39. Laberinto

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Warriors - Edda Hayes

Ocho

Mis hermanos son envueltos y acorralados en una cúpula de humo, todos menos Mara y Cinco, él se teletransporta de un lado a otro tratando de huir de las columnas y los demonios, mientras que ella me mira, con duda y dolor en su rostro.

Es ella, ella los está controlando.

Me levanto como puedo y tomo mi jabalina, aprovechó que Kaito está distraído para usar mis poderes y así atraer a Mara hacia mi, para mi sorpresa ella no se resiste.

―¿Qué mierda crees que haces?― le cuestionó en cuanto está frente a mi, con las manos y los pies inmóviles.

―Eso te pregunto yo a ti― responde con desdén.

Apoyo la punta de la jabalina en su cuello y hago un poco de presión.

Sus ojos color miel no dejan de mirarme cuando una gota de sangre resbala por su cuello, el dolor es evidente en su rostro.

―¿Por qué estás con mis hermanos? ¿Dónde está Crowe y qué carajo está planeando? ¿Dónde están los Jenkins?

―¿Realmente quieres que te responda todo eso? Porque creo que no tenemos demasiado tiempo.

La miró con ojos entrecerrados y no puedo evitar preguntarle algo que me carcome por dentro desde que supe que ella estaba con mi familia haciéndose pasar por mi― ¿Lo disfrutaste?

Su entrecejo se frunce y la lastima invade su rostro.

―No sabes cuanto odié estar en tu piel, pero lo soporte todo por él.

Su respuesta hace que algo dentro de mi se rompa y que me arrepienta enseguida por haber preguntado.

―Yo igual soporte muchas cosas, pero no solo por él.

Los labios de Mara se entreabren, pero antes de que pueda decir alguna palabra, un destello azul proveniente de la cúpula llama nuestra atención. Mis hermanos tratan de salir con los poderes de Vanya, eso no es bueno.

Intento llegar a ellos, pero un grito me detiene

―¡Mocosa!― el General trata de llamarme desde el otro lado de la habitación, apenas y puedo verlo con toda la oscuridad que nos invade.

¡Carajo! ¿Por qué aún no se han ido?

―Déjame ayudarte― me pide Mara aun estando inmóvil. La miró indecisa― El presidente y los demás deben salir de aquí y si tus hermanos continúan utilizando los poderes de tu hermana terminarán destruyendo el lugar.

Miro a mi alrededor, Cinco sigue escapando y mi pierna no ha dejado de sangrar, me doy cuenta que no tengo demasiadas opciones así que decido soltarla.

―Ayuda a mis hermanos, yo iré con el presidente― Mara asiente con una pequeña sonrisa de victoria.

Tomo un poco del liquido negro con los dedos para untarla en mi herida, no ayudara a curarla, pero si a evitar que siga sangrando. Corro lo mejor que puedo hacia el General con la jabalina en la mano y una pierna coja, en cuanto llego me doy cuenta que absolutamente todos siguen aquí, incluido el presidente.

―¿Qué sucedió? ¿Por qué carajos aun no se han ido?

El General y los demás hombres están formando un circulo apuntando con su arma a un soldado que está arrodillado en el suelo suplicando por su vida.

―Este hombre ha asesinado al primer ministro.

―¡Por favor no me maten! Ese no era el primer ministro, era un maldito demonio ¡Yo pude verlo en sus ojos, su puto rostro comenzó a deformarse! Si yo no lo mataba, él me iba a matar a mi y a todos nosotros ― el sargento solloza sin parar y la histeria se nota en su tono de voz― ¡Por favor! ¿Usted me cree señorita? Dígale a todos que es cierto― el soldado se arrastra hasta mis pies, pero el General se interpone entre nosotros aun con su arma apuntando a su cabeza.

-Farsa-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora