30. Solo una etapa

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Gasoline - Halsey

Ocho

Mis nervios estan a flor de piel y el sudor recorre cada centímetro de mi cuerpo.

La abstinencia comienza a hacerse presente dentro de mi sin que pueda evitarlo.

—¿Puedes quedarte quieta aunque sea cinco minutos?— réplica Luther dejando su tejido a un lado para poder mirarme— ¿Por qué luces tan nerviosa?

—Por qué ya llevo encerrada en este maldito lugar desde hace más de una semana Luther, cualquiera podría volverse loco— respondí con la excusa más convincente que encontré para que no sospechara de otra cosa— Además de que Crowe sigue allá afuera, libre.

—Tienes razón, pero no podemos dejarte salir hasta que los estudios que te hizo papá estén listos. Y no te preocupes por Crowe, no hemos sabido nada sospechoso de él.

Eso es lo que más me preocupa.

—Esta bien, esta bien— él siguió con lo suyo, pero yo necesitaba distraerme— ¿Qué carajo estás haciendo?

Me mira sorprendido y luego levanta su tejido para mostrarmelo— ¿Esto? Es un corazón, para Allison.

—Espera, ¿Ustedes ya son pareja?

—Ehh si algo así, decidimos llevarlo con calma.

Eso no me lo contó Ben.

Antes de que pudiera preguntar cualquier otra cosa, papá apareció con Pogo quien llevaba unos papeles en la mano.

Luther sé levanto en seguida y Reginald le ordenó que me dejara salir, mi hermano hizo caso a su petición sin rechistar.

—Que bueno tenerte de vuelta número Ocho— dijo Reginald con recelo disfrazado de dicha.

Mi hermano me escoltó a mi habitación por órdenes de papá y enseguida comencé a revisar que todo estuviera en su lugar, obviamente no era así, pero si estaba mejor de lo que creía.

Aunque aquel libro había desaparecido.

Tome una libreta de mi estante junto con una pluma y comencé a plantear todas las ideas (o más bien planes) que tenía en mente. Entre ellos asesinar a Crowe.

Alguien toca la puerta de mi habitación interrumpiendome.

—Adelante— nadie responde, pero vuelven a tocar.

Me levanto para abrir la puerta yo mi misma.

Klaus sé abalanza sobre mi, abrazandome. Y no dudo ni un segundo en corresponderle.

—Me lo han contado todo pequeña y no sabes cuanto lo siento— susurra en mi oído y yo solo lo aprieto con más fuerza—Aun así tienes que contarme tú que fue lo que paso exactamente.

—Es una historia muy larga.

—No hay problema, tengo todo el tiempo del mundo.

Klaus nos lleva a la cama aún abrazados hasta que caemos en ella.

No sabía exactamente si debía contarle o no por todo lo que pase, aun así me arme de valor para contarle, obviamente omitiendo cosas comprometedoras o difíciles de explicar.

Agradecí infinitamente que mi hermano se dedicara solo a escucharme y no a llenarme de preguntas que no quería responder. De vez en cuando hacia chistes inapropiados, pero no era algo que me molestara, sino todo lo contrario.

Mientras más avanzaba en la historia más cambiaba la expresión de mi hermano, su preocupación y horror se van haciendo cada vez más presentes en su rostro.

Cuando termino él se ha quedado sin palabras y no sé que más decir para que no sienta lastima por mi.

Por suerte Diego nos interrumpe.

—Papá convocó una reunión de emergencia— nos informa y sale de la habitación sin siquiera mirarme.

Klaus se levanta y me extiende la mano para que yo haga lo mismo.

—Bajaré en un segundo, necesito cambiarme de ropa— él asiente y se adelanta a la puerta.

Pero antes de que pueda marcharse regresa corriendo y vuelve a abrazarme.

—Sabía que tú no eras capaz de hacerme daño.

Lo abrazo por la cintura y sin pensarlo dos veces meto mi mano en el bolsillo de su saco y tomo una bolsita que contiene varias pastillas de colores, las escondo en mi manga y le sonrió a Klaus cuando se separa del abrazo.

En cuanto sale de mi cuarto, me dirigo al baño y me encierro en él.

Hay exactamente 8 pastillas, decido tomarme un par y guardar las demás para después. Con esas dos seran suficientes para calmar a mi organismo por un tiempo.

Suelto un suspiro de alivio cuando las pastillas terminan de pasar por mi garganta reseca.

—Creí que no lo volverías a hacer— Kaito me reclama desde el otro lado de la habitación, tiene los brazos cruzados.

—¿Qué demonios te hizo creer eso?

Él alza los hombros— Lo deje pasar porque creí que solo era una etapa, el haber perdido a tu familia es muy duro y la droga te ayudaba a sobrellevarlo, para que no te...

Lo fulmine con la mirada para que no terminara la frase.

—Creía que cuando los tuvieras de vuelta dejarías esto de lado.

La decepción en su mirada y la inquietud en su tono de voz solo hace que me irrite.

—No es tu obligación cuidarme ni mucho menos preocuparte por mi, así que deja de sermonearme.

Salgo en dirección a la sala principal para reunirme con los demas y dejar atrás a Kaito.

-Farsa-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora