Capítulo 17.

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—¿Cómo que no? —solté una carcajada nerviosa.

—Tyler, ni si quiera tienes claros tus sentimientos —alzó una ceja.

—Pero tú sí... —le miré confuso.

—¿Y qué? —frunció el ceño—. ¿Acaso estás preparado para que la gente sepa que te gusta un chico? Porque yo no.

—Tienes razón —asentí levemente y me quedé cabizbajo.

—Eh —puso su índice bajo mi barbilla para levantar mi cara—. No quiero que te pongas así, pero lo mejor es que lo ocultemos por ahora, ¿vale? —me dedicó una pequeña sonrisa.

—Vale —se la devolví con pocas ganas.

—Será nuestro secreto —guiñó un ojo y me dio un beso en los labios.

—¿Cómo se supone que tengo que actuar en el instituto? —volví a hablar una vez se separó y empezó a caminar hacia la puerta que daba al garaje.

—Como siempre —se giró para mirarme, ya con la mano en el pomo para abrir—. La única diferencia es que tú ya sabes que me vuelves loco —carcajeó, haciendo con sus palabras que yo sonriera y me ruborizara como un idiota.

—Está bien —suspiré y le seguí hasta el garaje—. Ten cuidado de camino a casa —añadí mientras veía cómo se metía en su coche.

—Te enviaré un mensaje cuando llegue —bajó la ventanilla y me agarró de la muñeca para tirar suavemente de mi brazo y que me inclinara levemente hasta que mi cara quedó la altura de la suya—. Sabes que, si fuera por mí, me quedaría para siempre, ¿verdad? —subió su mano hasta mi cuello.

—No, no lo sabía —reí.

—Pues deberías —arrastró sus dedos a mi nuca y empujó por ella hacia delante para que nuestras bocas se uniesen en un cálido beso que supo a despedida—. Hasta mañana, Tyler —murmuró sobre mis labios.

—Hasta mañana —sonreí con ternura.

Ryan suspiró y, una vez arrancó el coche, yo me separé y fui hasta la estantería para coger el mando y abrir la puerta del garaje. Me dijo adiós con la mano y dio marcha atrás hasta que salió del garaje. Nada más desapareció de mi campo de visión, cerré la puerta y me metí de nuevo en casa.

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El resto del día me lo pasé echado en el sofá, ni si quiera comí. Aunque tuve la televisión encendida, no vi nada de lo que emitieron, pues estuve tumbado bocarriba para contemplar el techo mientras le daba vueltas a todo lo ocurrido con Ryan durante los últimos días. En realidad sabía que tenía razón en lo de que lo mejor era mantenerlo en secreto, pues yo aún no había tenido tiempo para reflexionar sobre mis sentimientos y asumir que me atraía un chico, con el cual me había pasado todo el fin de semana besándome, además de que ninguno de los dos estábamos preparados para que nadie lo supiera. Llevaba toda la vida teniendo muy claro que me gustaban las chicas, es más, ya había tenido novia e incluso perdí mi virginidad con ella, pero lo que sentía por Ryan no lo podía comparar con nada. Quería cuidarle, quería protegerle, quería que pasáramos el máximo tiempo posible juntos, quería besarle a cada segundo, quería perderme en sus ojos, quería tocar su cuerpo, quería dormir con él... El desear tanto en tan poco tiempo incluso comenzó a darme miedo, ya que tan solo habían pasado dos días desde que le había dado forma a las emociones que mi ser sentía cada vez que estaba cerca del rubio, es decir; ¿qué pasaría cuando fueran pasando los días, semanas y meses?

Mi padre llegó al caer la noche, así que me obligué a espabilar y disimular mi inestabilidad en aquel momento para que no empezara a hacerme preguntas que no iba a responder con sinceridad.

EL SECRETO DE TYLER JONESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora