#16 El camino que elegiste

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Los notablemente cansados ojos de Lia se levantaban del descanso que estaba tomando al lado de una cuna. Un bebe, de unos cuantos meses, se había despertado ya hace unos minutos y el ruido de sus jugueteos había levantado a Gardevoir.

Ella miró al niño con mucha dulzura y lo cargó, llevándolo en sus brazos mientras jugaba cariñosamente con él. Se sentía muy feliz con su compañía, aunque eso haya implicado noches enteras sin poder conciliar el sueño.

El pequeño extendía sus delicados brazos, agitándolos ligeramente, como deseando poder volar.

– Lo siento pequeño, ahora mismo estoy muy débil. – Le decía Lía, mientras le dio un beso en una de sus mejillas. – En cuanto me recupere jugaremos todo lo que quieras ¿Si?

Como si el niño fuese capaz de entenderla le sonrió dulcemente, para luego acurrucarse en sus brazos.

Un sonido mecánico comenzó a escucharse en el primer piso.

Lía miro por la ventana y diviso un auto ingresar en el garaje de la casa.

– Mira eso, ya llego tu papá. – Le decía al pequeño, quien estaba bastante cómodo con los mimos que le daban.

Ella baja las escaleras con el niño hasta el primer piso, encontrando a Steven tratando de abrir la puerta, mientras cargaba algunas cajas grandes que le llegaban a obstaculizar la visión. Ella se le adelanta y es la que termina abriendo la puerta.

– Bienvenido a casa. – Saludo ella, con una gran sonrisa en su rostro.

– Gracias Lia. – Contesto él, mientras dejaba las cajas al lado de la puerta – Este es el último equipo...

Antes de continuar, él vio en el rostro de Lía unas pronunciadas ojeras, producto de más de una mala noche. Incomodo por haberla cargado con demasiado trabajo intenta disculparse.

– No, no es nada. – Dice ella, mientras se acerca a Steven. – Sabes cuánto amo a este pequeñín.

El niño reconoce a su padre y extiende sus brazos para ir con él. Steven lo carga y le saluda, haciendo juegos y voces que le resultan graciosas al pequeño.

Toda esta escena enternece a Lía. Ver a las personas que tanto ama compartir un momento su felicidad es la mayor recompensa a la que podía aspirar en ese momento.

– Creo que deberíamos desayunar. Preparare algo rico. – Dijo Lía, mientras se dirigía a la cocina.

– No, Lía. – La interrumpió Steven, dejando al bebe en su andador. – Yo me encargare de eso, tu descansa.

Nuevamente el sonido del garaje puede oírse. Otro vehículo acaba de ingresar.

Una mujer abre la puerta con prisa, caminando de igual forma hasta la cocina.

– ¡Lo hice! ¡Finalmente me dieron el puesto!

Se trataba de Melissa. Quien llegaba muy agitada y con su bata de laboratorio aun puesta. Cargo a su hijo y lo lleno de besos, para luego acercase a Steven y besarle también. Se notaba muy contenta, había estado detrás de ese puesto desde que comenzó a trabajar en el Centro de Investigación de Bill.

– Felicidades Melissa. – Dijo Gardevoir mostrándose contenta por su logro. – Ya era tiempo que reconocieran tu importancia en el laboratorio.

– Gracias Lía, eres muy linda.

Luego de responderle, Melissa notó las ojeras de Lía, preocupándose también de que ella no se haya sobre esforzado cuidando a su hijo. En ese sentido, era igual que Steven, disculpándose con ella.

Lía dijo que no era nada, pero que iría a su habitación a descansar un poco.

– Te prometo que te recompensaremos por esto. – Dijo Melissa, mientras Gardevoir subía las escaleras. – Nos iremos de viaje todos juntos. Escuche que Alola es un lugar muy bonito.

Lía asintió con la cabeza.

Iría a tomar un merecido descanso, pero termino durmiendo casi todo el día.

Se levantó cerca de la medianoche, sorprendida por lo rápido que había pasado el tiempo.

Mientras se dirigía al primer piso, pasó por el cuarto de Steven y Melissa. Aunque su puerta estaba cerrada, el flujo de emociones que ambos emanaban le daba una idea de lo que estaban haciendo dentro. Limitándose solo a cerrar los ojos y suspirar en silencio.

Ya en la cocina, enciende la luz y toma un par de cosas de la refrigeradora.

Había latas de cerveza y bolsas de comida que habían pedido ambos para celebrar su ascenso. Se alegra de haberse ido en aquel momento, pues tal vez no podría disimular su incomodidad.

Al poco tiempo baja Steven, sorprendiéndose de ver a Lía despierta a esta hora.

– Buenas noches, Steven. – Saludo ella.

Ambos estuvieron hablando sobre el tema de Melissa, principalmente porque la cortesía de Lía le impedía simplemente evitar el tema. Steven sonada muy orgulloso de ella, se notaba el amor que sentía hacia su esposa en cada una de sus palabras.

Lía agacha la mirada, parecía ya no poder contenerse por más tiempo.

– ¿Pasó algo, Lía? – Pregunto él, extrañado.

Ella soló optó por mirarle tiernamente, mostrando una temblorosa sonrisa. Había algo de miedo en su mirada, producto del conflicto en sus sentimientos.

Steven comenzaba a entender lo que sucedía.

Lia se acerca hasta él para besarle, pero este la toma suavemente del hombro y la detiene.

– Discúlpame, no puedo hacerle esto a Melissa.

Al sentirse rechazada Lia comienza a sollozar en silencio, cubriéndose el rostro con sus manos.

El acaricia su hombro y trata de calmarla, pero su llanto comienza a tomar más fuerza.

– No quiero esto, no lo quiero... ¡¿Cómo es que las cosas terminaron de esta forma?!

– Juro que nunca quise lastimarte, Lia. – Respondió Steven, con sinceridad en sus palabras. – Pero tú... fuiste la que decidió que fuera de esta manera.

Al despertar, Lia se encontraba recostada en una camilla del centro pokemon. Estaba aún convaleciente, con una gran sensación de debilidad en todo el cuerpo.

– "Todo eso... ¿Fue solo un sueño?" – Se preguntó, aun confusa.

A diferencia de casos anteriores, donde ella podía saber si estaba soñando, esto le resulto una experiencia muy única.

– "Parecía tan dolorosamente real."

Complicada compañeraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora