Sus pasos eran pesados, sentía su cabeza dar vueltas y su temperatura corporal era más alta de lo normal. Poca importancia le dió al deducir que solo era el peso de anoche. El solo pensar la noche tomentosa que tuvo que pasar junto a Yutaka, le generaba migraña.
Yutaka no llegó para los fuegos artificiales, ¿Y quién tuvo que aguantar a su amigo? Claro que Akiko, y estaba segura que si no la hubiera dejado dormir al menos esas tres horas, lo tiraría de la ventana tal y como ella se lanzó, aunque apuntaría lejos de aquel arbusto.
Pero la razón por la que ahora ríe como una desgraciada, tiene una razón, a primera hora de la mañana y luego de que le avise a Akiko que volvería de dónde se escapó, se terminaron sus horas insufribles.
Pasó el umbral de la puerta, el salón vacío a excepción de una persona.
Frunció el ceño al ver solo al pecoso. ¿Que no venían dos por uno?.
– ¡Akiko! ... ¿Estás bien?.
–¿Por qué la curiosidad?.
–Tu rostro está rojo y parece como si tuvieras ... Fiebre.
Tocó su rostro luego de apartar a Yamaguchi.
Si, lo sintió bastante caliente, ¿Pero que diría, que era normal en ... Invierno?
– Imposible, ya estuve enferma, y para revivir momentos cliché con esto, paso. – se cruzó de brazos y esperó al profesor.
Yamaguchi solo pudo suspirar, pero no la iba a ver así lo que quedaba del día ni mucho menos en el entrenamiento, así que solo esperó su momento.
–¿Hacía falta que me saques de clases apenas llegó el profesor?
Una risita nerviosa soltó en respuesta.
– Lo siento, pero te ves bastante ... – sintió la mirada de Akiko sobre su nuca, y un temblor de nervios se apoderó por unos segundos de su cuerpo. –S-solo digo que n-no tienes que descuidar tu salud.
–¿Sabes que puedo caminar sola?
–Pero no lo harás y llegarás acá por tu cuenta.
Yamaguchi interroga la enfermería, parecía estar vacío y era de esperarse, en plena mañana jamás pensarían que algo así pasaría.
Afirmó el agarre a la mano de Akiko y la arrastró dentro.
La castaña odiaba estos lugares, y eso parecía algo obvio si la veías con detenimiento.
– Parece que no hay nadie. – pronuncia Yamaguchi con preocupación. – Iré a preguntar, no te vayas.
Akiko solo se dió la vuelta buscando un lugar donde pasar el tiempo. –Como digas. – responde.
Un escritorio a un lado, las camillas seguían las paredes hasta el final, era algo chico y aún así cada cosa encajaba a la perfección.
Akiko no dudó en acomodarse encima del escritorio, no se sentía para nada bien y el que pierda el equilibrio y caiga no le importaba.
Se recostó y cerró los ojos, quería adeudar lo de anoche, pero su mente no.
Era cada vez más y más fuerte, recordaba cada escena, cada olor y hasta el como esperaba que eso se le impregne al menos hasta llegar a su hogar. Apretó su mano, no tenía ganas de recordar lo frustrante de anoche.
–¡Mierda! – estaba segura que si ese grito no hubiera sido amortiguado por su antebrazo, la escuela completa sería capaz de escucharlo, tal y como ahora siente su corazón latir con rapidez.