempo nos dimos cuenta lo errados que estábamos, nuestro pequeño comenzó a dibujarte mientras tarareaba alguna canción que se le cruzara por la cabeza. Pero sólo lo hacía los días que te veía, si no lo hacía sabíamos que no se habían cruzado. 

Agregó sonriente. Volteé a ver al menos con una sonrisa y noté como éste estaba envuelto en un mar de nervios con un viento ardiente en el rostro, sus mejillas iban a incendiarse en cualquier momento. Tomé dulcemente su mano por debajo de la mesa intentando tranquilizarlo, no tenía de qué avergonzarse, de hecho me parecía algo muy tierno de su parte. Al menos no me sentía tan mal por escribirle poemas en secreto, claro que eso no tenía planeado decírselo, excepto que sea extremadamente necesario.  La cena terminó tranquila, entre risas y bromas. Mientras Liam y su madre estaban lavando los trases, yo ayudé al Señor Dunbar a Limpiar el comedor.

-Mira Theo, realmente me caes bien y eres un gran chico, pero como le hagas algo a mi pequeño, te juro que te mato. ¿Lo entiendes? -Indagó el rubio con una sonrisa torcida que no me daba buena espina.

-Entendido, Señor Dunbar. Yo jamás le haría daño a su hijo. Sí a los que intenten hacerle algo o molestarlo, pero a él no. -Aseguré sonriente.

-Bien, me gusta escuchar eso. Ahora has la pregunta que quieres hacerme. -Soltó tomándome desprevenido, ¿A caso él era psíquico o qué?.

-Emm... ¿Puede Liam quedarse ésta noche en mi casa? Prometo que no llegará tarde a la escuela y que lo cuidaré como oro. -Pregunté con nerviosismo, en serio ese hombre daba miedo cuando quería.

-Claro, confío en ti mientras él no llegue tarde a la preparatoria n o habrá problema. Pero me refería a la otra pregunta que quieres hacerme. -Me miró fijamente a los ojos con ese semblante serio que hacía que te corra una corriente eléctrica de pánico por todo el cuerpo. Respiré hondo intentando calmarme para poder hacer esa pregunta que no paraba de rondar mi mente.

-¿Me da permiso para salir con su hijo como algo más que un amigo? -No sé de donde había sacado tanta seguridad como para no tartamudear o perder la voz en el camino, pero lo logré. El hombre me miró de arriba hacia abajo analizándome, me sentía un poco incómodo, pero me paré derecho en un vano intento para que el mayor no se diera cuenta que con cada segundo que pasaba, yo moría de miedo por dentro.

-Me alegra que mi hijo haya encontrado a un chico tan bueno como tú. Más te vale que lo cuides porque él es mi mayor tesoro. -Contestó el pelinegro con una amplia sonrisa en su rostro, poco a poco mi alma volvió a mi cuerpo, mientras que el pavor de hace unos segundos atrás se convertía en una felicidad absoluta que recorría todo mi cuerpo.

-No se preocupe, Señor, también es el mío... -Murmuré alegre viendo de reojo como, tanto el chico de mis sueños, como su madre, se acercaban a nosotros.

-¿Qué está pasando aquí?. -Indagó la rubia confundida.

-Nada amor, sólo estábamos hablando. Theo me pidió permiso para que Liam fuera a dormir a su casa ésta noche. -Aseguró el hombre con una sonrisa viendo a su esposa.

-¿Puedo ir? -Preguntó el menor de todos emocionado.

-Claro hijo, pero no lleguen tarde mañana. -El hombre me miró amenazante por unos segundos luego de decir aquello, pero para mi suerte, sabía que estaba todo bien entre nosotros.

-Te cae bien, ¿Eh? -Soltó burlesca Sara mirando a su esposo.

-Es un buen chico, y veo a Liam feliz con él. Eso es suficiente para mí.

Ese hombre era en verdad extraño, me caía bien pero me aterraba un poco. Subí con Liam a su cuarto para ayudarlo a hacer su mochila. Mientras él no paraba de amedrentarme con preguntas sobre la conversación que tuve con Robert, yo me encargaba de guardar las cosas en su mochila mientras tarareaba "Perfect" de Ed Sheeran, fingiendo no escucharlo. Terminé de acomodar todo y busqué mi chaqueta de cuero para luego ponérmela.

-¡Ey! Ahora es mía, no puedes usarla. -Gruñó bajo el rubio haciendo un adorable puchero.

-La estoy usando, ¿No? -Bromeé con una sonrisa.- Tranquilo, luego te la devuelvo, mañana la llevarás a la escuela. -Aseguré sonriente.

-¿Lo prometes?

-Lo prometo...

Sonreímos mirándonos a los ojos por unos segundos para luego agarrar nuestras cosas e irnos del cuarto. Saludamos a mis futuros suegros con una sonrisa, Sara me dio un fuerte abrazo mientras que Robert sólo me dio un fuerte apretón de manos. Salimos camino a mi casa tomados de la mano.

-¿Me dirás que fue lo que le dijiste a mi padre como para que te quiera? -Indagó con leve molestia el rubio haciéndome suspirar.

-Sólo le dije la verdad, pequeño. Que eres mi tesoro más preciado y que nunca permitiría que nadie te haga daño. Ah, y le pregunté si me dejaba salir contigo como más que un amigo, por cierto, dijo que sí. ¿Tiene algo de malo? -Pregunté con una sonrisa ladina sin apartar la vista del camino.

-No, no tiene nada de malo...

Murmuró con ternura y una dulce sonrisa en su rostro. Seguimos caminando en silencio hacia mi casa, un leve viento gélido llegó a nosotros, Liam se estremeció a causa del frío así que decidí rodearlo con mi brazo. El pequeño se acurrucó junto a mí sin cesar su caminata. Todo iba perfecto, el día había sido grandioso en todos sus aspectos, por un momento creí que nada podía arruinarlo, hasta que llegamos a la entrada de mi casa, encontrándonos con la última persona que querría ver en mi vida.




Amor a primera pelea ||THIAM||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora