32. Te odio

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Control - Halsey

Ocho

Me odio.

Y no solo por la sangre en mis manos, sino por haber caído tan rápido a los pies de Crowe.

"Tú eres el rayo de esperanza que va a salvar el mundo"

"Solo tienes que hacer lo que yo te diga"

Me tallo con fuerza las manos, pero por más que lo intente la sangre no desaparece de mis uñas y eso me frustra.

"Tú y yo seremos imparables"

Aviento el jabón lo más lejos posible de mí y me miro en el espejo roto que está arriba del lavamanos.

Te odio.

Te odio.

Te odio.

Repito cada vez más fuerte.

Cierro los ojos tratando de tranquilizar me.

—Eres más patética de lo que creí.

Mi corazón se acelera por volver a escuhar a esa maldita voz.

—Cierra la boca, no quiero escucharte— le digo entre dientes, para que no empiece a molestarme.

Me cubre los ojos y me toma por el cuello evitando que el aire entre a mis pulmones. No sé que es lo que esta pasando, muevo mis manos en busca de alguien, pero solo puedo sentir el aire entre mis dedos.

De repente me suelta y doy una bocanada de aire.

—¿Qué carajo me hiciste?¿Qué fue lo que paso?

No responde y yo decido no insistir.

Todo se queda en silencio, lo único que puedo escuchar es mi respiración agitada y el corazón en mis oídos.

—¿Qué demonios haces insecto?— suelto un gritillo al escuchar a Adad al otro lado de la puerta.

Respiro hondo antes de contestar— No es de tu incumbencia.

—Tal vez no, pero estoy aburrido— dice entrando al baño para adentrarse en la tina.

—¿Y eso a mi qué?

Me barre con la mirada y me dedica una sonrisa maliciosa—Tú eres mi método de desaburrimiento.

—No estoy de humor para aguantar tus estupideces, así que mejor vete.

—Bien bien, no voy a molestarte. Pero por lo menos hazme compañía—Toma mi brazo y me jala lo suficientemente fuerte para que caiga encima de él.

Al momento de que su cuerpo choca con el mío me quedo completamente inmóvil y unas terribles náuseas me invaden.

Golpeo su rostro con la palma de mi mano para alejarlo de mí.

—Quítate imbécil.

Me arrastro hasta el otro lado de la tina y me quedo ahí observando como Adad saca unas cuantas pastillas y comienza a aplastarlas en la orilla de la bañera hasta hacerlas polvo.

Un recuerdo de mi hermano viene a mi mente, pero decido ignorarlo.

—Si tu querido padre te descubre estarás muerto.

—Yo morí hace mucho tiempo primor.

Con una tarjeta de papel comienza a formar una línea con el polvo y luego se acerca lo suficiente para inhalarlo.

Lo observo fijamente analizando la reacción de su cuerpo—¿Quieres?—me pregunta cuando se percata de mi mirada en él.

Me toma por la cintura para acercarme a él y en seguida trato de apartarme, pero no lo logró.

—Yo sé que has sufrido mucho desde que llegaste aquí—murmura en mi oído mientras comienza a acariciar mi cabello— y seguirás sufriendo mientras estés en las manos de mi padre. Pero con esto todo será más llevadero, lo prometo.

Pone la tarjeta de papel en mis manos y la observó con detenimiento.

Mi fuerza de voluntad sé está quebrando.

—Ya no quiero verte sufrir preciosa, solo hazlo— me dice mientras deja besos en mi mandíbula hasta llegar a mi cuello.

Tiene razón, he sufrido mucho y lo seguiré haciendo, pero no creo aguantar tanto, tal vez este sea mi método de escape temporal.

No soy tan fuerte como creí.

Y me odio por eso. 

-Farsa-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora