Última maldita noche, era lo mismo de todos los días, entrenar desde temprano, aguantar a Bokuto y Kuroo, ayudar a Ukai a entrenar y hacer anotaciones, nada fuera de lo común. Alguna que otra vez me quedaba hablando con Kenma y aunque parecía no escuchar, pero luego de haber perdido en el juego que se encontraba, me decía todo con palabras suaves.
Era agotador, y el que mi entrenadora me haya pedido entrenar estando en el campamento, era aún peor, sobre todo si tenés a Ukai detrás tuyo viendo que lo cumplas.
Entregué las botellas junto con una toalla con ayuda de Kiyoko y Yachi y salí de allí.
Todo era cada vez más cansador con lentes, odiaba como me miraba, odiaba la manera en que me hacía sentir bien en las discusiones estúpidas y hacer casi todo como competencia, detestaba como sin hacer nada de un momento a otro no me parecía tan desagradable.
Pateé una piedra en mi camino, el cielo ya estaba oscuro y solo el brillo de la luna alumbraba todo a su paso. Me detuve en una esquina de la entrada, aunque no me podrían ver si pasaban, este había sido uno de los lugares más a solas que podía tener.
Luego de los partidos sabía que no me buscarían. Estaba aguantando esto desde hace mucho, tomé el cigarrillo entre mis dedos casi tan desesperada que reía de mí misma. Esto no estaría pasando si mí hermano no me hubiera revisado los bolsillos u oliendo mi ropa al notar algo raro, estuve así desde que Kageyama fué a la casa, no lo culpo por mí estúpido descuido.
Luego de dar la primera calada, no supe cuando fué que lo termine tan rápido.
Busqué en mí bolsillo la cajetilla tomando otro.
– ¿¡Que mas necesitas a parte de tu orgullo!?. – alcé una ceja al escucharlo gritar de esa forma.
Me puse de pie mientras sacaba el encendedor del bolsillo, coloqué el cigarro entre mis labios mientras lo encendía con una mano, miraba de reojo la escena.
Mierda, jamás pensé que esto podría pasar acá, en este maldito lugar.
Lentes parecía igual de asombrado que yo, me reí bajo mientras solo seguía fumando.
Parece que habían estado hablando hace minutos, solo que no me había dado cuenta.
Luego de haberse dado cuenta de lo que hizo solo retrocedió.
– ¿Cuando empezaste a ser genial?. – ¿Que le pasa a este idiota?. – Eso fué genial. –
– ¿Tsuki?. –
Salió de allí yendo a lo que parecía hablar con Bokuto, Kuroo y Akaashi.
Parecía estar cambiando, pero ¿Que fue lo que le hizo hacer eso?.
Es más que obvio que se rebaja comparandose con Hinata, aunque siempre pensé que podría ser mejor en lo que hace, la mandarina y él tenían diferentes posiciones y eso no lo minimiza, fácilmente podría ser bueno es casi todas las posiciones en la cancha. Yamaguchi me contó muy poco, lo único que sé es que su orgullo no aceptaba lo que pasó.
Luego de una hora volví con los dos cabeza de cepillo, solo había estado esperando a que el viento que había pueda despegarme el olor del humo de mi ropa.
Me mantuve en silencio viendo cómo estaban en un partido, Bokuto al parecer se dió cuenta de mí presencia aunque no dijo nada, este búho tonto parecía tramar algo.
Desvié la mirada haciendo que pueda ver al asno, éste al sentir una mirada sobre él se dió la vuelta pidiéndome ver. Alcé una ceja para molestarlo, cosa que logré.
Bokuto rió mientras negaba con la cabeza. ¿Que carajo les pasaba?.
El partido terminó y Bokuto vino a mi corriendo como si su vida dependiera de ello, me sujetó de la cintura haciendo que despegue mis pies del suelo. Carajo, detesto cuando su energía es más de la común, y para rematar está todo sudado.