#22 Cómplice

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Aquella frustrada entrenadora era una joven chica de preparatoria que vivía en la isla. Aunque contaba con un pokémon tenía más interés en los videojuegos y los grupos musicales que en las batallas.
 
- Una vez más… - Dijo muy tensa aquella entrenadora, tras colocar otra ficha. – Solo es necesito encontrar el ángulo y la altura perfecta… sujetar con delicada precisión la palanca y luego…
 
- ¿Sujetar la palanca? ¿Así es como lo llaman los jóvenes de ahora? – Dijo Lia, en un tono muy burlón.
 
La intromisión de Gardevoir había ocasionado que la joven dejara caer el juego que ya había capturado y que estaba muy cerca de llevar hasta la rampa que la llevaría a ella.
 
- ¡¿Ehhh…?! – Grito frustrada la joven, para luego mirar directamente a Lia. - ¡¿Cuál es…?! ¡¿Qué demon...?! ¡¿Cómo te…?!
 
Tenía tanta ira, a causa de su victoria frustrada, que no era capaz de terminar ninguna de sus frases.
 
- Oh, lo siento mucho. No era mi intensión arruinar tu jugada. – Lia mentía, tan natural como de costumbre. – Pero tranquila… creo que puedo hacer algo por ti.
 
La joven entrenadora apenas se da cuenta que la persona que le estaba ofreciendo explicaciones era, de hecho, un pokémon. Cerró los ojos y respiro profundo, produciendo un suspiro que transmitía su pesar.
 
- Me llamo Lia, es un placer conocerte. – Saludo cordialmente Gardevoir, mientras sujetaba la mano de la joven.
 
Lia no había estrechado la mano de esa extraña solo por cordialidad, sino porque el contacto físico potenciaba su habilidad de conocer mejor a su objetivo. Con ello había confirmado que esta joven tenía el perfil perfecto para ayudarla sin hacer muchas preguntas.
 
- Mi nombre es Carol. – Contesto la entrenadora, sintiéndose algo sorprendida del tan repentino apretón de manos. – Supongo que en parte es mi culpa también por no fijarme que estabas cerca… lo siento.
 
Esa la forma con la que se desenvolvía Carol con los demás. Por alguna razón, tal vez debido a su crianza estricta, ella trataba de justificar cualquier cosa que los demás hacían en contra de ella. Siendo hija única, y teniendo un circulo muy pequeño de amigas, no tenía “anticuerpos” suficientes para negarse a la petición de alguien que sonará tan segura de sí misma como lo hacía Lia.
 
- ¡Estupendo! – Dijo muy entusiasma Lia. - Déjame darte los detalles.
 
Habiendo conversado sobre el plan a realizar, ambas ingresan al Casino y siguen las instrucciones de Rottom. Juegan algunas partidas para disimular y no salir directamente con el premio que buscaban. Luego de un tiempo la maquina donde jugaba Carol la indica como la ganadora de “un set de premios de alto valor”.
 
Lia estaba muy feliz porque en aquel botín habían objetos más que suficientes para saldar su deuda. Sin poder esconder su emoción abrazo con mucho cariño a Carol, quien se sintió a gusto con este gesto. Incluso su Popplio estaba tan contento que generaba muchas burbujas con su nariz.
 
Tras recibir el premio ambas caminaron hacia la salida del Casino.
 
- Te dije que todo saldría bien. – Dijo Lia, muy orgullosa de su victoria. – Ahora iremos a tomar un café y ahí repartiremos las ganancias.
 
Desde una de las maquinas Rottom les silbaba discretamente. Notando esto, Lia y Carol van hacia su ubicación.
 
- Señoritas… ¿No pensaran dejarme aquí ahora que somos compañeros? ¿Verdad? - Dijo Rottom, tratando de hacerles sentir alguna clase de lastima a ambas.
 
- Pues, eso es precisamente lo que íbamos a hacer. – Dijo Lia, con una sinceridad aplastante.
 
- ¡Cuanta crueldad! – Contesto Rottom, casi llorando.
 
- Yo soy una entrenadora, pero no suelo enfocarme mucho en las batallas… - Dijo Carol, mostrándose muy amable con él. – Pero si quieres puedes venir conmigo.
 
- ¡¿Es en serio?! ¡Muchas gracias!
 
Carol saca una pokedex y analiza los datos de Rottom. Este, al ver aquel dispositivo salde de la maquina en la que se encontraba y se une al pokedex.
 
- Wow… esto es mucho mejor. – Dijo Rottom tras asimilar la base de datos de la pokedex. - De todas formas, a mí tampoco me gusta pelear… solo me gusta divertirme.
 
Todos salen del Casino y, tal como lo dijo Lia, van a un Starbunny por unos cafés.
 
Lia coloca discretamente lo ganado sobre la mesa, siempre pendiente de no llamar la atención.
 
- Bueno, esta es tu parte. – Dijo Lia, dándole exactamente la mitad del botín. – Por favor, revísala y dime si estás de acuerdo.
 
Carol no habría imaginado que realmente le darían la mitad de lo que se había conseguido. Una parte, tal vez y en el mejor de los casos… pero no todo esto.
 
- ¿De verdad esto es mío? – Pregunto ella, incrédula y casi titubeando.
 
- Claro ¿Te parece poco? – Contesto Lia, mientras bebía su café. 
 
- No, no eso. Es solo que… apenas hice algo en comparación a ustedes.
 
Lia era consciente de las inseguridades de Carol, así que opto por animarla un poco para que terminen en buenos términos.
 
- ¡Oye! Me ayudaste bastante solo “jugando”. – Dijo Lia, mostrándose sorprendentemente comprensiva. - Realmente hiciste mucho por mí al seguirme, darte esto es lo menos que puedo hacer.
 
Aquellas palabras reconfortaron a Carol, quien ahora era la que sentía una felicidad desbordante. Lamentablemente, su personalidad reprimida le hacía intentar ocultar aquel sentimiento sin éxito.
 
- Si te sientes feliz tienes todo el derecho a expresarlo. – Dijo Lia, tratando de llenar de ánimos a su nueva amiga. –  Vamos, quiero ver una sonrisa tuya.
 
Carol trataba de sonreír alegremente, pero no podía. Le costaba demasiado hacer algo tan simple para la mayoría de nosotros.
 
- Tengo algo en mente, dame un segundo. – Dijo Lia, mientras se acercó a ella.
Entonces Gardevoir intento algo nuevo.
 
En lugar de generar emociones en otros, que le sirvieran para sus propósitos egoístas, utilizo su habilidad psíquica para ayudar a Carol a liberarse de sus propios temores. Si, había mucho que trabajar, pero esto ya era un avance significativo para la joven entrenadora.
 
Toco sus manos y dejo que todo fluyera.
 
Al darse cuenta, Carol ahora podía ser capaz de esperar su felicidad como no lo había hecho en mucho tiempo dibujando en su rostro la sonrisa más tierna que Lia había visto.
 

Complicada compañeraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora