Tras dar un gran sorbo a sus bebidas ambos soltaron un "Ahhh" casi sincronizado. Al percatarse de esto se rieron, como si fueran compañeros de toda la vida.
La tensión entre ambos se había aliviado notablemente, pues a Gardevoir también le parecía relajante sentarse y simplemente contemplar el paisaje mientras bebía su refresco. Ella se había familiarizado bastante con estas bebidas, pues solía tomarlas del refrigerador de la casa de Tommy aquel par de días que estuvo con él.
La calma se vio interrumpida cuando se pudo escuchar algo revolotear cerca al lugar donde habían dejado sus pertenencias. Ellos se acercan cuidadosamente, viendo que lo que ocasionaba esto eran un par de pequeños Rattatas intentando llevarse la comida que Steven había traído. Pero como uno de los cierres no abría completamente, lo estaban intentando jalonear con todas las fuerzas que sus pequeños cuerpecitos les permitían.
Gardevoir los miro con molestia, y sin pensarlo por más tiempo había generado en sus manos una esfera de sombra que pensaba lanzar contra los pequeños. Steven se dio cuenta y actuó de inmediato.
– Tranquila, no hay problema. – Dijo él, poniéndose delante de ellos para evitar que recibieran el ataque. – Traje mucha comida, podemos compartir.
Gardevoir se contuvo y deshizo la sombría esfera.
– "¿Por qué arriesgaría su seguridad por un par de pokemóns salvajes que apenas conoce?" – Pensó para sí misma, muy desconcertada, mientras veía como Steven se daba la vuelta y sacaba de su mochila un par de bayas para ellos. – "Además, pudo simplemente detenerme sujetando mis brazos o hasta empujándome... pero no lo hizo."
Los Rattatas movieron sus colitas y se fueron tomando las bayas que les había ofrecido su nuevo amigo.
– No te preocupes, todo está bien. No es necesario luchar la mayoría de veces.
Al ver esa reacción violenta por parte de Gardevoir, Steven se dio cuenta que su verdadero problema era su temperamento. Sabía que los pokemóns intercambiados que se tornan agresivos lo son porque sus entrenadores originales no los trataron de la mejor manera, limitándolos a sentirse como simples objetos en el peor de los escenarios.
Sintió una gran pena por ella, de ser esto último su caso, y también la necesidad de darle un abrazo que la hiciera sentir que todo estaría bien y que no tiene por qué temer. Sé levanto para decirle todo lo que estaba pensando pero, repentinamente, la toalla que cubría el cuerpo de Gardevoir se cayó, dejando al descubierto todo su cuerpo desnudo.
– "Tiene que ser una broma" – Pensaron ambos.
– Creo que tu vestido ya debe estar seco. Iré por él. – Dijo Steven enrojecido, mientras iba a buscarlo.
Ella también sintió de vergüenza, cubriéndose sus pechos y sexo con sus manos. Nadie la había visto desnuda en mucho tiempo, había casi olvidado esa sensación. Pero por alguna razón, tan solo esta vez, sentía alivio de que quien la haya visto de esa forma sea una persona como él.
Una vez cambiada ella vio que todo estaba listo para almorzar.
Había un gran mantel de picnic en donde se posaban diversos platillos. Ella estaba predispuesta a negarse en el caso de que Steven le ofreciera comida balanceada de pokemón, lo cual nunca ocurrió. Él simplemente le dijo que tomara lo que quisiera.
Había frutas, ensaladas y hasta un pie de manzana el cual ella comió con mucho gusto. Se sentía nuevamente extrañada, pero también muy contenta. Ella había dejado de comer alimentos diseñados para pokemóns desde hace algún tiempo, usando sus poderes para salirse con la suya y conseguir la comida que cualquier persona consume.
Pasaron tan ameno momento juntos que el tiempo parecía volar.
Ya había oscurecido hace un tiempo, así que regresaron al pueblo. Al llegar a su piso Steven fue a tomar una ducha, para luego irse a descansar, mientras que Gardevoir había optado voluntariamente a ingresar a su pokeball haciéndole antes un gesto de "irse a dormir".
Cuando ella supo que su entrenador estaba dormido salió de la pokeball y fue hasta la cocina para prepararse un café. Se puso una casaca del armario y se teletransportorto al techo de la vivienda. Solo quería quedarse viendo el paisaje nocturno del lugar para siempre, aun sabiendo que eso no le sería posible.
Mientras contemplaba la ruta por la que se iba al bosque pudo notar que algo se dirigía a su dirección, como dando brinquitos. Pero no era lo único, pues una espesa niebla parecía seguirlo. Al enfocarse mejor, noto que eso que se movía era un Spoink y que la niebla no era tal cosa, sino un grupo de Gastlys que le perseguían.
Spoink, aquel pokemón psíquico noto la presencia de Gardevoir y le pidió ayuda.
– ¡Auxilio! ¡Por favor! ¡Estos Gastlys no han dejado de lastimarme! – Suplicaba el pequeño.
– "No tengo ninguna obligación con él" – Pensó ella, mirando hacia otro lado. – "Los pokemóns salvajes pelean todo el tiempo entre sí, no pasara nada malo si solo lo dejo pasar."
Spoink seguía moviéndose, pero cada vez era más lento. Había estado huyendo por mucho tiempo y las fuerzas no le daban para más. Finalmente se detuvo y se quedó saltando en su lugar cubriéndose los ojos ante el inminente ataque de sus perseguidores.
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Complicada compañera
FanfictionUn joven instructor de gimnasia decide ayudar a su pequeño vecino a lidiar con un Pokémon problemático, sin saber que aquella experiencia cambiaría su percepción sobre estas criaturas.