Cuando Steven se levanta de su cómodo descanso lo primero que piensa es en no hacer ninguna clase de ruido que pueda levantar a su compañera, pues ella había tenido un día difícil ayer. Sin embargo, al ver en su dirección, la encuentra ya despierta y con una gran expresión de irritabilidad.
Sus ojeras le indicaban que no había dormido como ella lo hubiese deseado.
- Lia, tus ojos... ¿No pudiste dormir anoche?
- Si lo hice, pero tuve pesadillas... - Dijo Lia, frotándose la vista. - Cuando me levantaba de una de ellas, y volvía a conciliar el sueño, otra aparecía en su lugar.
Gardevoir había sufrido de pesadillas desde hace un buen tiempo, pero solo en muy contadas ocasiones. En ellas recordaba a su entrenadora, quien era el eje de todas las desgracias vividas en ellas.
- Siento no haberme dado cuenta de ello... - Respondió Steven. - Pude haberte hecho compañía viendo una película o haciendo algo que te distraiga hasta que te relajaras lo suficiente para volver a descansar.
- No, ni lo menciones. Tampoco quería privarte del sueño. Te ocasione muchos problemas ayer, así que dejarte dormir era lo mínimo que podía hacer.
La actitud de Lia cambia a una más feliz, reflejándose en la sonrisa que se dibuja en su rostro al ver a los ojos de su compañero.
- Pero ahora ya estoy mejor, porque estás conmigo y te tengo solo para mí. – Decía Lia, mientras lo abrazaba con mucho cariño.
A Steven le encantaba como ella tenía un lado lleno de ternura que era muy feliz simplemente con abrasarle y decirle cosas al oído. Comenzó a temer que, debido a que su relación salto a lo íntimo muy rápido, esta no vaya a contar con las bases suficientes para prosperar.
Pero tenía una buena corazonada con Lia, así que daría todo de su parte por hacerla feliz.
Luego de alistarse, partieron al café pokemon para desayunar.
- ¡Buenos días y bienvenidos al café pokemon! – Saludaba una Steenee, muy parecida a la que atendía en el café de la Isla Prima.
A Gardevoir le seguía pareciendo tonto la temática del lugar, pero le gustaba mucho su comida, así que no había de otra. Cuando están haciendo su orden, ellos escuchan a otros clientes referirse muy impresionados con respecto a una de las maids que atendían el lugar.
- ¡Es ella! ¡Es tal como la pintan! – Decía uno de los jóvenes.
- Claramente no mentían cuando decían que tenía un buen cuerpo. – Agrego su acompañante.
La pareja no logro superar su curiosidad y observaron en dirección a quien se trataba.
Era una Hatterene, un pokemon muy femenino cuyos cabellos contaban con bellos tonos color pastel. Vestía con un traje de sirvienta, como todas las demás, pero claramente era la que más llamaba la atención producto de su esbelta figura.
- Wow... está muy buena. – Dijo Steven.
Cuando Lia voltea la mirada hacia su compañero, irritándose por haber escuchado ese comentario de su parte, se da cuenta que en realidad él se había estado refiriendo a algo en el menú. Sintiéndose con ello mal consigo misma por esto.
Por su parte, aquella Hatterene no había sido indiferente ante la llegada de aquella inusual pareja.
- "Vaya, vaya... Pero qué interesante." – Pensó Hanna, aquel pokemon que llamaba la atención de todo el lugar. – "¿Estos serán los tortolitos de los que me hablo aquella escoria anoche?"
Sucede que en esta isla Lia y Steven no eran los únicos que mantenían una relación complicada.
Hanna, básicamente la encargada de esta sede del café pokemon, había conocido hace algunos meses a un joven humano llamado Harry. Él no solo trabaja en su negocio de monturas, sino que también proporciona al café pokemon algunos ingredientes necesarios que solo se consiguen por medio del buceo.
El carácter despreocupado del humano causo una gran molestia en Hatterene cuando ellos interactuaron por primera vez. Ella es muy responsable y le enfada de sobremanera no enfocarse en sus tareas, mientras que él dejaba que todo simplemente fluyeran, preocupándose más en vivir el momento.
Ninguno de ellos podría decir como exactamente paso, pero sin darse cuenta ya compartían besos y caricias intensas a escondidas tanto de la gente de la isla como de las otras trabajadoras del café. Esa esa sensación de clandestinidad, de lo prohibido, de las contradicciones que presentaban al hallarse dos personas tan diferentes enlazadas en un acto de entrega total.
Pero era solo eso, una relación cuya finalidad era el entretenimiento y nada más.
Hanna hace un gesto a una de sus compañeras maids, precisamente a la Steenee que recibió a la pareja, y cuando esta se acerca le da instrucciones que debe seguir las cuales parecen incomodarla.
- Pe-pero... No deberíamos hacerle eso a los clientes... - Respondió la temerosa Steenee.
Sin embargo, al ver la mirada llena de determinación en los ojos de su jefa no le quedo de otra que obedecerle.
Cuando Steenee pasa cerca de la pareja derrama deliberadamente algo de limonada sobre la ropa de Lia.
- ¡¿Pero qué te pasa?! – Exclamo Lia, regañando a la maid.
- Lo siento mucho, fue un accidente... - Decía preocupada la pequeña maid.
Gardevoir tenía intención de continuar gritándole, pero intento calmarse y se dirigió a los servicios higiénicos para secarse.
- "Estúpidas maids, estúpido café, estúpidas pesadillas..." - Se decía para sí misma, mientras se limpiaba y miraba en el espejo. – "Tranquilízate Lia, ya pasó... fue solo un accidente. De seguro es su primer día, eso debe de ser..."
Sin darse cuenta alguien más estaba cerca y no fue hasta segundos después que pudo percibirla.
Aquella Hatterene estaba detrás de ella, haciendo que Lia se quedara congelada de la impresión en su lugar, mirándola solamente a través de su reflejo en el espejo.
Cuando recupera el control de su cuerpo voltea en dirección a Hanna con una actitud defensiva.
- Oh... El aura que te rodea sí que es extraña. – Le dijo Hatterene, rompiendo el silencio. - Hay contrastes muy grandes en ti, tal vez un conflicto que no ha terminado de solucionarse...
Por la forma en la que habla parecía como si una vidente estuviera hablando de los problemas que había tenido hasta ahora en su vida.
- Te recomiendo que trabajes en ello antes de jugar a los novios con tu entrenador...
La paciencia de Lia se había terminado. No iba a permitir que una desconocida se pusiera a darle consejos de cómo llevar su vida o de lo que debería hacer o no con su entrenador. Pero algo la detiene.
Antes de poder apartar a aquella desconocida usando sus poderes psíquicos ella vio en los ojos de su oponente la abismal diferencia entre sus poderes y los suyos. Sintió una fuerte PRESIÓN en el pecho, la cual le recordaba las veces en que su entrenadora la hacía combatir contra pokémons mucho más fuertes que ella contra los que no tendría ninguna oportunidad.
La ira se convirtió en temor en un abrir y cerrar de ojos, y aquellos terribles recuerdos volvían a su mente uno tras otro.
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Complicada compañera
FanficUn joven instructor de gimnasia decide ayudar a su pequeño vecino a lidiar con un Pokémon problemático, sin saber que aquella experiencia cambiaría su percepción sobre estas criaturas.