Capítulo 34.

2.1K 246 438
                                    

—¿Qué? —preguntó de manera automática, habiendo o no escuchado lo que acababa de decir.

—No puedo dejar de quererte —mi garganta se quebró—. Parece que, si lo hiciera, sería como arrancar mi propio corazón —mis ojos no soportaron más el peso de mis lágrimas y las dejó caer.

—Entonces, ¿por qué estás con Luke? —aunque su intención fue decirlo enfadado, no pudo evitar el suavizar el tono.

—No estoy con Luke —sorbí por mi nariz.

—No es lo que parece —bufó, girando su cara hacia un lado para evitar el contacto visual.

—Sí, lo admito, me gusta Luke —confesé, provocando que volviera a mirarme—. Pero no puedo borrar tan rápido los sentimientos que tengo por ti —clavé mis ojos en los suyos—. Y ojalá no fuera así, porque Luke no me escondería como si estar conmigo fuera algo malo.

—¿Eso es lo que quieres?¿Que todo el mundo se entere de con quién estás? —dijo incrédulo.

—No —me puse en pie, puesto que estaba sintiendo tanto en aquel momento que no podía quedarme sentado—. Claro que me hubiera encantado que la gente supiera que eras mío, pero soy consciente de todo lo que habría desencadenado —apreté mis manos en un puño—. Lo único que quería era que sólo fuéramos nosotros dos —notaba cómo mi voz se iba a romper de un momento a otro.

—Y lo habríamos sido si no hubieras roto lo nuestro —se levantó, quedando frente a mí para que nuestros ojos estuvieran a la misma altura.

—¡No me culpes a mí! —puse las manos en su pecho y le di un pequeño empujón por él—. Tú fuiste quien me negaste con asco delante de todos —gruñí con rabia—. Yo sólo quería que me protegieras —no pude soportarlo más y solté un sollozo—. Se suponía que yo era lo más importante para ti.

—¿Se suponía? —frunció el ceño—. ¡Claro que lo eras! —dio un par de pasos rápidos para acercarse a mí—. Es más, lo sigues siendo —agarró con fuerza una de mis muñecas.

—Dices que tú eres el único que está sufriendo —volví a fijar mi mirada en la suya; ambas brillosas por las lágrimas que estábamos derramando—. Pero no te has parado a pensar en el daño que me hiciste, ¿verdad?

—Todos los días. Todos los malditos días me castigo por no ser valiente —murmuró sin apenas voz.

—No me refiero a descubrir nuestro secreto, Ryan —me deshice con cuidado de su mano.

—¿Entonces?

—Pensaba que, a pesar de lo que yo te dijera, ibas a demostrarme que todo lo que me habías prometido era verdad, pero hiciste todo lo contrario. Huiste.

—¿Crees que quería eso? —soltó una carcajada silenciosa que sonó a enfado—. Lo hice para no tener que ver cómo tú me evitabas.

—Si no te evitaba, sabía que todo lo que te había dicho la tarde anterior habría sido en vano —mis ojos comenzaron a lagrimear de nuevo, ya que estos sabían lo que iba a decir a continuación—. No había pasado ni un día y ya te echaba de menos —las últimas palabras fueron interrumpidas por un sollozo.

Tras unos segundos en los que el rubio se quedó mirándome entre confuso y conmovido, llevó sus manos hasta las mías para agarrarlas y subirlas a la altura de nuestros abdómenes.

—Tyler —me llamó al ver cómo agaché mi cabeza para contemplar nuestras manos, provocando que volviera a subirla para mirarle a los ojos—. Mi vida sin ti es una pesadilla —su voz sonaba seria y segura—. Te pido perdón por cada maldita vez que te he hecho daño. Saber que te has podido sentir un mínimo como yo lo he hecho en estos días era lo que más me estaba matando —aferró sus dedos a mis manos.

EL SECRETO DE TYLER JONESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora