Inicio del primer arco.
En algún lugar de la región de Kanto vivía apaciblemente Steven, un joven adulto quién se gana la vida como instructor en un gimnasio local.
Pese a no ser un entrenador pokémon tiene mucha afinidad con estas criaturas. Aquello se debe a que en sus años de infancia vivió en una granja donde se cuidaban algunos de ellos. No obstante, la idea de tener a alguno encerrado en su pokeball, no era de su completo agrado, por lo que no se vio interesado en capturar alguno por el método tradicional.
Como todos los días, Steven se encuentra conduciendo su bicicleta de camino a su trabajo, listo para otra mañana de rutina.
– ¡Steven! ¡Steven! – Se escuchaba la voz de un niño, algunos metros más adelante.
Se trataba de Tommy, un vecino que se había hecho entrenador hace apenas un par de meses. Steven lo saludo levantándole la mano, pero el niño le hacía señas para que se acerque hasta él, posiblemente aguardando a que lo ayudase con alguna ocurrencia infantil.
– ¿Por qué esa cara larga Tommy? – Pregunto Steven, luego de notar preocupación en el rostro del pequeño.
– Tengo un gran problema. – Contestó el niño, con mucha tristeza. – He conseguido un buen pokémon por intercambio, pero no logro hacer que me obedezca. Por si fuera poco, los días que tuve que dejarlo en mi casa logró escapar de su pokeball y al parecer hizo algo muy malo... pues mi madre quiere que me deshaga de él a toda costa.
– Vaya, eso es terrible. – Comento Steven. – Debí advertirte que los pokémon de nivel alto suelen desobedecer a los entrenadores sin experiencia.
Steven sintió algo de culpa por no haber advertido al muchacho sobre ciertos detalles a la hora del intercambio, pues este había ido directamente hacia él para que compartiera los conocimientos que tenía sobre estas criaturas.
— ¿Y qué piensas hacer? — Preguntó Steven.
– Pensé en enviarlo a una caja, pero para eso tendría que ir al centro pokémon y todavía no estoy registrado. – Respondió el niño, con resignación. – Por eso... ¿Crees que podrías quedarte con él? Será solo por unos días, por favor.
Algo dentro de él le decía que era una muy mala idea encargarse de un pokémon problemático y, peor aún, llevarlo hasta su trabajo. Sin embargo, el hecho de defraudar al entusiasta entrenador no es algo que pueda pasar por alto.
– Creo que no habrá ningún problema si es solo por par de días. – Contestó Steven. – De cualquier forma hoy no suele haber mucha gente en el gimnasio, así que supongo que podré dedicarle unas horas para trabajar con su actitud y los problemas que pueda tener.
– ¡Gracias Steven! – Contesto muy alegre el niño, mientras sacaba una pokeball de su mochila. – Realmente no quería perder a este compañero... ¡Muchas gracias!
Steven tomó la pokeball y la guardo justo antes que la madre de Tommy saliera a buscarlo.
— ¡Tommy! ¡¿Por qué tardas tanto?! ¿Ya te deshiciste de ese pokémon? — Grito la joven madre del niño, sin percatarse de la presencia de Steven.
En cuando la señora vio que su vecino se encontraba en el patio se puso tan nerviosa que no pudo evitar tartamudear al momento de saludarlo.
— Bu... Buenos días, Steven. — Saludo ella tímidamente, como si estuviese abochornada de estar frente a él. — Tommy, ve para la casa y ordena tu habitación.
— Si mamá... — Contesto el niño, para luego despedirse. — ¡Adiós Steven! ¡Hablamos mañana!
Steven se despidió de ambos y condujo su bicicleta, de vuelta a su ruta.
Mientras se alejaba, pensó en el extraño comportamiento de la joven madre de Tommy, a quién nunca había visto así.
¿Qué es lo que pudo ser capaz de perturbarla de esa forma?, se preguntaba.

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Complicada compañera
FanfictionUn joven instructor de gimnasia decide ayudar a su pequeño vecino a lidiar con un Pokémon problemático, sin saber que aquella experiencia cambiaría su percepción sobre estas criaturas.