14. ¿Mi culpa?

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Ocho

Los días pasaban cada uno más tedioso que el anterior, Helena no solo molesta a Luther sino que a cada uno de nosotros, además creo que también siente algo por Cinco ya que siempre está tratando de llamar su atención y se la pasa metida en su habitación a pesar de que el no este ahí, eso me revuelve el estómago.

Y Adad, a simple parece tranquilo, no sale mucho de la habitación que Reginald les dio, sin embargo lo he encontrado espiando a Vanya en dos ocasiones, trate de leer su mente de manera telepática para saber porqué lo hacía pero no lo logré, aún necesito tocar a las personas para hacerlo.

En la tercera vez que lo encontré espiando a mi hermana, nos habíamos agarrado a madrazos pero el muy idiota se hizo la víctima diciendo que yo era muy impulsiva y que había malinterpretado las cosas, así que papá termino castigándome a mi, ninguno de mis hermanos se enteró de esto porque pasó cuando ellos estaban en una misión y creo que es lo mejor sino ya estuviera muerto.

Siempre intento evitarlos.

—Yo iré a buscar el libro arriba, tú búscalo aquí— me pidio Cinco antes de desaparecer. Estábamos en la biblioteca de la mansión, mamá nos había dejado una tarea en parejas y me asigno con Cinco, así que aquí estábamos tratando de buscar la información que nos pidieron.

Hice lo que el gruñon me pidio y empece a buscar en la planta baja.

Espero que Cinco lo encuentre primero porque soy muy mala buscando, una vez me pase buscando un lápiz por 3 horas para después darme cuenta que estaba en mi oreja.

Me subí a la escalera flotante para tratar de indagar en la parte de arriba de los estantes. Dé repente sentí como alguien movía la escalera de manera brusca provocando que cayera.

—¿Qué te pasa imbécil?— grité sobándome el hombro izquierdo que era el que había recibido todo el impacto.

Adad solo se quedó observando me con una sonrisa torcida. Lo odio.

Me levante adolorida sin quitarle la mirada de encima. Trate de pasarlo de lado, para salir de ahí e ir a la enfermería con mamá, pero él se interpuso.

—¿Qué te sucede?— pregunté con desprecio.

—Número Ocho, no he olvidado lo que pasó la última vez.

—Ah, ¿Te refieres a la vez que te encontré espiando a Vanya?— respondí con desdén.

Su sonrisa había cambiado a una llena de perversión.

—No es mi culpa que tu hermana me atraiga tanto.

—Que asco me das, agradece que me haya lastimado el brazo si no ya estarías suplicando por tu vida como pasó "la última vez".

Adad me acorraló contra el librero, inmovilizó mis manos y tomó mi cara con fuerza. Antes de que pudiera acercarse golpee su entrepierna con mi rodilla, haciendo que se retorciera de dolor.

Trate de alejarme de él lo más rápido posible para salir, pero tomó mi tobillo y volví a caer desgraciadamente sobre el mismo hombro, solté un grito adolorida pero Adad me tapo la boca y se puso a horcajadas sobre mí.

Estaba apunto de activar mi poder cuando Cinco lo derribó quitandomelo de encima. El brazo me dolía demasiado, sentía que se me iba a caer.

—No la vuelvas a tocar imbécil— Cinco le advirtio mientras arremetía contra él una y otra vez.

Adad solo se cubría y en ocasiones trataba de regresar los golpes.

—¡Basta Cinco!— le grité con la esperanza de que no me hiciera mucho caso.

Unas manos me tomaron por la cintura y brazos tratando de levantarme mientras que Luther corría a Cinco para detenerlo.

—¿Qué sucede?— Ben me pregunto mientras me levantaba, solté un quejido cuando número Tres tomo mi hombro lastimado.

—¿Estás bien T/n?— Allison parecía molesta y preocupada— Debemos llevarla a la enfermería.

Luther ya había separado a Cinco y Adad.

Todos nos miramos confundidos, la furia en la mirada de Cinco hizo que un escalofrio me recorriera la columna.

—¿Qué demonios sucede aquí?— Número Uno tenía sangre en su labio inferior, aparentemente había recibido un golpe al intentar separarlos.

Ninguno de los tres dijo nada y no pretendíamos hacerlo.

Cinco me miró y note como la ira se desplazaba de su rostro, ahora lucía preocupado, se acercó a mí tomándome en brazos y nos teletransporto a la enfermería sin decir nada a nuestros hermanos.

Me puso en una camilla y salió para buscar a mamá, cuando regresó se sentó a mi lado y tenía la esperanza de que no me preguntara nada, pero lo hizo.

—¿Por qué no nos dijiste nada sobre lo que pasó "la última vez"?

—Tenía todo bajo control.

Esperaba que con la golpiza que le dí nos dejara en paz, cada quien por su lado ignorandonos lo más que pudiéramos por lo menos hasta que se fueran, pero me equivoque.

—Pues ya viste que no— respondió tajante.

—No te enojes conmigo, yo no tengo la culpa de que el tipo sea tan desagradable.

—Puedo molestarme con quien se me dé la puta gana y en mi opinión también fue tu culpa— se puso rígido al instante, cruzó los brazos y su ceño se frunció, parecía un niño chiquito.

Si no fuera porque me está echando la culpa diría que se ve adorable.

—¿Mi culpa? Él me está molestando en mi propia casa, no entiendo como puede ser eso mi culpa— le dije elevando mi tono de voz y poniéndome frente a él.

—Si no quisieras arreglar las cosas por ti sola tal vez esto no hubiera ocurrido.

Solté una risa sarcástica ante lo que dijo.

—Creo que eres el menos indicado para decirme eso— Su rostro cambió a uno lleno de indignación.

—Es diferente.

—¡¿Exactamente en qué?!— A este punto ya me encontraba gritando— Tú siempre nos apartas para que tú puedas hacer las cosas solo ¿Por qué cuando yo lo hago es diferente?

Cinco solo me observa, debo admitir que su mirada era intimidante.

Si las miradas mataran...

Él se dio la vuelta dispuesto a salir de la enfermería, pero lo tome del brazo obligarlo a detenerse y que me mirara.

—¡Responde Cinco!

—¡Es por que siempre he estado solo!

—¿Qué? No es...

—Cuando hacían sus pijamadas, cuando salían juntos siempre me dejaban de lado— Cinco comenzo a hacer ademanes con las manos de manera desesperada— Se que no soy fácil de tratar, pero no esperaba que por eso me alejaran. Son mi familia, se supone que en las familias se aceptan tal y como son.

» Y tal vez tengas razón cuando dijiste que tratar de impresionar a papá nos estaba separando, porque para ser honesto esa siempre fue mi prioridad. De cierta forma los convertí en la competencia.

Cinco estaba completamente alterado, sus manos temblaban, algunas de las venas de su cuello resaltaban y su cara estaba roja.

Nunca imaginé que se sintiera así.

Siempre lo ví como el más fuerte de nosotros, siempre frío e indiferente hacia todo lo que lo rodeaba, creía que era un egoísta arrogante. Ahora me doy cuenta que solo estaba a la defensiva.

—¿No vas a decir nada?

Mamá entró interrumpiendo nuestra conversación.

—Ya vine cariño— me dijo con una hermosa sonrisa en el rostro— Hijo tu padre quiere verte en su oficina.

Cinco me dedico una última mirada antes de salir.

-Farsa-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora