#15 El trato

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Lía se teletransporto en frente de ambos jóvenes, lista para comenzar con su retorcida costumbre. La pareja se puso en alerta ante su presencia.

– ¡Oh!... es una Gardevoir. – Dijo la joven mujer, mientras ponía sus manos en su pecho. – Pero que susto nos has dado...

– Debió haberse olvidado en que área estaba su entrenador ¿Quieres que te ayudemos a buscarlo? – Agrego su acompañante.

Lía sonreía maliciosamente, le daba igual las buenas intenciones que ambos tuvieran para con ella. Iba a disfrutar navegando en sus memorias y evocando esos deseos que, probablemente, ambos tenían muy en el fondo el uno por el otro. Además, se moría por saber qué tipo de relación tenían... ¿eran hermanos? ¿primos? Lo que sea, ya estaría a punto de saberlo.

Pero, cuando levanto sus manos para utilizar sus poderes psíquicos, escucho algo chapotear en el agua, justo detrás de ella.

– ¡Que increíble! – Exclamo una emocionada voz infantil. – ¡Ralts, mira esto!

Era una niña, de similares características a la pareja. Estaba acompañada de una Ralts, y ambas miraban fascinadas la figura de Lía.

– ¡Pero que linda eres! – Elogiaba la pequeña a Lía, mientras tomaba de la mano a su pokémon. – ¡Mi Ralts será tan bonita como tu cuando crezca!

Gardevoir desistió de sus intenciones iniciales. Sentía en esas dos niñas la presencia de su pasado, de la felicidad que alguna vez gozo.

Se inclinó un poco y coloco su mano sobre la cabeza de Ralts.

– Cuida mucho de ella ¿Si? – Dijo Gardevoir cariñosamente a la pequeña entrenadora.

– Se lo prometo. – Contesto de inmediato la pequeña.

Entonces Lía se levantó y se teletransporto de regreso en donde había dejado a Steven.

Cerro los ojos por un momento, para despejarse de su conflicto interior. Había estado a punto de volver a afectar con sus poderes a otros humanos, a punto de ser igual de despreciable que Samanta.

– Steven, lo siento mucho...

Al abrir los ojos vio que él ya no estaba, encontrándose sola en ese lugar.

– Era lógico... hoy las cosas no han salido como quería. – Se dijo para si misma, lamentando su situación.

Se cambió de ropa con calma y se retiró del balneario, yendo a caminar por el bosque cercano a la playa.

Sumergida en sus pensamientos camino sin darse cuenta que algo la seguía. Pese a que la posibilidad de ser atacada por un pokémon salvaje existía ella confiaba en su percepción para poder huir a tiempo.

De improvisto, Lía es golpeada en la espada por algo parecido a una gran lengua, haciéndole caer al suelo. No podía levantarse, estaba paralizada. Miraba a los alrededores en búsqueda de su atacante, pero no encontraba a nadie.

– ¡Cobarde...! ¡Sal de donde te escondas! – grito Lía, enojada.

Entonces una sombra se levantó del suelo, tomando la forma de un Gengar.

– Niñita, no hace falta levantar la voz... estoy justo en frente de ti. – Dijo tranquilamente el pokémon, quién poseía cierto grado de elegancia al hablar. – Siento ser tan grosero por dejarla de ese estado, pero este el protocolo de mi clan para lidiar con quienes nos han causado problemas.

– Exactamente... ¿Qué fue lo que te hice? – Respondió Lía.

Gengar hizo aparecer un paño y comenzó a limpiar el monóculo que llevaba en su ojo izquierdo.

– Bueno, ayudaste a un Spoink a escapar con uno de mis más valiosos artículos, una perla azul variocolor de Clamperl. Estoy aquí para que puedas retribuir aquel vil acto haciéndome llegar un artículo de igual valor.

Dada su situación actual ella no tenía forma de oponerse, simplemente limitándose a arrepentirse por haber ayudado a ese otro pokémon.

– Esta bien, conseguiré algo. – Dijo resignada. – Por favor, deshaz esta parálisis.

– No hará falta, el efecto dura poco tiempo. Además, no hemos terminado nuestra conversación.

– ¿Qué más quieres de mí?

– Oh, yo nada. Es más bien lo que tú necesitas de mí. Un Gastly me informo de tu relación con un humano, y por lo que acabo de notar hasta hace poco la cosa no te pinta muy bien. Pero tranquila, no he venido a juzgarte, sino a proponerte un trato.

Gengar se acercó a Lía y coloco una pequeña gema violeta en una de sus manos.

– ¿Quieres saber porque esa protuberancia en tu pecho comenzó a parpadear? Pues bien, consigue un segundo artículo de igual valor al robado por aquel Spoink y con gusto te daré la información que necesitas.

Lía comenzó a recuperar la movilidad en su cuerpo, logrando sentarse.

– No quiero ser insolente, pero... ¿Cómo estoy segura que realmente sabes de esos temas?

– Tengo ciento cincuenta años, y he visto muchas historias en todo ese tiempo como para saber la estrecha relación de ciertas especies de pokémons con los humanos.

Una alarma suena. Gengar saca un reloj de bolsillo y acelera la conversación.

– Fue un gusto, señorita Lia. Pero también tengo otros asuntos en esta isla que atender. Cuando consigas los artículos usa tu poder psíquico en la gema que te di para que pueda ubicarte. Tienes un plazo de siete días.

El pokémon fantasma regresa al suelo, desvaneciéndose por completo.


Complicada compañeraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora