EL SECRETO DE TYLER JONES

Capítulo 10.

Me encontraba terminando de vestirme cuando el timbre de casa sonó. Me puse rápidamente la camiseta a la vez que salía de mi habitación y bajé las escaleras corriendo. Al abrir la puerta, me encontré con un Ryan Miller tan bien peinado como siempre, y con la camiseta de los Oregon Ducks.

—Hola —saludó con una sonrisa tímida.

—Llegas temprano —se la devolví y me hice a un lado para que pasara a dentro.

—Sí, bueno, he ido a comprar algo para comer y pensaba que iba a tardar más —alzó la bolsa que llevaba en una mano para mostrármela.

—No tenías por qué traer nada —solté una carcajada—. Por cierto, yo soy de los castores —me crucé de brazos y le miré de arriba abajo. Con aquello quería decir que era del equipo rival al que se enfrentaban los Ducks en el partido de aquella tarde; los Beavers.

—¿Es en serio? —frunció el ceño.

—No, sólo quería ver tu reacción —reí—. Ponte cómodo mientras yo preparo los aperitivos —hice el amago de quitarle la bolsa, pero el rubio no me lo permitió.

—Te ayudo —contestó al ver cómo le miré confuso, a lo que yo asentí con una sonrisa y me volteé para ir hasta la cocina, siendo seguido por él.

—Puedes ir mirando lo que quieres beber —señalé el frigorífico y saqué varios boles de uno de los muebles superiores.

—¿Qué vas a querer tú? —preguntó antes de abrir la nevera.

—Cualquier zumo —eché una bolsa de patatas en el bol.

—Entonces yo también —respondió, haciendo que le mirase una vez se giró con la botella en la mano.

—Puedes coger la taza del otro día, si quieres —comenté en tono de burla, viendo cómo se acercaba a mí para poner el zumo sobre la encimera.

—He traído vasos de plástico para que no tuvieras que lavar nada después —se encogió levemente de hombros.

—¿De verdad? —alcé ambas cejas.

—Sí —estiró un brazo por delante mía para alcanzar la bolsa y sacar el paquete de vasos—. ¿Quieres hielo? —me miró de nuevo.

—Vale —le dediqué una pequeña sonrisa, a lo que él se volteó para ir hasta el congelador.

De pronto, escuché cómo se abría la puerta de mi casa.

—¡Tyler, ya he vuelto! —exclamó mi padre desde la entrada—. Mira a quién me he encontrado por el camino —dijo conforme se acercaba a la cocina, a lo que Ryan y yo nos giramos para averiguar de quién se trataba.

—¡Hola! —saludó Luke con bastante ánimo; un ánimo que se esfumó nada más se dio cuenta de la presencia de Ryan.

—¿Luke? —fruncí extrañado el ceño—. ¿Qué haces aquí?

—Nos hemos visto en el centro del pueblo y le he invitado a ver el partido con nosotros —respondió mi padre por él—. No sabía que tú ya habías quedado con alguien —miró al rubio—. Hola, Ryan —le sonrió, haciendo un gesto con la mano.

—Hola, señor Jones —contestó este con educación.

—Bueno, mientras más seamos, mejor, ¿no? —volvió a hablar, dándole una palmada a Luke en la espalda.

—Claro —murmuró el moreno, tratando de simular una sonrisa, a lo que Ryan, directamente, rodó los ojos.

—¿Por qué no os vais al salón en lo que mi padre y yo terminamos con los aperitivos? —propuse al notar el ambiente tan inexplicablemente tenso que se había creado.