04. Casa de los espejos

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Cinco

Seguimos el pasillo de la izquierda donde hay unas cuantas puertas desgastadas, pero ninguna es lo suficientemente sospechosa como para pensar que T/n esta ahí.

Hasta que llegamos al final del pasillo y nos damos cuenta que sigue por otro camino a la derecha donde hay unas escaleras en espiral.

―Vamos― le digo a Diego para que me sigua.

Al final de las escaleras llegamos a una gran bodega con paredes de metal, es como si estuvieramos dentro de un submarino enorme que unicamente tiene por dentro pasillos y escaleras flotantes sin fin.

―Mira allá arriba― Diego me señala una puerta que se encuentra vigilada por cuatro hombres armados y encapuchados.

¡Bingo! parece el lugar exacto donde tendrían resguardada a mi chica.

―Atacare a los dos hombres de atrás y enseguida iras por los de adelante, ¿Okey?― le digo a mi hermano, para después encaminarnos a la puerta discretamente.

Me teletransporto arriba de los encapuchados para noquearlos, pero nada más logro hacerlo con uno mientras que el otro se levanta y me golpea la cara con la culata de la escopeta una y otra vez, para mi suerte Diego aparece y apuñala a los dos de adelante los cuales me estaban apuntando. Tomo un arma del piso y me teletransporto atrás del hombre que me estaba golpeando para darle con la pistola en la cabeza y así dejarlo inconsciente.

―No creo que podamos encubrir esto― me dice Diego mirando a los hombres tirados.

―Entonces sera mejor que salgamos de aquí antes de que se den cuenta de lo que paso.

Abrimos la puerta y nos sorprendemos al ver un enorme espejo fente a nosotros, el lugar estaba iluminado con luces de colores y había más espejos alrededor, parecía...

―Parece la casa de los espejos, como las que ponen en la fería― dice Diego leyendo mi mente.

―Lo mejor es que vallamos por aquí― le digo tomando la iniciativa, pero creo que es mala idea porque a los 5 segundos mi frente se estampa contra un espejo.

Noto como Diego reprime una risilla, pero lo miro mal y cambia su expresión a una más seria.

―Si tanta gracia te da, mejor guianos tú― le digo sobandome la frente.

―Sería un honor querido hermano― Diego hace una pequeña reverencia y continua caminando y adivinando por donde ir.

Pero somo un total fracaso en esto, ambos terminamos con muchos golpes en la cabeza y manos.

―¡Estoy harto! ¿Qué tal que ni siquiera esta aquí y nosotros caminando como estúpidos?―Número Dos parace molesto.

―Lo dudo, esta era la única entrada que estaba vigilada― lo tomo por los hombros y lo sacudo un poco―Ten paciencia, yo sé que esta aquí, solo debemos seguir caminando.

Estiro los brazos para evitar volver a golpearme.

Hasta que por fin llegamos a lo que parece ser el centro de la habitación, donde esta ella.

Ahí está.

Amarrada de pies y manos a una silla, en el piso, desmayada.

Me acerco lo más rápido que puedo para tomar su pulso, el cual esta muy débil al igual que su respiración.

―¡Oye! ¡oye! despierta, por favor― mi voz se rompe, delatando las ganas que tengo de llorar.

Diego me ayuda a levantarla y comienza a forzar las cerraduras para liberarla.

―¿Cinco?― pregunta en un murmullo, esta tan debil que ni siquiera abre los ojos.

Tomo su cara entre mis manos con delizadeza y puedo notar moretones en su mejilla izquierda, le doy un suave beso en la frente―Soy yo, te llevare a casa.

Sus ojos se abren lentamente y me mira sorprendida, puedo notar algo de miedo en su mirada― Creí... creí que habían muerto― lagrimas escurren por sus mejillas hasta la mandíbula, trato de limpiarlas con mis dedos.

―Tranquila nena, te sacare de aquí.

Luce tan vulnerable.

Una vez que Diego termina de desatarla la tomo en brazos para salir de aquí.

Mi hermano mira para todos lados tratando de recordar el camino y cuando por fin lo hace, saca uno de sus cuchillos y lo lanza con fuerza haciendo que los espejos frente a nosotros se rompan dejandonos ver la puerta por la que entramos.

Corremos en dirección a los pasillos flotantes buscando las escaleras por las que bajamos a este horrible lugar.

-Farsa-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora