Capítulo 48.

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—¡¿Qué?! —exclamamos los cuatro a la vez.

—¿Pensábais que la droga llegaba sola a un pueblo como Hookside? —se llevó una mano a la cabeza para quitarse el gorro de lana que llevaba puesto.

—Obviamente no, pero no nunca hubiera creído que era el señor Miller quien... —intentó decir Scott, pero, al llevar su mirada y ver lo impresionado que se había quedado el chico, dejó de hablar.

—Ryan —deshice mi abrazo para colocarme a su lado y agarrar sus mejillas con una mano—. ¿Estás bien? —pregunté una vez me miró.

—Creo que sí... —frunció el ceño—. No sé por qué no me sorprende —soltó una carcajada falsa—. Es decir, es un maestro en guardar las apariencias.

—Eh —Luke puso una mano en su hombro, a lo que el chico se giró hacia él—. No hace falta que te hagas el fuerte, a cualquiera de nosotros nos decepcionaría una noticia así —subió la mano al pelo del rubio.

—No a todos —murmuró Chad justo antes de bostezar. El resto le miramos extrañados—. ¿Qué? Es verdad, a mí no me decepcionaría. Me ahorraría salir de casa para conseguir cosas —se encogió de hombros.

—Cállate —Scott le dio un empujón por el hombro mientras yo rodaba los ojos.

—Será mejor que nos vayamos a dormir, ya planearemos algo mañana —propuso Luke en su tan habitual tono de líder—. Alguien necesita asimilarlo —susurró sobre mi oído una vez se inclinó hacia mí. Yo asentí.

—Ryan —le llamó Chad, poniéndose en pie—. ¿He hecho mal en decírtelo? —preguntó con una empatía muy poco frecuente en él.

—Para nada —negó con la cabeza, esforzándose en mostrarle una sonrisa.

—Vamos —el pecoso agarró a nuestro amigo del brazo para que comenzara a caminar junto a él hacia la puerta de mi habitación.

—Buenas noches —dijo Luke una vez le miré a los ojos—. Cuídale —puso una mano en mi pelo y me guiñó un ojo.

—Lo haré —asentí con firmeza—. Que duermas bien —le dediqué una sonrisa antes de que se dirigiera a la puerta.

Una vez el moreno la cerró, me giré hacia Ryan, quien estaba algo cabizbajo, sentado en mi cama.

—¿Estás triste? —me acerqué a él y agarré sus mejillas con mis manos para que alzase la cara.

—No —sonrió levemente de lado—. Creo que estoy frustrado —frunció el ceño.

—¿Qué quieres decir? —di una caricia en su pelo.

—Mi padre lleva años criticándome para que fuera perfecto a los ojos de la gente. Siempre me he sentido mal conmigo mismo porque creía que debía ser como él; un hombre impecable, trabajador, que cuida de su familia... ¿y ahora me entero de esto? —sus ojos se fueron aguaron conforme más palabras salían de su boca—. Ahora me va encajando mejor el por qué tuvimos que mudarnos a un pueblo tan escondido como este —soltó un bufido.

—Tu padre se cavó su propia tumba —carcajeé, provocando que Ryan me mirase confuso. Dejé caer mis manos a sus hombros y me senté de rodillas sobre él—. Si no se hubiera dedicado a eso, no tendríais que haber huído de Colorado y veniros a vivir aquí... —aparté un par de mechones que caían sobre sus preciosos ojos para así poder clavar los míos en ellos—. Y, por consecuente, no nos hubiéramos conocido aquel día en la playa.

—Tienes razón —sonrió, esa vez con mucha más sinceridad, llevando sus manos a mi espalda baja para meterlas por debajo de mi camiseta y acariciarme la piel delicadamente con sus dedos—. ¿Está mal que me alegre de que mi padre sea un delincuente? —desvió su mirada a mis labios, a lo que yo rodeé su cuello con mis brazos para que estuviésemos más pegados.

EL SECRETO DE TYLER JONESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora